En Defensa de la Fe


La Doctrina del Santo Abandono a la Divina Providencia

La Perfecta Conformidad con la Voluntad de Dios


(Padre Altamira, Capilla San Pío X, domingo 23 octubre 2022)


TODO EN MARÍA Y POR MARÍA. Y POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO



Queridos hijos:


Este domingo queríamos predicarles sobre un tema que nos es muy querido, muy deseado, pero no alcanzado; un tema que es clave para ustedes y para nosotros, pues significaría nuestra salvación y nuestra santidad, si con la gracia de Dios lo lográramos plenamente. Nos referimos a “EL SANTO ABANDONO A LA DIVINA PROVIDENCIA”, también llamado “La Perfecta Conformidad con la Voluntad de Dios”; allí está toda nuestra salvación y santidad, toda nuestra paz desde ya -aquí en la tierra-, toda nuestra posible felicidad.


Les presentaremos un resumen, con algunos agregados nuestros, de una introducción (“Presentación”), que figura escrita, sin firma de autor, en el comienzo de una obra sobre este tema(1).



He aquí la Esclava del Señor. Hágase en mí según Tu Palabra. La Santísima Virgen María es el modelo de conformidad, de fidelidad a la Voluntad de Dios. Otórganos, Madre Santísima, la perfecta conformidadHe aquí la Esclava del Señor. Hágase en mí según Tu Palabra. La Santísima Virgen María es el modelo de conformidad, de fidelidad a la Voluntad de Dios. Otórganos, Madre Santísima, la perfecta conformidad



El Santo Abandono

Siguiendo las mencionadas palabras, intentaremos dar “las ideas claves”, que constituyen lo esencial de esta materia, la cual, bien comprendida y vivida, basta por sí misma, con la ayuda de la gracia que nunca falta, para llevar al alma a la mayor santidad, y para asegurar la paz incluso aquí en la tierra y aun en medio de tribulaciones.


El gran punto: El abandono total y confiado en Dios, porque Él tiene un plan divino sobre cada uno de nosotros.


Dicho abandono significa, clara y sencillamente, el cumplimiento pleno de la Voluntad de Dios, sea el cumplimiento activo de esa Voluntad, sea el pasivo, y tal como dicha Voluntad se vaya presentando en cada momento que nos toca vivir: a través del cumplimiento de nuestros deberes y obligaciones, a través de cada circunstancia, a través de cada uno de los hechos que nos ocurra, a través de las criaturas que nos rodean, etc.


( + ) Sobre estas últimas, las criaturas, ellas a veces pueden parecernos, a nuestra mirada superficial, como adversas o perjudiciales hacia nosotros, pero sin embargo en el plan divino están ordenadas a nuestro bien y a la gloria de Dios, así como cada una de las circunstancias que nos van ocurriendo.



El Sacramento del Momento Presente

( + ) De la misma manera como las especies eucarísticas velan y ocultan la realidad de la Presencia Divina y Real de Dios, y por eso la Santa Comunión es un sacramentum (un misterio) en el cual las apariencias visibles velan otra realidad invisible; así también los acontecimientos y circunstancias que van entretejiendo nuestra vida igualmente velan y encubren otra realidad invisible, y los mismos no escapan en ningún caso a la amorosa disposición de la Providencia: Bajo dichos acontecimientos y circunstancias, como bajo las especies sacramentales, se oculta la realidad de la acción divina, de la acción de Dios, la cual nos va santificando, la cual va realizando en nosotros, si somos dóciles y fieles, el plan o diseño único e irrepetible que su amor de Padre trazó para cada uno de nosotros desde toda la eternidad.


( + ) Por eso se habla de: "el sacramento del momento presente", todo ese conjunto de circunstancias cotidianas que, en cada momento, nos ponen frente a una obligación que cumplir, a una cruz o dolor que soportar, a una alegría inesperada, a un contratiempo imprevisto o a una tribulación, a una obra a realizar -y a veces realizada y a veces sin poder realizarla-, todos los cuales hechos nunca vienen por obra del azar sino de la Providencia.


Incluso los acontecimientos adversos hacia nosotros, aunque puedan venir de la mala voluntad de algunos, los cuales bien pueden ser su causa inmediata, nunca son su causa última, pues empero aun ellos son siempre medios e instrumentos previstos en el plan del artífice divino, en el plan de Dios, para nuestra vida, para nuestra santificación.



¿Qué es la Santidad?

"Un alma santa no es sino un alma libremente sometida a la acción divina con la ayuda de la gracia"; "hay pues que amar en todo a Dios y a su plan divino; hay que amarlo tal como se presenta, sin desear nada más"; “los deberes de cada momento son las sombras bajo las cuales se oculta la acción de Dios".


