Te comparto la
reflexión correspondiente al Domingo 29 del Tiempo Ordinario Ciclo A 2017, sobre las
lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2017, corresponde al Domingo 22 de Octubre.
La primera lectura pertenece al llamado «Segundo Isaías» o «libro de la consolación» del pueblo de Israel. El profeta Isaías, que ha tenido que anunciar el juicio de Dios, acompaña su mensaje de una nota positiva, un anuncio de consuelo (al pueblo sufriente) y de esperanza (pues habla, en nombre de Dios, de la posibilidad de una nueva etapa de paz, abundancia y comunión con Dios). Para eso Dios usará diversos caminos: 1) Los profetas, garantes de la alianza; 2) Líderes del pueblo, fieles a la alianza; 3) procesos de renovación espiritual y reorganización social; 4) Otros pueblos, fuerzas externas, otras gentes (en este caso se trata de del imperio persa, representado por su rey: Ciro).
El mensaje teológico sobre el que podemos meditar, a través de esta lectura, se centra en 4 aspectos:
1. Dios no es sólo el Dios de Israel, sino que – por ser el creador de todo – es Dios de todos y para toda la humanidad.
2. El llamado de Dios puede llegar a todas las personas (incluyendo aquellas que aún no lo conocen).
3. El pueblo de Israel debe superar la tendencia a adueñarse de Dios: Dios no tiene dueño. Aquí, en el relato, un no-judío aparece como mediación histórica de la acción de Dios.
4. La salvación de Dios puede llegar por caminos no previstos, por rutas insospechadas, desbordando los límites mentales, culturales, geográficos y religiosos que humanamente construimos.
5. La elección de Dios se abre, se extiende a toda la humanidad. Ser elegido por Dios no debe entenderse como una autorización para creerse superior a los demás. Dios nos elige para servir, para ‘ser luz’. Y este servicio debe ser humilde.
Complementando el mensaje de la primera lectura, se nos propone el texto del evangelio de Mateo. Se trata de un pasaje – aparentemente – muy conocido. Desafortunadamente, nos hemos quedado con la frase cliché: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Es necesario saber que este trozo del evangelio pertenece a un contexto más amplio: Por un lado, tiene relación con la costumbre de divinizar al emperador. La gente y el mismo emperador tomaban muy en serio esta divinización.
Por otro lado, tenemos el clima de tensión y controversia entre Jesús y algunos grupos de los fariseos sobre diversos temas. Recordemos que los fariseos se consideraban los grandes conocedores de las Escrituras sagradas. Uno de estos temas candentes era el de los tributos que había que pagar [a nivel interno (en el templo) y a nivel externo, (al imperio)].
Ahora bien: ¿Qué es lo que hay que pagarle a Dios? Nada, porque Él es amor, es gracia, es gratuidad. Una cosa es pagar y otra ofrecer. ¿Qué debemos ofrecerle? A Dios lo que se le debe ofrecer es una vida santa, en el amor. Los otros tributos, frecuentemente onerosos, son consecuencia de las condiciones socio-políticas creadas por los imperios e impuestas a los pueblos dominados (es el caso de Israel respecto al imperio romano, en la época de Jesús). Los más pobres son siempre los más afectados.
Hay, pues, una gran distancia entre el ‘emperador divinizado’ y ‘Dios, el Padre misericordioso’ amado y revelado por Jesucristo. Por tanto, se trata de dos relaciones distintas y no hay que confundirlas.
De hecho, los primeros cristianos fueron obligados a dar culto al emperador (a reconocerlo como dios y señor), pero muchos de ellos se rehusaron a hacerlo, exclamando: Solo hay un Dios, el Creador de todo. Y nuestro único Señor es Jesucristo. Esta actitud les costó la vida a muchos e hizo que las comunidades cristianas fueran objeto de persecución. Este es el trasfondo del libro del Apocalipsis.
Las comunidades cristianas se comprendían como fraternidades, centradas en la búsqueda de la gloria de Dios, desde el seguimiento de Jesús y la vivencia responsable del mandamiento del amor. Claro, por estar en el imperio debían las comunidades cristianas asumir las condiciones que el imperio imponía (como los impuestos), pero en determinados momentos fue necesario asumir una postura crítica y contraria a lo mandado por el imperio (p.e. adorar al emperador como si fuera Dios).
La fe aparece aquí como una instancia crítica que pide discernir, decantar y distinguir las cosas, especialmente cuando las cosas se están confundiendo: Dios es Dios y el emperador no es Dios, es – simplemente – el representante de un poder humano de carácter político-militar. Para hacer un adecuado discernimiento, los valores del Reino (verdad, misericordia, justicia, equidad, dignidad humana) también deben ser usados. Ellos nos sirven no sólo para distinguir entre Dios y el emperador, sino también, para examinar y evaluar al emperador, a ‘los emperadores’ de todos los tiempos (así no se los llame así). No falta quien se quiera ‘endiosar’.
La reflexión de este domingo se cierra con el pasaje de la carta de San Pablo a los Tesalonicenses que nos invita a reflexionar sobre dos preguntas:
1. ¿Qué es lo mejor que podemos desear a otros? La gracia (la presencia y asistencia amorosa y gratuita de Dios) y la paz (valor fundamental que favorece la convivencia y permite la construcción de un mundo diverso, donde quepan todos y todos sean reconocidos).
2. ¿Qué cualidades podemos esperar de una comunidad cristiana? San Pablo nos da algunas pistas. Al escribir a la comunidad cristiana de Tesalónica, el apóstol, identifica algunas (no todas) características de lo que debe llegar a ser una comunidad cristiana: 1) fe activa, 2) amor esforzado, 3) esperanza sostenida.
Pero ¿cómo llegar a ser una comunidad cristiana con estas características? Hay que abrirse a la acción del Espíritu y mantenerse dócil a Él. Por eso san Pablo escribe: “no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda”.
Veamos, ahora, las lecturas:
Llevó de la mano a Ciro para doblegar ante él las naciones
Así
dice el Señor a su Ungido, a Ciro, a quien lleva de la mano: "Doblegaré
ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las
puertas, los batientes no se le cerrarán. Por mi siervo Jacob, por mi escogido
Israel, te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías. Yo soy
el Señor y no hay otro; fuera de mí, no hay dios. Te pongo la insignia, aunque
no me conoces, para que sepan de Oriente a Occidente que no hay otro fuera de
mí. Yo soy el Señor, y no hay otro."
Recordamos vuestra fe, vuestro amor y vuestra esperanza
Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz. Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordemos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo, nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados en Dios, que Él os ha elegido y que, cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda.
Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?" Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: "Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto." Le presentaron un denario. Él les preguntó: "¿De quién son esta cara y esta inscripción?" Le respondieron: "Del César." Entonces les replicó: "Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios."
Terminemos nuestra reflexión orando con el…
Aclamad la gloria y el poder del Señor.
Cantad al Señor un cántico nuevo, / cantad al Señor, toda la tierra. / Contad a los pueblos su gloria, / sus maravillas a todas las naciones. R.
Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, / más temible que todos los dioses. / Pues los dioses de los gentiles son apariencia, / mientras que el Señor ha hecho el cielo. R.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, / aclamad la gloria y el poder del Señor, / aclamad la gloria del nombre del Señor, / entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. R.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, / tiemble en su presencia la tierra toda; / decid a los pueblos: "El Señor es rey, / Él gobierna a los pueblos rectamente." R.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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