Guía para un buen examen de conciencia
Esta es una guía ampliada para ayudarte a hacer el más profundo examen de conciencia
posible, como preparación para el sacramento de la Confesión. Está basada en los Diez Mandamientos.
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El sacramento de la Confesión es la clave para entrar en el Reino de los Cielos. Jesús le dice a Pedro: A ti te daré la llave del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los Cielos y lo que desates en la tierra quedará desatado en los Cielos (San Mateo 16, 19).
El sacramento
de la Confesión es la clave para entrar en el Reino de los Cielos. Jesús le
dice a Pedro: “A ti te daré la llave del Reino de los Cielos; lo que ates en la
tierra quedará atado en los Cielos y lo que desates en la tierra quedará
desatado en los Cielos” (San Mateo 16, 19).
Yo me confieso pecador, Señor
Jesús
Al iniciar tu examen de conciencia, invoca la
presencia del Espíritu santo.
Esto se hace en oración calmada, contemplativa
y en silencio.
Recuerda que el paso que vas a dar al hacer
tu confesión, es trascendental, porque lo que está en juego es nada menos que
la salvación de tu alma.
Hacer la mejor confesión posible es esencial
en tu camino de conversión. Debe irse acrecentando un cambio de actitud ante la
vida, una forma diferente de relacionarse con el mundo: actitudes,
comportamientos, vocabulario, vida social, composturas físicas, tu forma de ver
a los demás, la manera como empleas tu tiempo.
Empezarás a ver el rostro de Jesús en el prójimo,
a sentir que tu vida va de la mano del Señor, a vivir de acuerdo con los
valores esenciales, los que propenden por la salvación de tu alma, y a dejar en
segundo plano los menos relevantes. Tu corazón se irá enamorando cada vez más
del Señor y comenzarás a experimentar una sed por conocerlo más y más.
Todo esto se facilitará si eres perseverante
en la oración diaria y te armas con la coraza del Santo Rosario, visitas al Santísimo
aunque sea unos 15 minutos, en lo posible todos los días y te blindas con obras
de caridad, haciendo el bien como actitud de vida.
Recuerda que estas
enamorándote cada vez más de Quien te creo, de tu Dueño y de Quien te da todo
lo que tienes, en calidad de préstamo, para que lo administres en función del
cumplimiento del plan para el cual te concibió.
¿Estás listo(a) para
iniciar tu examen de conciencia?
Vamos a hacer un repaso de nuestra vida,
desde el momento en que empezamos a tener uso de razón.
No culpes a nadie por tus faltas. Tú las
cometiste. No te justifiques. Así que, ¡ánimo!, ¡adelante!, prepárate con la
verdad. Recuerda que la corona será la gloria eterna y el ser considerados dignos
de estar en la presencia de Nuestro Señor Jesucristo.
Aclaración: A pesar de que por limitaciones de lenguaje, en
momentos te encuentres con frases que parezcan
estar orientadas únicamente a los hombres, en realidad cada pregunta del examen de conciencia está
orientado tanto a hombres como a mujeres por igual.
Empecemos…
¡Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas!
1. ¡Amar a Dios sobre
todas las cosas!
“Yo,
el Señor, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de
servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura
ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo
en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te
postrarás ante ellas ni les darás culto”. (Ex 20, 2-5; Dt 5, 6-9).
“Está escrito: al señor
tu Dios adorarás y solo a Él darás culto”. (Mt 4, 10).
- ¿Creo en Dios? ¿Doy testimonio de Él?
¿Tengo una fe y una confianza firmes en Él?
- ¿Dudo o rechazo como verdadero lo que Dios
ha revelado en las Escrituras (la Sagrada Biblia)? ¿Dudo o rechazo los dogmas
de fe?
- ¿Me he desesperado, llegando a dudar
de la bondad de Dios, de su justicia, de sus promesas y de su misericordia?
- ¿He presumido de que con mis
capacidades puedo salvarme sin la ayuda de Dios?
- ¿He presumido de que Dios me salvará
de todas maneras, aún sin mi esfuerzo genuino por iniciar y mantenerme en el
camino de conversión?
- ¿He sido indiferente, despreciando la
acción y la fuerza de Dios en mi vida?
- ¿He respondido al amor de Dios con tibieza?
- ¿He cultivado un enfermizo orgullo
propio, que me ha llevado a odiar a Dios?