LA SANTIDAD SE REDUCE PUES A UNA SOLA COSA: EL CUMPLIMIENTO Y LA FIDELIDAD AL ORDEN DE DIOS, A SU VOLUNTAD. Y esta fidelidad, con la ayuda de la gracia, está por igual al alcance de todos,


-tanto en su práctica activa o hacer la Voluntad de Dios,


-como en su ejercicio pasivo o aceptar lo que Dios dispone que ocurra.


( + ) Por ello, ningún estado y ningún MEDIO es de suyo o per se indispensable para la santidad; ni el estado religioso, ni las largas oraciones, ni las lecturas de la Biblia o las lecturas espirituales, ni las prácticas de penitencia, ni el ejercicio concreto de tales o cuales virtudes o acciones; tampoco los hechos que atañen a la vida seglar, o a cualidades personales: ni el formar una familia y su cuidado, ni el desempeño de un oficio en el mundo, ni la falta de salud física o de estudios, etc. Y AL MISMO TIEMPO NINGUNO DE ELLOS LA EXCLUYE, porque pueden haber sido dispuestos por Dios para nuestra vida y para nuestro actuar; lo importante es hacer lo que Él haya mandado con su Voluntad.


( + ) Todos ellos, los ejemplos nombrados, son medios, y de todos ellos hemos de usar en tanto y en cuanto formen parte del plan de Dios para nosotros; y hemos de saber que son escalones que nos ayudarán a subir hacia nuestra santificación, en la medida en que -aún bajo la apariencia de contradicciones, obstáculos y males- el designio amoroso de Dios los haya dispuesto o permita en nuestro camino.



Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio nos lo enseña

Lo anterior es netamente ignaciano:


-San Ignacio de Loyola nos enseña en sus Ejercicios Espirituales que hemos de ser indiferentes ante las criaturas: Salud o enfermedad, riqueza o pobreza, honor o deshonor, vida larga o vida corta, etc., queriéndolas solamente tanto cuanto nos ayuden a la consecución de nuestro fin para el cual fuimos creados, o dejándolas tanto cuanto nos estorben para dicho fin, que no es otro que dar gloria a Dios y nuestra salvación eterna y santificación.


-Es el someter totalmente nuestra vida y nuestra voluntad a la Voluntad de Dios, es el Principio y Fundamento de San Ignacio, en su primera y segunda parte.(2)


-No es mejor intentar grandes empresas, y acciones heroicas y magnánimas, si lo que Dios nos pide es una vida oculta y anónima, buscando la santidad en el cumplimiento fiel de los pequeños deberes de cada día.


-Pero atención: Tampoco viceversa, es decir, refugiarnos con pusilanimidad y so capa de humildad, en esa oscuridad aparentemente segura, y en “el no ponerse al frente”, si en verdad Dios nos llamaba para esas cosas grandes o magnánimas, las cuales Él con su gracia nos ayudaría a realizar.


-Ni una cosa ni otra, sino sólo la Voluntad de Dios.


-En esto, lo anterior, consiste la santidad. Ella no es buscar concretamente esto o aquello, sino lo que Dios haya dispuesto.



Nuestro Señor Jesucristo nos los enseña

-Y no es otra cosa lo que Cristo nos enseña; ya que todo a lo largo de los Evangelios resalta como su única preocupación y objetivo el cumplir la Voluntad de su Padre: “quae placita sunt Ei facio semper: las cosas que a Él agradan, yo hago siempre... Meus cibus est, ut faciam Voluntatem eius qui misit me: mi alimento es hacer la Voluntad de Él, el cual me envió... Non mea voluntas, sed Tua fiat: no mi voluntad sino la Tuya hágase”. Por eso, la verdadera imitación de Dios Nuestro Señor Jesucristo no consiste en hacer tales o cuales cosas, sino en cumplir su Voluntad, sea la que fuere.



El Psicologismo niega la Verdadera Realización Personal

-La conformidad con la Voluntad de Dios no constituye, en modo alguno, lo que nuestros contemporáneos, intoxicados de psicologismo, condenan diciendo que eso es “una alienación personal”, “una limitación o claudicación a nuestra propia realización personal” frente al plan de Dios; el cual plan nos vendría de afuera, como una imposición arbitraria, y hasta contraria quizás a nuestras propias aspiraciones personales, "querrías ir hacia el Oriente, y te lleva hacia Occidente".


