Segundo Domingo de Cuaresma (ciclo A)
La siguiente es la reflexión correspondiente al Segundo
Domingo de Cuaresma (ciclo A) acerca las lecturas de la Biblia que se proclaman
durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2014, corresponde al Domingo 16 de
Marzo.
Libro
de Génesis 12,1-4a.
El
Señor dijo a Abrám: "Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al
país que yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré;
engrandeceré tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y
maldeciré al que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la
tierra". Abrám partió, como el Señor se lo había ordenado, y Lot se fue
con él. Cuando salió de Jarán, Abrám tenía setenta y cinco años.
Te comparto algunas reflexiones
acerca de esta lectura:
- Abraham y su familia pertenecían a
un clan de pastores seminómadas, de los muchos que buscaban pastos para sus
rebaños lejos de las antiguas ciudades-estado que, por los años 1800 a.C. se
estaban organizando en Mesopotamia y a lo largo de las costas del Mediterráneo.
El clan de Abraham fue uno de los muchos grupos que emigraban, lo mismo que
hoy, «buscando la vida», buscando mejores oportunidades. En ese andar
descubrieron el llamado de Dios a dejarlo todo y fiarse de su promesa de vida.
Dios promete a Abraham que será padre de un pueblo numeroso y que tendrá una
tierra, la “tierra prometida” (…) La Biblia pone el origen del antiguo pueblo
de Israel en esta mitológica «migración» desde Oriente Próximo, «justificando»
esta salida en la voluntad que Dios tiene de elegirse un pueblo... Pero esta
elección no es para que Israel se engría y excluya a los demás pueblos, sino
para que se haga portador de la luz y la sabiduría de Dios para TODOS.
Propongo centrar nuestra reflexión
en algunos temas claves:
- Deja: En ciertos momentos de la vida es
clave aprender a soltar, a dejar las seguridades y arriesgarse a salir, para
explorar otros mundos posibles. No se trata de salir “a la loca”, esto es, de
manera irresponsable. Por eso lo que se espera es que haya discernimiento y
obediencia a la voz de Dios.
- Yo
haré de ti una gran nación y te bendeciré: Debemos aprender a abrirnos a lo posible. No
quedarnos sólo en lo que ya somos, sino en lo que podemos llegar a ser y en lo
que podemos llegar a realizar. La vida de Abraham estuvo animada y “alimentada”
por la promesa de Dios. También la nuestra debe estar animada por las promesas
de Jesucristo. A manera de ejemplo podemos meditar estas dos promesas que
aparecen en el evangelio de san Juan: “Voy a prepararles una estancia en la
casa de mi Padre”, “Donde yo esté quiero que también esté mi servidor”.
- Por
ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra: Qué importante entender esto: Del
mismo modo que, en el pasado, a través de Abraham Dios estaba comunicando a la
humanidad sus bendiciones, hoy Dios sigue haciendo lo mismo a través de cada
creyente. Entendernos, sentirnos y actuar como mediaciones de esta bendición o
- dicho de otro modo – ser bendición de Dios para otros, es algo que debe
caracterizar al creyente.
-
…como el Señor se lo había
ordenado:
con esta frase tan sencilla, el autor del libro del Génesis subraya la actitud
de obediencia de Abraham. La Biblia está llena de personajes que viven esta
obediencia hasta al fondo. Y, al llegar al Nuevo Testamento lo que se dice de
Jesús es que fue obediente, incluso hasta abrazar la muerte por el cumplimiento
de la misión (así lo afirman el autor de la carta a los Filipenses y el autor
de la carta a los Hebreos). La obediencia parece algo pasado de moda. Pero,
pensándolo bien, tal vez siga siendo algo actual y muy necesario. El problema
estaría en ¿qué entendemos por obediencia? ¿A qué o a quién obedecer? ¿Qué
relación hay entre obediencia y discernimiento? ¿Qué relación hay entre
obediencia y humanización?
Segunda
Carta de San Pablo a Timoteo 1,8b-10.
No
te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su
prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario
padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios. Él nos salvó y nos
eligió con su santo llamado, no por nuestras obras, sino por su propia
iniciativa y por la gracia: esa gracia que nos concedió en Cristo Jesús, desde
toda la eternidad, y que ahora se ha revelado en la Manifestación de nuestro
Salvador Jesucristo. Porque él destruyó la muerte e hizo brillar la vida
incorruptible, mediante la Buena Noticia.
