Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 25 del Tiempo Ordinario Ciclo C, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2016, corresponde al Domingo 18 de Septiembre.
¿Qué lugar ocupan los pobres en nuestra vida? ¿Es la solidaridad un valor fundamental en nuestra cosmovisión? De la respuesta que demos a estas preguntas dependerá la manera como nos situemos ante los bienes materiales.
En la vida de las personas dedicadas
a la evangelización este punto debe ser claro: una cosa es comprometerse con la
evangelización, asumiendo la tarea, ante todo, como un servicio y, otra -muy
diferente- hacer de la evangelización, primeramente, un negocio. Los valores
del Reino de Dios deben ser prioritarios y, de ellos, deben depender los demás
intereses y motivaciones. No siempre ocurre así, y el modelo termina siendo
invertido. Esto también es válido para todos los creyentes.
Contra los que "compran por dinero al pobre"
Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: "¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?" Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones.
El tema de la adecuada o inadecuada relación con los bienes materiales no es nuevo. Ya el profeta Amós (en el siglo VIII a.C.) denunciaba duramente la actitud de los comerciantes sin escrúpulos, los cuales preocupados en aumentar sus ganancias (cosa también muy común hoy) explotaban a los pobres. Era dinero acumulado sobre el sufrimiento de los pobres. Dios detesta esto y por eso pide al profeta denunciar la situación.
El profeta Amós ejerció su misión durante el reinado del rey Jeroboam II, en una época de prosperidad económica y tranquilidad política interna. El problema del momento es que la brecha entre ricos y pobres creció alarmantemente, la injusticia social alcanzó cotas muy altas y el menosprecio del pobre se hizo pan de todos los días. Ante esta situación, impulsado por Dios, el profeta levantó su voz de protesta, pues la prosperidad de unos se sustentaba en la miseria y el sufrimiento de otros y el sistema de distribución estaba en las manos de comerciantes sin escrúpulos que especulaban con los precios.
Muchas familias, para poder sobrevivir, tuvieron que vender sus tierras, las cuales pasaron a engrosar los latifundios, que se concentraban en pocas manos. Los reclamos de los pobres no surtían efecto, porque los jueces estaban comprometidos (comprados) por las clases poderosas. Este es el contexto en el que Amós actuó: dejó su pequeña aldea y se dirigió a la ciudad en que estaba establecido el rey, para hacer su protesta en nombre de Dios. Se destaca en el texto su lenguaje directo, rudo e incluso grosero, pero claro. La lectura que nos es propuesta hace parte de sus denuncias respecto de las actividades injustas y explotadoras de una clase pudiente y de una clase política indolente.
Los grandes cuestionamientos que hace Amós a estos ricos y poderosos de su tiempo son: ¿No son, acaso, ustedes creyentes en Dios? Y, si lo son ¿cómo explican sus actitudes de indolencia y sus acciones injustas? ¿Acaso la experiencia de fe está desligada del comportamiento ético? ¿Tiene Dios una postura ante estas situaciones injustas? Amós dirá que sí, que la injusticia social es una forma concreta de violar y romper la alianza hecha con Dios. Amós sostiene que cualquier crimen contra los pobres es un crimen contra Dios. Por eso afirma que Dios intervendrá para acabar con la injusticia y la corrupción.
El problema es que las denuncias de Amós bien podrían ser denuncias de lo que sucede en el mundo actualmente. Los problemas parecen repetirse…aunque hayan pasado cerca de 29 siglos. Claro, hoy estamos en un mundo más sofisticado (ciencia, tecnología, industrialización, globalización), pero los problemas y las actitudes de fondo son semejantes.
Todo esto nos hace pensar en la necesaria colaboración y en las sinergias que deben buscar todos los que procuran construir mejores condiciones de vida para todos y una humanidad justa, reconciliada y en paz. Desde el punto de vista cristiano, sería interesante que nos preocupásemos por conocer, interiorizar y vivir a fondo el Pensamiento Social de la Iglesia. En esto hemos hecho muy poco esfuerzo y tal pensamiento está casi ausente de las propuestas pastorales que se diseñan.
Que se hagan oraciones por todos los hombres a Dios, que quiere que todos se salven
Querido hermano: Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: este es el testimonio en el tiempo apropiado: para Él estoy puesto como anunciador y apóstol -digo la verdad, no miento-, maestro de los gentiles en fe y verdad. Quiero que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones.
En el texto de la carta a Timoteo, el autor invita a los creyentes a permitir que en su oración entren las angustias, problemas y sufrimientos de todos. No se habla directamente de la relación con los bienes materiales, pero ya esta apertura de corazón y esta atención a los demás nos ayuda a articular con el tema central de la liturgia. Sin esta actitud de atención a los demás y de compasión nos encerraremos en nuestro egoísmo. El discípulo de Jesús (el creyente cristiano) es invitado a vencer su egoísmo y a entrar en la lógica de la fraternidad y la solidaridad.
En los versículos de esta carta que son propuestos para nuestra meditación, el autor propone algunas orientaciones sobre la oración y la liturgia. Lo importante es tener en cuenta que ellas (la oración y la liturgia) no deben ser vividas, pensadas y sentidas como si fueran algo paralelo a la vida cotidiana. Oramos y celebramos la vida y – al salir de nuestra oración y de nuestra liturgia – lo que se espera es que aquello que celebramos y oramos lo apliquemos a la vida. La vida y la liturgia se retroalimentan mutuamente.
¿Qué destacar de estas orientaciones propuestas por el autor de la carta?
No podéis servir a Dios y al dinero
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. "Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta." Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta." Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero."
En el relato del evangelio, que es una nueva enseñanza de Jesús a sus discípulos, es propuesto el ejemplo de un hombre acusado de mala administración (muy actual, ¿no?) que se da mañas de salir bien librado de las consecuencias nefastas de sus acciones. Es importante percibir que lo que se le valora es la “creatividad” para salir del atolladero no su corrupción.
Notemos que – en este episodio – Jesús se dirige de manera particular a sus discípulos (los Doce), que son representativos de la iglesia, de todos los bautizados, de todos los que han optado por seguir a Jesucristo y configurar su vida según sus enseñanzas.
El mensaje nos sitúa ante el problema del adecuado (sabio) o inadecuado (necio) uso de los bienes materiales. De este mensaje podemos destacar algunos puntos claves:
En la segunda parte del texto, encontramos un conjunto de sentencias de Jesús sobre el uso del dinero. Todo se resume en lo siguiente: hay que saber utilizar los bienes materiales teniendo en cuenta los valores y las exigencias del Reino de Dios. El problema se presenta cuando el mundo que hemos construido da primacía al dinero y deja de lado los valores del Reino e incluso al mismo Dios. Cuando esto sucede, el dinero pasa a ser una especie de ídolo al que se somete la dignidad del ser humano; un ídolo que termina esclavizando a las personas y pervirtiendo las relaciones humanas.
Todo lo anteriormente dicho no debe interpretarse en el sentido de que el dinero y los bienes materiales sean algo intrínsecamente malo, algo despreciable e inmoral de suyo. No. El dinero y los bienes materiales son necesarios para la vida de las personas y de la sociedad. Lo que se advierte es que ellos no deben convertirse en una obsesión, pues – en tal caso – lo que tendremos será seres humanos y sociedades enfermas.
Terminemos nuestra reflexión orando con el…
Alabad al Señor, que levanta al pobre.
Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. R.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R.
Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo. R.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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