-Pero si caemos bien en la cuenta, y si creemos de veras que Dios es nuestro Padre, y que nos ama con amor infinito, y que por lo tanto quiere para nosotros lo mejor, hay que aceptar su Voluntad, pues Él es el infinitamente sabio, y por ende no puede equivocarse (sin duda que Él ve mucho más allá de nuestros cortísimos alcances), y así sabremos que: Lo que Él haya dispuesto para nuestras vidas, será siempre lo mejor; nada sucede fuera del plan de su Providencia.


-Considerando estas cosas, comprenderemos que Dios no puede hacer, para cada uno de nosotros, un proyecto de vida “mejor”, que aquel que su paternal y amorosa Providencia esbozó DESDE TODA ETERNIDAD para cada uno, como un modelo único e irrepetible. Y por aquí es por donde verdaderamente nos "realizaremos", y nos realizaremos en plenitud, lo cual significa “la única realización personal verdadera”: dar gloria a Dios y alcanzar nuestra propia santidad.



La Verdadera Felicidad, la Verdadera Paz Total

Por otro lado, esto significará nuestra mayor FELICIDAD, dentro de lo que es posible aquí en la tierra, y después la total en el Cielo.


LA PAZ . Siendo esto así, y viviéndolo, cumpliendo plenamente la Voluntad de Dios, HALLAREMOS PLENA Y TOTAL PAZ, suceda lo que suceda dentro o fuera de nosotros. Sabiendo que nada viene sino de la mano paternal de Dios, y para nuestro bien, hallaremos esa paz total, si nos abandonamos confiados en el regazo de su Providencia.


-De esta manera, nada ni nadie podrá turbarnos, y aun aquellos que parecen afligirnos y perseguirnos, e incluso matarnos, los más malvados y animados de las peores intenciones, en el fondo estarán trabajando para nosotros y para nuestra santificación, y se cumplirá siempre aquello de que "para los que aman a Dios, todo concurre a su bien".



En esta Vida no vemos sino el Revés de la Trama

-Así como el operario que trabaja en un gran tapiz, sólo ve los puntos que anuda, y al no conocer en ese momento el diseño total, puede parecerle caótico el entrecruzamiento de hilos y colores; así también nos ocurre a nosotros ahora.


-Pero todos esos puntos anudados forman figuras magníficas, las cuales sólo aparecerán cuando, una vez concluida la obra, se exponga a la vista el lado derecho del tapiz; y así ocurrirá con nuestras vidas.


-"Mientras duró el trabajo", vale decir, durante toda esta vida, en la cual peregrinamos a tientas, y muchas veces no alcanzamos a comprender el designio divino, "toda esa belleza y esa maravilla permanecieron en oscuridad para nosotros".(3)



La Fidelidad al Orden establecido por Dios para nuestras vidas

La perfecta conformidad con la Voluntad de Dios, también llamada la fidelidad al orden establecido por Dios para nuestras vidas, ha hecho toda la santidad de nuestros mayores, sea la de los santos del Antiguo Testamento, sea la de los santos del Nuevo.


Esta conformidad o fidelidad ha hecho la santidad del más grande de todos los santos y ángeles: La Santísima Virgen María, Madre de Dios. Y eso mismo deseamos tener, y eso mismo deseamos pedir a Ella; porque no lo tenemos, porque solos no podemos, pero ciertamente lo deseamos.


“Todo en María y por María”. Otórganos, Madre Santísima, la perfecta conformidad, pues deseamos poder santificarnos.


AVE MARÍA PURÍSIMA




(1) Resumen, con algunos agregados nuestros, tomado del apartado “Presentación” (sin firma de autor), del “TRATADO DEL SANTO ABANDONO A LA PROVIDENCIA DIVINA” del Padre Jean-Pierre de Caussade, Editorial Apostolado Mariano, Sevilla (España). El Padre Jean-Pierre de Caussade, sacerdote jesuita, nació el 7 de marzo de 1675 en la región de Quercy (Francia); muere en Toulouse en 1751, a los 77 años; gran parte de su vida se dedicó a la docencia, a la dirección de almas y a la asistencia espiritual de religiosas, y este tratado recopilado por otros sacerdotes jesuitas, se basa en forma principal en gran parte de su correspondencia y otros escritos.


(2) Por lo demás, esta doctrina se apoya en el más sólido e irrefutable sentido común, pues, con nada glorificaremos tanto a Dios como con reconocer nuestra condición de criaturas, y cumplir así lo más exactamente posible su Voluntad.


(3) Otros aspectos también se deben considerar; por ejemplo: El abandono que también debemos tener en cuanto a conocer lo que Dios obra en nuestra alma, o el grado de progreso espiritual alcanzado, o la comparación entre nuestro propio camino y el de los otros, la indiferencia en cuanto a los medios que nos han de ayudar y la medida en que debemos usarlos, etc.



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