En Defensa de la Fe


Quinto Domingo de Pascua

Te comparto la reflexión correspondiente al Quinto Domingo de Pascua, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.

 



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Nota acerca de la fecha: En el 2014, corresponde al Domingo 18 de Mayo.

 

 



Libro de los Hechos de los Apóstoles 6,1-7.

En aquellos días, como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendía a sus viudas en la distribución diaria de los alimentos. Entonces los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: "No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas. Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea. De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra". La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía. Los presentaron a los Apóstoles, y estos, después de orar, les impusieron las manos. Así la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén y muchos sacerdotes abrazaban la fe.


 

Te comparto algunas reflexiones acerca de esta lectura:

 

  • Lucas, en el libro de Hechos nos da testimonio de la evolución inicial de la iglesia. La realidad no es rígida, no es inmutable. Cambia y propone nuevos problemas, nuevos retos, que reclaman nuevas soluciones. El texto propuesto es un ejemplo concreto que nos obliga a pensar en la creatividad pastoral, teológica y ministerial de la Iglesia.

 

  • Los apóstoles tienen conciencia que no lo pueden hacer todo y que necesitan valerse de otros para atender a las necesidades urgentes de la comunidad. Las circunstancias van señalando caminos para la estructuración y validación de nuevos servicios, de nuevas formas de traducir la naturaleza ministerial de la Iglesia: ella existe para servir pero debe discernir cómo. Un servicio mal planteado puede ser irrelevante y carente de pertinencia y de real impacto en la vida de las personas y de las comunidades. Hay que renovar la pastoral.

 

  • Pero los Apóstoles son conscientes de la importancia del servicio (o ministerio) de la Palabra: anunciar la Palabra, anunciar a Jesucristo, enseñar, educar la vida de fe es muy importante y no debe ser descuidado. Ese es un llamado para que todas las personas que – en la iglesia – se dedican a este servicio sean profundamente cuidadosos: lo que se dice, cómo se dice, la articulación de lo que se dice con la vida y la capacidad de suscitar – desde la palabra – el deseo de vivir la fe, de conocer a Jesucristo, de comprometerse con él, de cambiar de vida, etc., todo esto es fundamental. Las comunidades cristianas necesitan un servicio de la palabra de calidad, porque necesitan conocer la Biblia, conocer la sana tradición de la iglesia; porque necesitan una reflexión teológica, espiritual y pastoral que forme, que aclare, que oriente, que alimente el espíritu. El ministerio de la palabra necesita mucho cuidado y mucha renovación.

 

  • Un aspecto interesantísimo de esta lectura es el de la participación de la comunidad cristiana en la elección de sus ministros (= servidores). Estos “servidores” (ministros – diáconos) no surgen ni por arte de magia ni por imposición. La comunidad participa, propone, da su parecer. ¿Podemos potenciar (desarrollar) aún más las formas de participación del laicado en la iglesia? Ya hay documentos oficiales y extraoficiales que hablan de ello. El paso a seguir es su aplicación. En esto hay que avanzar aún más.

 

 

 

Epístola I de San Pedro 2,4-9.

Queridos hermanos: Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios, también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo. Porque dice la Escritura: Yo pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que deposita su confianza en ella, no será confundido. Por lo tanto, a ustedes, los que creen, les corresponde el honor. En cambio, para los incrédulos, la piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: piedra de tropiezo y roca de escándalo. Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra: esa es la suerte que les está reservada. Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz.

 

 

Te comparto algunas reflexiones acerca de esta lectura:

 

  • El autor de la llamada carta de Pedro quiere subrayar el papel de todos los miembros de la comunidad creyente en la construcción del templo vivo de Dios. Jesús es la piedra viva, el fundamento, la base para construir la casa de Dios. Sobre esa piedra se instalan las demás piedras, los seguidores de Jesús. De manera pues que no somos sólo espectadores de la construcción, sino artífices. Es importante recuperar esta noción de templos vivos. El verdadero templo no es la construcción material, sino la comunidad cristiana que se esfuerza por conectar con el Espíritu de Cristo y, desde allí, construye la fraternidad y el compromiso con la sociedad.