- ¿Le he dedicado suficiente tiempo a Dios
en la oración personal y comunitaria?
- ¿He llevado a cabo aquello que
requiere sacrificio, con verdadero amor y ofreciéndoselo al Señor?
- ¿He incumplido en todo o en parte,
alguna promesa hecha a Dios o a su Iglesia?
- ¿He sido supersticioso? En particular,
¿le he atribuido un valor de algún modo mágico, a ciertas prácticas legítimas o
necesarias (ejemplo: el portar escapularios, medallas, reliquias, etc.)?
- ¿He creído en (consultado o utilizado):
supersticiones, hechicerías, brujerías, magia, (incluso la “blanca”), adivinos,
quiromancia, “médium”, agüeros, horóscopos, cartas de naipe, taza de chocolate
y similares, riegos, sahumerios, talismanes, pencas de sábila, filtros,
maleficios, sortilegios, cábala, tarot, carta astral, alquimia, tabla ouija,
santería, amuletos, vudú, gurúes, chamanismo, numerología, espiritismo, “yo
soy”, necromancia, cuarzos, piedras, mantras, medallas y cualquier tipo de “objeto con poder” (Dt 18, 10-12; Jr
29, 8)?
- ¿He honrado y/o reverenciado y/o
adorado a una criatura (cualquiera que sea) en lugar de Dios, por ejemplo, el
dinero, el poder (o los poderosos), el placer o las pertenencias materiales, en
últimas todo aquello que he llegado a colocar por encima de Dios?
- ¿He puesto mi fe en (o he practicado o
me he dejado llevar por) grupos, sectas o movimientos no cristianos, o que
mezclan la verdad de Jesucristo con otras ideologías, por ejemplo, el poder
mental, la reencarnación, la metafísica, el Método Silva, el ocultismo, el
espiritismo, la astrología, el tarot, la Meditación Trascendental, el yoga, el
gnosticismo, el i-chin, los “viajes astrales”, los gurús, el insight, el
avance, la dianética, la medicina holística, la parapsicología, la sofrología,
la radiestesia, la homeopatía, la acupuntura y la acuprensión (cuando van
acompañadas de prácticas esotéricas), las hipnosis y auto hipnosis, las
regresiones, la lectura del áurea, la terapia de olores y esencias florales, el
esoterismo, la teosofía, la masonería, el rosacruzismo, el budismo, el hare
krishna, la “canalización de espíritus o cháneling” y todo lo relacionado con
el “new age” o nueva era, las sectas de los mormones y los Testigos de Jehová (quienes
no creen en Jesucristo como Hijo de Dios? 2 Tm 4, 3-4; 1 Tm 4,1).
- ¿He tentado a Dios, es decir, he pretendido
ponerlo a prueba, dudando de Su Palabra, de Su bondad, de Su omnipotencia, de Su
amor y poder?
- ¿He tratado sacrílegamente la Eucaristía?
¿He cometido algún otro acto sacrílego, es decir, he profanado o tratado
indignamente los sacramentos, así como a las personas (sacerdotes y
religiosos), los elementos litúrgicos y
los lugares consagrados a Dios?
- ¿He comprado o vendido artículos religiosos
que habían sido consagrados al culto? (Ejemplo: un cáliz, un copón, un
sagrario, un altar, etc.)
- ¿He sido ateo o materialista práctico
(agnóstico)? ¿He rechazado o negado la existencia de Dios?
- ¿He orado muy poco o casi nada,
olvidándome de ofrecerle al Todopoderoso mi trabajo amoroso y de darle gracias
en oración al levantarme, al acostarme y al recibir los alimentos?
- ¿Me he acercado indignamente a recibir
algún sacramento?
2. ¡No jurar Su Santo Nombre en vano!
“No tomarás en falso el nombre del señor tu Dios”,
(Ex 20, 7; Dt 5, 11; Lv 19, 12)
“Se dijo a los antepasados: no
perjurarás... Pues yo os digo que no juréis en modo alguno” (Mt 5, 33-34).
- ¿He empleado
el nombre de Dios en cosas diferentes a alabarlo, bendecirlo y glorificarlo?
- ¿He abusado
del nombre de Dios, es decir, he usado inconvenientemente el nombre de Dios, de
Jesucristo, del Espíritu Santo, de la Santísima Virgen María o de algún santo?
