En Defensa de la Fe


Domingo 23 del Tiempo Ordinario Ciclo B

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 23 del  Tiempo Ordinario Ciclo B, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2015, corresponde al Domingo 6 de Septiembre.



Dios está comprometido con la tarea de renovar, transformar y recrear.



Isaías 35, 4-7a

Los oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo cantará

 

Decid a los cobardes de corazón: "Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará." Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco un manantial.

 

 

Algunas reflexiones:

 

El autor de este texto escribe en la fase final del exilio que tuvo que vivir el antiguo pueblo de Israel (el pueblo de la Biblia) en Babilonia, hacia el año 550 a.C.

 

En esta etapa del exilio el profeta busca consolar a los exiliados, que están desanimados y frustrados, porque el exilio se extiende y la liberación tarda. De hecho, el pueblo siente y piensa que Dios lo abandonó a su suerte en estas lejanas tierras. Sin embargo, el profeta aparece anunciando que Dios no se ha olvidado de su pueblo, sino que está presente y hará – como lo hizo antes – acciones maravillosas en favor del pueblo con el que pactó la Alianza. Por causa del anuncio del profeta, el pueblo expresa su alegría, pues una nueva etapa ha llegado y la esperanza del retorno a la tierra prometida revive.

 

Efectivamente, es muy difícil para el ser humano tener que vivir sin perspectiva de futuro. Una cosa es sobrevivir y otra vivir con sentido y el sentido está ligado a la esperanza. Dios – a través del profeta – abre nuevamente la esperanza e invita al pueblo a lanzar la mirada hacia el futuro, hacia lo posible. Dios (dice el profeta) se manifestará, traerá la liberación y consolará al pueblo, que ya ha sufrido mucho.

 

Desde el punto de vista del profeta, lo importante de esta nueva intervención de Dios es que el pueblo sea capaz de aprender de la historia pasada, salga de su letargo espiritual y despierte a una nueva vida, que está simbolizada en el texto como una transformación radical: los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos saltan, el desierto se transforma en lago

 

Esta nueva marcha desde el exilio a la propia tierra (la tierra prometida que el pueblo había perdido por su olvido de Dios) será como aquella marcha que hizo, en el pasado, de la tierra de la esclavitud (Egipto) a la tierra de la libertad. El pueblo entiende que lo que Dios le propone es un nuevo éxodo, una nueva experiencia de liberación y de construcción (en este caso, de reconstrucción).

 

El profeta anuncia – con un lenguaje sugestivo – la transformación que se va a operar, que Dios realizará en la medida en que el pueblo lo desee y se comprometa. Lo mismo sucede con nosotros: Dios provoca transformaciones, pero ellas no sucederán sin nosotros.

 

Algunos aspectos que pueden ayudarnos en la reflexión:

 

  • 1.El papel de la esperanza en la vida humana.


  • 2.La relación entre experiencia de Dios y transformación.


  • 3.La experiencia de ser amado por Dios, que permanece fiel.


  • 4.La necesidad de que haya personas que (como el profeta) sean capaces de prestar el servicio de animar a los que están desanimados.




Santiago 2, 1-5

¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres para hacerlos herederos del reino?

 

Hermanos míos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: "Por favor, siéntate aquí en el puesto reservado." Al pobre, en cambio: "Quédate ahí de pie o siéntate en el suelo." Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?

 

 

Algunas reflexiones:

 

Continuamos con la lectura de la carta de Santiago. Recordemos que se trata de una carta que fue dirigida a algunas comunidades cristianas que se encontraban dispersas en Asia Menor. Seguramente se trataba de comunidades formadas, en su mayoría, por cristianos de origen judío, dispersos en el mundo greco-romano, en las regiones próximas a Palestina.

 

El objetivo del autor es exhortar a estos cristianos a no perder los valores fundamentales de la fe: la solidaridad en la convivencia, la sensibilidad hacia el pobre, la capacidad de compartir y la capacidad de traducir en obras y actitudes concretas el amor.

 

El autor deja claro que la verdadera fe (en perspectiva cristiana) no puede ni agotarse ni quedar encerrada en ritos o en discursos bonitos, sino que debe traducirse, en la cotidianidad, en actos concretos, en obras. Por eso el autor escribirá “Muéstrame tu fe sin obras que yo, por mis obras, te mostraré mi fe”

 

En el texto que hoy nos ocupa, el autor insiste en un punto clave: la no discriminación.  Obvio si insiste en el tema es porque el fenómeno existía en estas comunidades… No hemos avanzado mucho; también hoy existe.  El amor verdadero (el que vivió y predicó Jesús) no hace discriminación de personas. Es un amor amplio, para todos, buscando el bien de cada uno, su rescate, su liberación, su transformación integral.  Así debe ser el amor del cristiano, pues – en la comunidad cristiana – todos deben considerarse iguales en dignidad y deben ser reconocidos y respetados por lo fundamental: todos son hijos amados de Dios.