 

  • Los templos materiales tienen su razón de ser y su significado, pero tanto lo uno como lo otro está ligado y depende de la comunidad cristiana, del templo vivo. De hecho, ¿de qué serviría tener un hermoso templo material si no hay (si no se crea) comunidad humana, comunidad creyente, comunidad fraterna? El templo adquiere su sentido cuando allí entran personas deseosas de Dios, cuando allí celebra una comunidad viva que busca vivir el evangelio y continuar la obra de Jesucristo.

 

  • El templo no existe para dividir el mundo en un mundo sagrado y otro profano; en un mundo con Dios y un mundo sin Dios; en un mundo donde hay que portarse bien (dentro del templo) y un mundo (fuera del templo) donde “vale todo”.

 

  • El texto del libro de los Hechos de los Apóstoles vuelve a poner el acento en lo fundamental de la Iglesia: ella existe para servir, pues ella nace del Siervo Perfecto de Dios (Jesucristo), Aquel que dijo: Yo no vine para ser servido sino para servir. El cristianismo es una opción por el servicio… Lástima que esto se nos olvide con tanta frecuencia.

 


Evangelio según San Juan 14,1-12.

Jesús dijo a sus discípulos: "No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy". Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?". Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí." Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto". Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."

 

 

Te comparto algunas reflexiones acerca de esta lectura:

 

  • En el evangelio de Juan se nota la situación crítica que vive la iglesia naciente: hay un ambiente hostil y peligroso. Los discípulos parecen estar confundidos ante las Palabras de Jesús. No es fácil un compromiso a fondo: Jesús ha anunciado la traición de Judas y la negación de Pedro. Hay crisis porque los discípulos no entienden el camino de Jesús (¿por qué su maestro debe pasar por algo así? ¿Por qué el Mesías debe sufrir? Y todo eso ¿qué tiene que ver con ellos? ¿Hasta dónde están ellos dispuestos a llegar en el seguimiento de su maestro?

 

  • En el texto propuesto por el evangelista Juan, Jesús se presenta como camino, verdad y vida. Tres realidades fundamentales en la vida del ser humano: el ser humano no pide vivir; la vida le viene de otros y, en perspectiva cristiana, le viene como don de Dios. No pidió vivir pero debe asumir la vida, hacerse responsable de ella y hacer algo valioso con ella.

 

  • Hacer de la vida algo valioso y significativo es una tarea maravillosa, pero – al mismo tiempo – exigente. No es algo que se pueda hacer de cualquier manera. Hay que optar por un modo de hacerlo, por un camino. Con frecuencia hablamos de metodologías para hacer algo. Vivir requiere también de una metodología. De hecho, esta palabra (metodología) viene de dos palabras griegas que significan (a través – de un camino). Dios propone caminos, más aún nos propone a su Hijo como CAMINO que construye la vida, que conduce a la verdadera vida. Jesús es camino, porque es horizonte de vida para muchos. Su manera de ser y de vivir abre a sus seguidores un horizonte pleno de realización. Jesús es vida en cuanto que da sentido a la existencia y en cuanto que toda su misión (su praxis) fue un servicio a la vida, es decir, a su cuidado, a su protección, a su desarrollo (¿no es esto algo actual?).

 

  • Pero la condición fundamental para construir una vida recta, para caminar hacia Dios, para realizar el propio ser personal es asumir la verdad como criterio fundamental y como modo de ser. Decimos tantas mentiras y nos decimos a nosotros muchas mentiras. Hay que romper este círculo vicioso. Jesús es verdad por cuanto en él (en sus palabras, actitudes y compromisos) no hay engaño. En él no hay corrupción (¡qué importante esto en nuestro tiempo!). Por eso su Palabra se convierte en criterio de verdad y referencia segura para caminar (por eso siendo verdadero se torna luz para todos).

 

  • Pero la propuesta de Jesús no es un asunto meramente individual (individualista). El proyecto de su seguimiento es exigente y radical. La persona que ha optado por seguir a Jesucristo y que asume llamarse cristiana, debe ser camino, verdad y vida para quienes lo rodean (pertenezcan o no a la iglesia). El cristiano está llamado a ser una alternativa de vida no excluyente en medio de un mundo complejo. Nuestra misión es juntarnos con otros y construir juntos alternativas de vida, nuevos modos de convivencia creativa.