- ¿He hecho
promesas a otras personas en el nombre de Dios, comprometiendo el honor, la
fidelidad, la veracidad, y la autoridad divinas?
- ¿He
blasfemado contra Dios, es decir, le he faltado al respeto en las expresiones
que se refieren a Él?
- ¿He jurado en
falso o sin necesidad?
- ¿He
perjurado, es decir, he hecho una promesa que no he tenido intención de
cumplir?
-
¿He jurado hacer algún mal? Y si lo he hecho, ¿he
reparado el daño causado?
3. ¡Santificar las fiestas!
“Recuerda
el día sábado (hoy domingo) para santificarlo. Seis días trabajarás y harás
todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios.
No harás ningún trabajo” (Ex 20, 8-10; Dt 5, 12-15)
“El sábado ha sido
instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo
del Hombre también es Señor del sábado” (Mc 2, 27-28).
- ¿He trabajado o he hecho que otro trabaje,
sin necesidad urgente, en día de precepto?
- ¿He utilizado mi tiempo durante el día
de precepto, en actividades indecorosas u otras diferentes al compartir
familiar y al crecimiento espiritual? (estudio de las Sagradas Escrituras, reflexión
o cualquier otra actividad que favorezca el crecimiento de mi vida interior,
familiar y cristiana)
- ¿He faltado deliberadamente a la
celebración eucarística (la Misa) en algún domingo o día de precepto?
- ¿Me he distraído voluntariamente
durante la Eucaristía y/o he asistido físicamente, pero con “el corazón y la mente
en otro lugar”?
- ¿He observado la abstinencia de los
viernes de Cuaresma? ¿He ayunado el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo?
- ¿Me he confesado al menos una vez al mes?
¿He hecho penitencia y ayuno por mis pecados?
- ¿He guardado la disposición de ayuno
una hora antes del momento de comulgar?
- ¿Me he confesado lo antes posible,
después de cometer algún pecado mortal?
- ¿He ayudado a la Iglesia en sus
necesidades, en la medida de mis posibilidades?
-
¿He comulgado sin estar en gracia de Dios?
¡Amarás a tu prójimo
como a ti mismo!
4. ¡Honrar a padre y madre!
"Honra a tu padre y
a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el señor tu Dios,
te va a dar” (Ex 20, 12)
“Hijos obedeced a vuestros padres en el Señor;
porque es justo. ‘Honra a tu padre y a tu madre’; tal es el primer mandamiento
que lleva consigo una promesa: ‘para que seas feliz y se prolongue tu vida
sobre la tierra’”
a. Hijos
- ¿He
irrespetado a mis padres? ¿No he tenido sincera gratitud y amor hacia ellos?
- ¿He
desobedecido a mis padres o superiores en cosas importantes?
- ¿Tengo un desmedido
afán de independencia que me lleva a recibir de mala manera las indicaciones de
mis padres, simplemente porque me lo mandan? ¿Me doy cuenta de que esta
reacción está ocasionada por la soberbia?
- ¿He amenazado
o maltratado a mis padres de palabra o de obra, o les he deseado algún mal?
- ¿He dejado de
ayudarle a mis padres en sus necesidades espirituales o materiales, estando
dentro de mis posibilidades el hacerlo?
- ¿Me enfado y
peleo con mis hermanos y compañeros? ¿He dejado de hablarme con ellos y no
pongo los medios necesarios para la reconciliación?
- ¿He dado mal
ejemplo a mis hermanos y/o compañeros; he sido egoísta y/o envidioso, queriendo
siempre sobresalir, tener siempre la razón a toda costa?
- ¿Me dejo
llevar del mal genio y me enfado con frecuencia sin motivo justificado?
- ¿Me he
sentido responsable ante mis padres por el esfuerzo que hacen para que yo me
forme, estudiando con intensidad y cumpliendo con todas mis responsabilidades
de formación?
-
¿Respeto toda autoridad justa, a la que estoy sujeto,
y miro a estos superiores como representantes de Dios, el cual los ha
instituido ministros de Sus Dones? (Rm 13, 1-2)
b. Padres
- ¿He degradado
el amor conyugal a una simple procreación de hijos, sin importarme ni hacer
algo por la educación moral y formación espiritual de ellos?