 

El texto propuesto termina con una pregunta (que es de carácter retórico). Esta pregunta busca afirmar el amor profundo que Dios tiene hacia los pobres de este mundo. ¿Cuál es el lugar que ocupan los pobres en las agendas políticas de nuestras sociedades? ¿Qué atención se da a los pobres en el actual mundo globalizado en el que la miseria también está globalizada? ¿Cuál es el lugar que ocupan los pobres en nuestro corazón? ¿Qué hacemos, en concreto, por ellos?

 

En la Biblia la palabra “pobres” (anawim) designa, desde el punto de vista espiritual, a los mansos, los pacíficos, aquellos que se presentan ante Dios sin arrogancia, con sencillez, en actitud de necesitados. Pero desde el punto de vista social, la palabra también es aplicada a aquellos que viven en condiciones de miseria, de exclusión, de sometimiento, de rechazo. La Biblia (y Santiago en su carta) hace referencia a los dos tipos de pobre, o mejor, a las dos dimensiones de pobreza. La enseñanza es clara: nadie debe quedar por fuera de la atención de los seguidores de Jesús y todos debemos – ante Dios – ser pobres.

 

Algunos aspectos que pueden ayudarnos en la meditación:

 

  • 1.Profundizar sobre la noción de cristiano como aquel que asume como propios los sentimientos, las preocupaciones y los valores de Jesús.


  • 2.El sentido espiritual de pobreza como actitud fundamental para vivir una auténtica experiencia de Dios.


  • 3.El lugar de los pobres en el corazón de Dios, en nuestro corazón y en las preocupaciones de la sociedad.


  • 4.La discriminación de personas en la sociedad y también en las iglesias.


  • 5.¿Cuál es nuestra postura ante los dramáticos fenómenos de exclusión, discriminación y pobreza que aquejan a la humanidad?




Marcos 7, 31-37

Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

 

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: "Effetá", esto es "Ábrete". Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: "Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos."

 

 

Algunas reflexiones:

 

Jesús suelta la lengua de un mudo y abre sus oídos. Se trata de un relato en el que se produce una transformación extraordinaria, pues se restauran las capacidades necesarias para vivir algo que es fundamental en el desarrollo de las personas, en la construcción de la vida: los procesos de comunicación. Sin duda, hoy también es importante revisar y restaurar estos procesos.  De hecho, estamos en una etapa de la historia caracterizada por la “conectividad”, pero sufrimos de una profunda deficiencia de comunicación. Más conectados y menos comunicados.

 

Unos oídos que no sirven (el mundo externo no entra). Una lengua que no sirve (el mundo interno no sale). La curación de este sordomudo (más allá de la curación física) nos plantea algo fundamental desde el punto de vista de la fe: Dios no quiere al ser humano aislado ni encerrado, sino abierto, en interacción, encontrándose con los demás, conviviendo constructivamente.

 

Vemos, en este texto, cómo Jesús continúa decididamente su misión. Estamos ya en la fase final de su servicio en la región de Galilea y, poco a poco, se multiplican las reacciones negativas contra Él y contra su proyecto (El Reino de Dios). Este rechazo irá creciendo hasta llevarlo a la muerte en cruz.

 

Las confrontaciones (disputas) que ha tenido con las autoridades judías a propósito de las tradiciones de los antiguos (domingo pasado) fueron la gota de agua que desbordó el vaso.  Jesús decide, entonces, abandonar   el territorio judío e ir al encuentro del mundo pagano (los no judíos): pasa a las ciudades de Tiro y de Sidón (es decir, pasa a la Fenicia, sobre la costa que da con el mar Mediterráneo). Al regreso da un largo rodeo y se interna en la región llamada de la Decápolis (Deca = diez / Polis = ciudad. Es el territorio de las 10 ciudades).  La Decápolis hace referencia a un territorio constituido por 10 ciudades que se formó luego de la conquista de Palestina a manos del imperio romano, hacia el año 63 a.C. Estas ciudades eran de cultura helénica (greco-romanas) y no estaban sujetas a las leyes judías, sino bajo la administración del imperio romano a través de un legado establecido en Siria. Por lo tanto era un territorio considerado por los judíos como pagano, completamente al margen de la salvación.  Pero, curiosamente, es allí donde sucede la sanación del sordomudo.   

 

Este desplazamiento geográfico de Jesús es importante. No es para decirnos que Jesús viajó mucho ni para comentarnos sobre la calidad de su estado físico.  Marcos nos está diciendo – a través de este desplazamiento geográfico - que la salvación de Dios es para todos los pueblos y que no debe quedarse hipotecada en los límites de un pueblo, de una raza, de una religión. 

