La siguiente es la reflexión correspondiente al Segundo Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo A) acerca las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2014, corresponde al Domingo 19 de
Enero.
Él me dijo: "Tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me glorificaré". Y ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde el seno materno para que yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. Él dice: "Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra".
Te comparto algunas reflexiones acerca de esta lectura:
A continuación, destaco algunos puntos claves sobre los que podemos meditar a partir de este texto:
Ø Tú eres mi Servidor: Esto que Dios dice (a través del profeta) al pueblo de Israel y que se aplica a Jesucristo puede (y debe) aplicarse también a cada discípulo de Jesús. Somos servidores de Dios y obreros en su proyecto. ¿Qué tan buenos servidores de Dios somos? ¿Tenemos claridad sobre su proyecto? ¿Cómo actualizamos este proyecto teniendo en cuenta las circunstancias y los contextos que son los nuestros?
Ø Por ti yo me glorificaré: Buscar la gloria de Dios. Esta fue la tarea que se le confió al pueblo: "Tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me glorificaré". En esto consistió la vida de Jesús de Nazaret: “Yo te he glorificado en la tierra realizando la obra que me encomendaste” (Jn 17, 4). Esto es lo que el creyente cristiano debe procurar.
Ø Yo soy valioso a los ojos del Señor: Esto es lo que Dios declara permanentemente en la Biblia. Le dice al pueblo que es su elegido; le dice al Hijo que es su predilecto. Y a cada uno de nosotros nos dice que somos sus hijos adoptivos. ¡Qué importante es sentirnos amados, reconocidos y valorados por otros!
Ø Mi Dios ha sido mi fortaleza: La vida no es fácil para nadie. Tampoco lo es – por supuesto – el desarrollo fiel y coherente de nuestra(s) misión (misiones). Debemos enfrentar dificultades, situaciones agotadoras y duras, experiencias difíciles de sobrellevar… Sentimos que las fuerzas se nos agotan. ¿De dónde nos vendrá el auxilio? El salmista dice que el auxilio nos viene del Señor. Él debe ser nuestra fortaleza. Pero debemos acercarnos a él. Jesús lo expresó a sus discípulos diciéndoles: “Si Ustedes no permanecen en mí no pueden dar fruto” “separados de mí no pueden hacer nada” (Juan 15,5)
Ø Yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra: Pero, ¿puede un ciego guiar a otro ciego? Muy difícil. Podemos iluminar si tenemos luz. Por eso Jesús es la “Luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Juan1,9). Jesús puede iluminar porque es el lleno del Espíritu, porque sobre él reposa el Espíritu Santo: “He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él.” El Espíritu habita y actúa en el cristiano…si él se lo permite; si él es dócil… Si el creyente se da verdaderamente cuenta de ser templo del Espíritu.
Pablo, llamado a ser Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, saludan a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos, junto con todos aquellos que en cualquier parte invocan el nombre de Jesucristo, nuestro Señor, Señor de ellos y nuestro. Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Te comparto algunas reflexiones acerca de esta lectura:
Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel". Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo'. Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios".
Te comparto algunas reflexiones acerca de esta lectura:
Terminemos orando con el...
Esperaba,
esperaba al Señor,
él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor,
Puso en mi boca un cántico nuevo,
de alabanza a nuestro Dios.
Muchos al verlo temerán y
pondrán su confianza en el Señor.
No quisiste sacrificios ni ofrendas
—lo dijiste y penetró en mis oídos—
no pediste holocaustos ni víctimas.
Entonces dije:
«Aquí estoy, de mi está escrito en el rollo del Libro.
He elegido, mi Dios, hacer tu voluntad,
y tu Ley está en el fondo de mi ser».
Publiqué tu camino en la gran asamblea,
no me callé, Señor, tú bien lo sabes.
Por último, te invito a que hagamos juntos la siguiente oración:
Dios Padre, que eres la luz que ilumina a la humanidad entera, te pedimos hagas de nosotros testigos auténticos de tu amor, dispuestos a irradiar la luz de tu Espíritu y poder ser así luz allí donde vivimos. Ilumínanos con tu sabiduría para que sepamos contemplarte presente en todo lo bueno, noble y verdadero. Amén.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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