- ¿He dado mal
ejemplo a mis hijos, no cumpliendo con mis deberes religiosos, familiares o
profesionales?
- ¿Siempre he
corregido a mis hijos con firmeza, con justicia y amor, buscando con ello su
bienestar y primordialmente la salvación de sus almas?
- ¿He cumplido con
la responsabilidad de evangelizar a mis hijos desde la primera edad, mediante
la enseñanza de la sana doctrina, mi testimonio de vida cristiana y ciñéndome a
la Palabra de Dios?
- ¿He prevenido
e instruido a mis hijos sobre las malas compañías, señalándoles los peligros que
como padre estoy viendo al respecto?
- ¿He forzado a
mis hijos a recibir algún sacramento, sin haberles proporcionado la debida
preparación?
- ¿He impedido
que mis hijos sigan la profesión o vocación que Dios les indica y desea para
ellos? Al respecto, ¿les he puesto obstáculos o los he aconsejado mal?
- ¿Permito que estudien
o trabajen en lugares donde corre peligro su alma o su cuerpo?
- ¿He tolerado
escándalos y/o peligros morales o físicos entre las personas que viven en mi
casa?
- ¿Procuro
hacerme amigo de mis hijos, con miras a facilitar la formación que debo darles como
padre? ¿Les doy a conocer en qué consiste la procreación humana, de acuerdo con
el plan de Dios, ajustando mi explicación a su edad y capacidad de comprensión?
- En la vida
familiar, ¿me enojo con facilidad, y me falta la amabilidad que expreso con
extraños?
- ¿He reñido
con mi cónyuge? ¿Ha habido malos tratos
de palabra y/o de hecho?
- ¿He estado
vigilante en todo momento, para que el colegio de mis hijos nunca desvié la
formación que les imparte hacia la llamada “ideología de género”, el aborto, la
anticoncepción o cualquier otra postura contraria a la fe católica?
-
¿En el trabajo o en otra actividad, he ordenado
o establecido conductas contrarias a la dignidad de las personas y a la ley
natural?
5. ¡No matar!
“No matarás” (Ex
20, 13)
“Habéis oído que se dijo a los antepasados: ’”no
matarás’”; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: todo
aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal” (Mt 5,
21-22)
- La vida
humana es sagrada. ¿He matado? ¿He atribuido el derecho de matar de modo
directo o indirecto a un ser humano, a menos que fuese en legítima defensa de
mi vida o de la vida de alguien a quien estuviese defendiendo?
- ¿Le he hecho algo
a alguien con la intención de provocar indirectamente su muerte?
- ¿Le he negado
la asistencia a alguien que se encuentra en situación de peligro?
- ¿He llegado a
herir a alguien? ¿He conducido un vehículo irresponsablemente, colocando en
riesgo mi vida y la de mis acompañantes?
- ¿He
participado con premeditación en cualquier acto donde se le quite la vida a una
persona, o indirectamente y, en este caso, no he hecho todos los esfuerzos
posibles por evitarlo?
- ¿He
participado directa o indirectamente en algún aborto provocado? (Jr 1, 5) (El
que así participa, incurre en excomunión inmediata (con tal drasticidad, la
Iglesia manifiesta la suprema gravedad de este crimen y su “tolerancia cero”
con relación al mismo)).
- ¿He
practicado la eutanasia, es decir, he sido autor material de la muerte de personas
disminuidas, enfermas o moribundas, o he consentido o ayudado a ello por acción
o por omisión?
- Somos
administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. En ese
sentido, ¿he intentado suicidarme? ¿he cooperado voluntariamente en el suicidio
de alguien?
- El escándalo
es la actitud o el comportamiento que induce a otro a hacer el mal. El que
escandaliza se convierte en tentador de su prójimo y puede ocasionarle la
muerte espiritual. En ese sentido, ¿por acción u omisión he escandalizado a alguien,
arrastrándolo deliberadamente a una falta grave? (Tm 18, 6)
- ¿Considero mi
cuerpo como un “valor absoluto”, llegando a sacrificarlo todo para rendirle
culto al mismo, a idolatrar la perfección física y, en particular, el éxito
deportivo?
- ¿He abusado
de la comida, del licor, del tabaco/cigarrillo o de las medicinas?
- ¿He consumido
drogas o sustancias alucinógenas? ¿He producido y/o traficado y/o negociado con
tales sustancias?