 

  • No hay que perder de vista que son muchos los caminos de Dios, «sus caminos, que no son nuestros caminos», y que nos pueden sorprender siempre con el descubrimiento de «nuevos caminos» (Isaías 55)

 

 

Comentario del Evangelio por San Juan Pablo II (1920-2005), papa: Encíclica “Dives in Misericordia” § 12-13.

 

“Señor, muéstranos al Padre”

 

La Iglesia comparte la inquietud de tantos hombres contemporáneos. Por otra parte, debemos preocuparnos también por el ocaso de tantos valores fundamentales que constituyen un bien indiscutible no sólo de la moral cristiana, sino simplemente de la moral humana, de la cultura moral… En relación con esta imagen de nuestra generación, que no deja de suscitar una profunda inquietud, vienen a la mente las palabras que, con motivo de la encarnación del Hijo de Dios, resonaron en el Magníficat de María y que cantan la misericordia... “de generación en generación” (Lc 1,50)… La Iglesia debe dar testimonio de la misericordia de Dios revelada en Cristo, en toda su misión de Mesías…

 

Si algunos teólogos afirman que la misericordia es el más grande entre los atributos y las perfecciones de Dios, la Biblia, la Tradición y toda la vida de fe del Pueblo de Dios dan testimonios exhaustivos de ello. No se trata aquí de la perfección de la inescrutable esencia de Dios dentro del misterio de la misma divinidad, sino de la perfección y del atributo con que el hombre, en la verdad íntima de su existencia, se encuentra particularmente cerca y no raras veces con el Dios vivo. Conforme a las palabras dirigidas por Cristo a Felipe, “la visión del Padre”—visión de Dios mediante la fe—halla precisamente en el encuentro con su misericordia un momento singular de sencillez interior y de verdad, semejante a la que encontramos en la parábola del hijo pródigo (Lc 15,11s).


“Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”. La Iglesia profesa la misericordia de Dios, la Iglesia vive de ella en su amplia experiencia de fe y también en sus enseñanzas, contemplando constantemente a Cristo, concentrándose en Él, en su vida y en su evangelio, en su cruz y en su resurrección, en su misterio entero. Todo esto que forma la “visión” de Cristo en la fe viva y en la enseñanza de la Iglesia nos acerca a la “visión del Padre” en la santidad de su misericordia.

 

 

Te comparto algunos puntos para continuar con la reflexión:

 

1)     No es bueno considerarse poseedor del único camino y despreciar los otros caminos ni despreciar a otros por seguir otros caminos. Hay que tener cuidado y respeto.

 

2)     Lo que Dios quiere es que amemos nuestro camino, el que Él ha puesto a nuestra disposición, y que lo sigamos coherente y comprometidamente. Para el creyente cristiano ese camino es la persona de Jesús.

 

3)     La iglesia naciente tuvo que hacer frente a las dificultades de su tiempo y tuvo que crear las condiciones para su desarrollo y para vivir fielmente su misión. Lo mismo debe suceder hoy. ¿Qué caminos está creando y proponiendo la Iglesia para seguir fiel a su maestro?

 

4)     Los laicos ¿colaboramos para que la iglesia encuentre soluciones nuevas a los nuevos problemas con los que se encuentra en el mundo actual?

 

5)     ¿Cómo se está renovando pastoralmente la iglesia? ¿Qué podemos decir del servicio de la palabra que se presta en las parroquias?

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el...

 

 


Salmo 33(32)

Aclamen, justos, al Señor:
es propio de los buenos alabarlo.
Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas.



Porque la palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor.


Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

 

 

 

Por último, te invito a que hagamos juntos la siguiente oración:

 

Oh Dios, Padre amoroso, Ayúdanos a buscar con honestidad y comprender con humildad la Verdad. Enséñanos a reconocer nuestras ignorancias y a valorar los caminos que conducen a ti. Tú nos has ofrecido a Jesús y lo hemos aceptado como nuestro CAMINO, VERDAD Y VIDA. Asístenos con tu Espíritu para llegar a ser verdaderos discípulos de tu Hijo. Amén.

 


¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?

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