Te comparto algunas reflexiones
acerca de esta lectura:
- No
te avergüences de…
Formulémonos al respecto varias preguntas: ¿Qué debe avergonzarnos? ¿Por qué
debería avergonzarnos, hoy, creer en Jesucristo? ¿No es, acaso, la fe cristiana
y la propuesta cristiana un proyecto que vale la pena presentar al mundo? ¿Qué
tanto conocemos y amamos la fe en Jesucristo y su contenido?
- El
testimonio de nuestro Señor:
en el lenguaje religioso cristiano usamos frecuentemente esta palabra:
testimonio, testigo. Y hablamos de dar testimonio de Jesucristo. Pues este es
uno de los grandes llamados de la Iglesia en este tiempo: ser – en la
complejidad del mundo de hoy – testigos. Para ello el actual Papa de los
católicos hace un llamado: vivir la santidad dentro de la cotidianidad. Dar
testimonio no es otra cosa que apropiarse del evangelio y vivirlo a fondo. Este
ejercicio pasa por la conversión, el amor y el servicio. ¿Entendemos que la
cuaresma es un ejercicio para vivir esto?
- …
los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio: El Evangelio (con mayúscula) es el
mismo Cristo. También podemos entender que el evangelio es el proyecto vivido,
presentado y anunciado por Jesús (eso que él llamó el Reino de Dios). Ese
evangelio (que significa Buena Noticia) no acontece en la historia sin pasar
por el conflicto: porque el Reino cuestiona, exige transformaciones, pide
posturas, pide compromiso y encuentra obstáculos. Esta conciencia impide
transformar el cristianismo en una religión dulzona en la que todo lo que se
hace es para “pasarla bien”. Hay que tener cuidado para no desvirtuar el
Evangelio y hacer de él una experiencia Light. La cruz no tiene nada de Light y
san Pablo escribió a los Corintios (y a nosotros): “Yo no quiero saber entre
Ustedes sino a Jesucristo… y Jesucristo crucificado”. No faltan, por ahí, las
propuestas de un cristianismo sin cruz.
-
En Cristo, Dios hizo
brillar la vida incorruptible. Varias preguntas pueden acompañar nuestra
reflexión: ¿Qué entendemos por vida incorruptible? ¿No es, acaso, la corrupción
uno de los grandes flagelos que afectan a la humanidad actualmente? Y, la vida
incorruptible que Dios propone ¿se restringe sólo a esta vida intra-histórica?
¿Qué relación hay entre está vida histórica y la llamada vida eterna en torno a
este problema de la incorruptibilidad? ¿Qué tiene que ver esta
incorruptibilidad con el tema de la transfiguración propuesto por el texto del
evangelio?
Evangelio
según San Mateo 17,1-9.
Seis
días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los
llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de
ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas
como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres,
levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías". Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con
su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: "Este es mi Hijo
muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo". Al
oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.
Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan
miedo". Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús
solo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de
esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos".
Te
comparto algunas reflexiones acerca de esta lectura:
- El
relato de la escena de la transfiguración debe ser adecuadamente interpretado.
No tiene sentido quedarnos en una especie de «realismo ingenuo» ligado a una
lectura fundamentalista y a afirmar que todos los detalles de la narración son
rigurosamente históricos en el sentido positivista de la expresión. El relato
quiere invitarnos a entrar y vivir una experiencia espiritual de transformación
en la que lo antiguo y lo nuevo se encuentren a la luz de un sentido pleno y
profundo.
- La
vida humana tiende a deformarse. Debemos evitar que se desfigure y más bien
luchar para que se transfigure. Hay situaciones que tienden a hacer cada vez
más gris la existencia. La idea es pasar del gris al blanco (entendemos
claramente el simbolismo). La acción de Dios, la presencia de Jesús es la que
realiza, en la historia humana, esa transformación. La luz del Reino se hace
presente y cambia el color (la dirección, el contenido y le sentido de la
vida). Esa luz del Reino nos permite ver la realidad de otro modo. Entonces
ella nos aparece transfigurada, revelando la riqueza de su dimensión interior.