- ¿He hecho uso
de mensajes subliminales para dominar la voluntad de las personas? ¿He puesto
en peligro mi salud mental y espiritual, al escuchar música que contiene
mensajes subliminales que incitan a prácticas de violencia, rebeldía y que
blasfeman contra Dios, Jesucristo, el Espíritu Santo, la Santísima Virgen o la
Iglesia Católica?
- ¿He
participado directa o indirectamente en secuestros, actos de terrorismo o
torturas?
- ¿He
participado en amputaciones, mutilaciones o esterilizaciones que son contrarias
a la ley natural o al bien de la persona a quien se le han practicado tales
cosas?
- ¿He ayudado a
los moribundos a mantenerse firmes en su fe, acompañándolos en oración y
cuidando que reciban los sacramentos oportunamente?
- ¿Abrigo en mi
“corazón” un deseo de venganza por el mal que me han causado? (Mt 5, 22)
- ¿Siento odio,
rencor o resentimiento por alguien? ¿Le he deseado el mal? ¿No me esfuerzo por
sanar tales sentimientos? (Mt 5, 44-45)
- ¿He evitado
todo conflicto, pelea o guerra, en la medida de mis capacidades?
-
¿He hecho sufrir inútilmente a algún animal? ¿He sacrificado sin
necesidad la vida de algún animal?
6. ¡No cometerás actos impuros!
“No cometerás adulterio”. (Ex 20, 14; Dt 5, 17)
“Habéis oído que se dijo: ‘”no
cometerás adulterio’” pues Yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola,
ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mt 5, 27-28)
- ¿Me he dejado dominar por las
pasiones? (para dominar las pasiones se requiere, primero que todo, contar con
la gracia de Dios, y por otro lado hacer un esfuerzo reiterado en todas las
edades de la vida, además de la obediencia a los mandamientos divinos, la
práctica de las virtudes morales y, en especial, la fidelidad en la oración).
(La castidad es un don de Dios, una gracia y un fruto del trabajo espiritual).
- ¿He faltado a la castidad por causa
de la lujuria? (deseo o goce desordenado del placer sexual) ¿He faltado a la
castidad por causa de la masturbación?
- ¿He fornicado? (La fornicación
es el acto carnal entre un hombre y una mujer que no están unidos en
matrimonio)
- ¿He manchado mi cuerpo con la
prostitución? ¿Propicio la prostitución o negocio con ella?
- ¿He forzado o agredido sexualmente
a una persona, incluso a mi cónyuge? ¿He cometido incesto?
- ¿He tenido relaciones carnales
homosexuales? (Rm
1, 24-27; I Co 6,10; I Tm 1,10; Gn 19, 1-29)
-
Si tengo tendencias homosexuales instintivas, ¿he
unido en oración mis dificultades al Sacrificio de la Cruz de Cristo, buscando
siempre la práctica de la castidad mediante el dominio de mí mismo y ayudándome
de la gracia sacramental mediante la práctica constante de la Comunión y de los
demás sacramentos?
A. Esposos
- ¿He sido fiel en mi
matrimonio? (Mt 5, 32; 19,6; Mc10,11; I Co 6, 9-10; Os 2,7)
- ¿He roto el contrato
matrimonial, de hecho o a través del divorcio civil, y he hecho pareja con otra
persona? (Mc 10,9)
- ¿He vivido en poligamia? ¿Continúo
teniendo relaciones conyugales ilícitas? Por otra parte, habiendo sostenido
relaciones ilícitas, ¿estoy incumpliendo con los deberes materiales contraídos
con aquella(s) mujer(es) y con los hijos, frutos de tal(es) unión(es)?
- ¿He tenido relaciones incestuosas?
(I Co 5,1, 4-5; Lv 18, 7-20)
- ¿He vivido en “unión libre” o
en concubinato?
- No tengo hijos en mi
matrimonio y, aun así, ¿he evitado la procreación de los hijos?
- En ocasiones es normal que me
tenga que abstener de tener relaciones maritales con mi esposa. Aparte de ello,
cuando tengo relaciones con ella, ¿he utilizado métodos contra natura para
evitar la gestación? (por ejemplo: condón, píldoras, espumas, óvulos,
inyecciones, fármacos anovulatorios, etc.)
- ¿He utilizado o propiciado
métodos anticonceptivos que son micro abortivos? (por ejemplo: la “T”, la “S” y
demás dispositivos intrauterinos, así como también la llamada “pastilla del día
después”)
- ¿He utilizado técnicas de
fecundación artificial (fecundación in-vitro) y de gestación contra natura como
por ejemplo el llamado, “útero alquilado”?
- ¿Me he practicado la
esterilización directa (ligadura de trompas, vasectomía) olvidando así la Voluntad
de Dios cual es la de que el matrimonio debe estar abierto a la procreación de
los hijos?
-
¿He
practicado la interrupción del acto sexual antes de producirse la eyaculación,
para evitar la fecundación? (ver Génesis 38, 9-10)
7. ¡No robar!
“No robarás”
(Ex 20, 15; Dt 5, 19). (Mt 19, 18)
- ¿He tomado, retenido o me he apropiado
injustamente de algún bien ajeno, contra la voluntad razonable de su dueño?
- ¿He defraudado, engañado o estafado a
alguien en algún negocio o actividad comercial?
- ¿He pagado salarios injustos, que no
están acordes con el desempeño de los empleados?
- ¿He elevado los precios de mis bienes,
aprovechándome de la ingenuidad, de la ignorancia o de las necesidades ajenas?
- ¿He participado de alguna manera en actos
de corrupción?
- ¿He trabajado de mala manera, sin desempeñarme
de acuerdo con mis capacidades? ¿He robado tiempo en mi trabajo? ¿He defraudado
a mis patrones?
- ¿He despilfarrado los bienes que Dios
ha puesto a mi cargo?
- ¿He malgastado dinero en cosas suntuarias,
buscando de forma desmedida el placer o el prestigio?
- ¿He causado daño a bienes públicos o
privados?
- ¿He trabajado, colocando el lucro
personal como la norma exclusiva y el fin único de mi actividad económica,
olvidándome, por una parte, de los derechos fundamentales de mis trabajadores
y, por la otra, de realizar mi trabajo también como un servicio al prójimo? (“No
podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6, 24; Lc 16, 13)
- ¿He ayudado a los pobres como un acto
de amor? ¿He practicado las obras de misericordia y la caridad?
- ¿He
dejado de pagar mis deudas pudiendo hacerlo?
- ¿He
dejado de devolver lo que me habían prestado?
8. ¡No darás falso testimonio ni mentirás!
- ¿He defraudado materialmente al fisco,
no pagando los impuestos justos y razonables que hubiesen podido ser utilizados
en beneficio de la comunidad?
- ¿He falsificado documentos o ejecutado
actos engañosos?
- ¿He incumplido promesas o contratos
moralmente justos? ¿He faltado sin justa causa en el cumplimiento de contratos
comerciales, de venta o compra, de arriendo o de trabajo, etc.?
- ¿He hecho trampas en juegos de azar?
- ¿He acusado
falsamente a una persona? ¿He participado indirectamente (me he quedado
callado, no he denunciado) en las acusaciones falsas contra una persona?
- ¿He participado
directa o indirectamente en chismes
o habladurías contra alguien?
- ¿He hablado a las
espaldas de alguien?
- ¿He hecho
juicios temerarios sobre alguien, sin tener certeza de lo que estaba afirmando?
- ¿Soy crítico,
negativo o falto de caridad en mis pensamientos acerca de alguien?
-
¿Mantengo en secreto lo que debe mantenerse confidencial?
9. ¡No consentir pensamientos ni deseos impuros y
no desear la mujer del prójimo!
“No
codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su
siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo” (Ex
20, 17)
“El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su
corazón” (Mt 5, 28)
- ¿He luchado contra los pensamientos impuros? (Ga 5,
16.17.24; Ef 2,3)
- ¿He orado para alcanzar de Dios la gracia de la pureza
y la “limpieza de corazón”?
- ¿He luchado por mantener una mirada pura del otro sexo?
“La vista despierta la pasión de los insensatos” (Sb 15, 5)
- ¿He atentado contra el pudor del cuerpo? ¿No he sido modesto
ni discreto en mi vestir?
- Cuando sobreviene una tentación de pensamiento, ¿lucho
en oración y con toda mi voluntad por erradicar de mi mente tales pensamientos?