Vemos aquello que nuestros ojos (sobrecargados por los lentes grises) no nos
dejaban ver. Necesitamos, entonces, encontrar hoy nuestra forma de subir con
Jesús al monte (entiéndase que no se trata del monte físico, sino a la hondura
del espíritu)
- Hay
que subir al monte
(en la biblia el ascenso al monte simboliza el encuentro con Dios), pero
–también - hay que bajar (abajo, en la falda de la montaña se encuentra el
pueblo, la cotidianidad, la complejidad de la vida, los problemas, etc.). No se
trata de transformar la búsqueda de Dios en una “huida del mundo” sino en una
experiencia de fortalecimiento, de interiorización y de encuentro que nos
reenvía al mundo para comprometernos en su transformación. Nótese que en el
relato los dos movimientos aparecen: subir y bajar. Ni mundo sin espiritualidad
ni espiritualidad sin mundo.
- Se
transfiguró: la
palabra alude a un cambio, a una transformación profunda. Recordemos que subir
la montaña es una experiencia de búsqueda de Dios, de oración, de
interiorización. ¿Puede una persona vivir una real experiencia de oración e
interiorización sin cambiar? Precisamente esta es la propuesta de la
espiritualidad cristiana: entrar en comunión con Jesucristo para dejarnos
transformar por él, por su espíritu, por su Palabra. Para eso es también este
tiempo de cuaresma que se propone a los creyentes.
- ¡Qué
bien estamos aquí! Este
es el peligro: que nos quedemos en la dimensión placentera de la experiencia y
no veamos ni asumamos las dimensiones de compromiso e, incluso, de sufrimiento.
Es placentero sentirnos cerca de Dios, unidos a él y amados por él. Es verdad.
Pero hay otras dimensiones y otras experiencias que se derivan de este
encuentro, menos placenteras pero esenciales.
- Este
es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo: escúchenlo. Este es el momento clave
del relato: la revelación de la identidad de Jesús. Nótese que en este texto
quien hace esta revelación es Dios mismo, el Padre. Él nos dice quién es Jesús
(Mi hijo muy querido) y qué espera de nosotros, que nos pide (escucharlo). Pero
escuchar en la Biblia significa acoger su enseñanza, interiorizarla y vivirla.
¿Estamos viviendo este proceso? La cuaresma es una invitación a hacer esta
experiencia.
- Levántense,
no tengan miedo: con
frecuencia encontramos en la Biblia esta voz de aliento: No tengan miedo. Hay
que seguir caminando, hay que ir en dirección de la utopía. Superar el miedo
(los miedos) es fundamental. ¿Quién no ha experimentado miedos? Ellos hacen
parte de la vida. Se requiere de apoyos. ¿Qué mejor apoyo que Dios mismo?
Te
propongo las siguientes preguntas para la revisión de vida:
1. ¿Cómo he venido entendiendo la
transfiguración? ¿Acojo y me comprometo con la transfiguración que Dios me
propone a través de la relación con Jesucristo? ¿Soy capaz de transfigurar mi
mirada?
2. Abraham es capaz de dejarlo todo, de
romper con una manera de vivir, de pensar, de hacer. ¿Qué rupturas y salidas
necesitaría hacer para que se opere en mí la transformación que Dios me
propone?
3. El centro del relato de la
transfiguración está en lo que Dios (Padre) dice acerca de su hijo: "Este
es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo"
¿Qué efecto ejerce en mí esta revelación? ¿Es tan querido este Jesús para mí
como lo es para Dios Padre? ¿Estoy, realmente, a la escucha del maestro Jesús?
Terminemos
nuestra reflexión orando con el...
Salmo
33(32)
Venga,
Señor, tu amor sobre nosotros
Pues recta es la palabra del Señor,
y verdad toda obra de sus manos.
El ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su gracia.
Está el ojo del Señor sobre los que le temen,
y sobre los que esperan en su amor,
para arrancar sus vidas de la muerte
y darles vida en momentos de hambruna.
En el Señor nosotros esperamos,
él es nuestra defensa y nuestro escudo;
Venga, Señor, tu amor sobre nosotros,
como en ti pusimos nuestra confianza.
Por último, te invito a que
hagamos juntos la siguiente oración:
¡Oh! Dios, danos profundidad en la
mirada, ardor en el corazón y la luz del Espíritu Santo, para que seamos capaces
de vivir la transfiguración, de transfigurar la realidad y de contemplar tu
gloria ya ahora en nuestra peregrinación terrestre. Amén.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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