- ¿Me he dejado llevar por las presiones de la moda, utilizando
públicamente vestidos o prendas que excitan sensualmente a las personas del
otro sexo, o que causan miradas, deseos o pensamientos indecorosos?
- ¿He participado de alguna manera en pornografía o en
actos o espectáculos exhibicionistas?
-
¿He irrespetado y/o lesionado el pudor en los niños
o adolescentes?
10. ¡No codiciar los bienes ajenos!
“No
codiciarás...nada que sea de tu prójimo” (Ex 20,17).
“Donde esté tu tesoro, allí
estará también tu corazón” (Mt 6, 21).
- ¿He codiciado o deseado los bienes ajenos?
- ¿He caído en la avaricia, es decir, en la
pasión por acumular riquezas materiales y por acaparar poder sobre ellas? “El
ojo del avaro no se satisface con su suerte” (Si 14,9)
- ¿He sentido envidia, es decir, he tenido
sentimientos contrarios al amor, a la bondad ante el bien o el éxito de los
demás? ¿He experimentado un deseo desordenado de poseer u obtener lo mismo que
ha conseguido la otra persona?
- ¿He deseado un mal grave a mi prójimo?
- ¿Siento un apego malsano por los bienes
materiales, olvidándome que me han sido dados por Dios, como una gracia, en
calidad de préstamo y para bien, no solo mío sino de mi prójimo?
- ¿Ocupo
la mayor parte de mi tiempo en acumular riquezas materiales?
- ¿He sido
avaro o mezquino con mis bienes, pudiendo ayudar a otros?
¿Terminaste tu examen de
conciencia?
Ahora que has
terminado tu examen de conciencia, pídele a Dios que te ayude:
- a
experimentar el arrepentimiento sincero por tus pecados,
- a acometer la tarea diaria de corregir lo que
esté errado en tu vida, sea en pensamiento, en palabras, en acciones o en falta
de acción (lo que llamamos pecados de omisión),
- a hacer la mejor confesión posible ante el
sacerdote, sin omitir ningún pecado,
- a reparar el daño causado y a cumplir la
penitencia que te imponga el sacerdote.
- a que ello se
traduzca en un proceso de conversión permanente, en una transformación
constante de tu vida, en una lucha sin tregua por ser fiel a Él, a Su Palabra.
Nos podemos ayudar con
las siguientes oraciones.
El Pésame, como oración para expresar a Dios nuestro
arrepentimiento
Dios
mío, yo me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Pésame por el
infierno que merecí y por el cielo que perdí, pero mucho más me pesa porque
pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como tú. Antes querría haber
muerto que haberte ofendido. Y propongo firmemente no pecar más y evitar
ocasiones próximas de pecado. Amén.
Acto de contrición
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros
hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi
gran culpa, por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles y a los
santos y a vosotros hermanos que intercedáis por mí ante Dios Nuestro Señor. Amén.
Oración para pedir a Dios
el hacer una buena confesión
Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, Santísima
Trinidad, entra en mí. Te entrego mi voluntad y decisiones. Toma posesión de mi
vida. Destruye con Tu presencia el pecado que hay en mí, sus causas, sus raíces
y sus consecuencias. Límpiame y libérame de todo lo que no es de Ti. Ayúdame a
llenarme de Ti. Es por ello que te pido que me impulses y me ayudes a hacer una
buena confesión. Dame el coraje para confesar todo lo secreto que, por temor,
por olvido o por malicia, tengo oculto. Ilumíname y arranca lo escondido para
que en mí no queden huellas de mis malas obras, ni de los defectos del pecado
ajeno. Con la fuerza de la Preciosísima Sangre, derramada por Nuestro Señor Jesucristo,
borra también los efectos y las huellas que mis propios pecados hayan podido
causar en los demás. Dios mío, cicatriza las heridas que
puedan existir en mi corazón y en el de quienes han sufrido por mi causa. Borra
con tu amor todo lo que no sea tuyo. Espíritu santo, ayúdame a centrar mi vida
en la Verdad que es Nuestro Señor Jesucristo, para que manteniéndome en Su
Camino, llegue yo al Padre, para ser uno con Él. Amén, amén, amén.
¿Estás listo para confesar
tus pecados?
Ahora, con el corazón contrito, el arrepentimiento
sincero y el propósito firme de enmienda, acudamos en búsqueda del sacerdote
para confesar todos nuestros pecados.
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Ayudas para mi conversión
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