 

El evangelista Marcos describe con detalle la manera como Jesús cura a este hombre. El texto es, en realidad, una hermosa catequesis sobre la persona y la obra de Jesús que restaura al ser humano, transformándolo (noten la relación con la primera lectura):

 

  • 1.Notemos que el problema no es sólo fisiológico, sino que nos introduce en el universo de la incomunicación (enfermo) / comunicación (curado).


  • 2.Recordemos que en el universo religioso antiguo de Israel (y también de otros pueblos antiguos) las enfermedades físicas eran consideradas consecuencia del pecado (si había enfermedad era porque había pecado). En consecuencia, el sordomudo no podía ser sino un pecador y, por tanto, excluido de la salvación (aquí está la conexión con la segunda lectura). Según las leyes y la comprensión religiosa de la época no tenía derecho a la salvación y, por ser pagano, las cosas empeoraban.


  • 3.En la catequesis de Marcos, el sordomudo representa, entonces, a todos aquellos que viven aislados, encerrados en su mundo, en su autosuficiencia. Representa también a todos aquellos que no tienen (según la manera de pensar de la época) derecho a la salvación, pues por ser pecadores están incapacitados para establecer una relación verdadera con Dios (¿No es un poco atrevido arrogarse este derecho de dejar entrar a unos y excluir a otros de la salvación?). Casos se han visto… Y aún se ven.  ¿No somos, acaso, pecadores todos? ¿No fue Jesús quien dijo que no había venido a buscar a justos (a perfectos) sino a pecadores?


  • 4.Lo importante en el relato es el ENCUENTRO de este hombre con Jesús. Un encuentro transformador (así deberían ser los verdaderos encuentros humanos). El sordomudo comienza a oír, a hablar: es capaz de expresarse y de dejarse impactar por el mundo externo. Recordamos, inmediatamente el texto de la primera lectura: “Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará.”


  • 5.Notemos que no es el hombre sordomudo quien busca a Jesús. Es llevado por otros (Marcos no nos dice quiénes). Es necesario que alguien lo lleve a Jesús, que le ayude a vivir este encuentro. ¿No debe ser este el papel de la comunidad cristiana en relación con quienes no conocen a Jesús? ¿No debe ser este el papel de la comunidad cristiana para con las personas que llegan nuevas y quieren hacer un itinerario espiritual serio?


  • 6.Notemos, además, la discreción de Jesús. No quiere hacer de la salvación un show, un espectáculo. Él actúa, pero lo hace de manera discreta, callada. Marcos lo señala diciendo: “Jesús lo llevó a un lado, apartándolo de la gente”.


  • 7.Jesús toca al sordomudo (tocar es una acción extraordinaria de acercamiento).  Estaba prohibido tocar al enfermo, podía contaminar (y puesto que la enfermedad estaba asociada al pecado, podía contaminar de pecado). Jesús lo hace con la mayor libertad (es la manera que tiene Marcos de afirmar la soberanía que tiene Jesús sobre el mal y la actitud de misericordia extrema hacia el excluido).


  • 8.Finalmente, un detalle especial: “Jesús levantó los ojos al cielo”. Es, claramente, un gesto de invocación dirigido a Dios. Jesús sabe que está actuando en comunión con Dios (su Padre), que está realizando la misión que le fue encomendada y que su acción recibe de Dios su poder. Sin Dios la obra de la salvación sería imposible. Esto es lo que se espera que haga la Iglesia y cada cristiano y cristiana en ella.    

 

Algunos puntos que pueden ayudarnos en nuestra meditación:

 

  • 1.El relato está centrado en la comunicación: ¿Cuál es la calidad de nuestros procesos de comunicación?


  • 2.Las reacciones negativas contra Jesús y su proyecto van creciendo: ¿Cuáles son las reacciones de la gente ante Jesús y su proyecto? Los posibles rechazos ¿de dónde vienen? ¿Tenemos alguna responsabilidad en ello los cristianos?


  • 3.Jesús va a la Decápolis. La salvación es para todos. ¿Tenemos en la Iglesia este espíritu de apertura y de universalidad de la salvación?


  • 4.Jesús levanta los ojos al cielo; ora; vive su vida unido a Dios Padre. ¿Cómo construimos nuestra vida? ¿Qué lugar ocupa Dios en nuestra cotidianidad?


  • 5.La gente al ver lo que Jesús hizo exclama: “Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos." ¿Qué ha hecho Jesús en mi vida? ¿Lo he dejado actuar?

 

Dejemos actuar a Jesús en nuestra vida.

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…



Salmo 146

Alaba, alma mía, al Señor

 

Que mantiene su fidelidad perpetuamente, / que hace justicia a los oprimidos, / que da pan a los hambrientos. / El Señor liberta a los cautivos. R.

 

El Señor abre los ojos al ciego, / el Señor endereza a los que ya se doblan, / el Señor ama a los justos, / el Señor guarda a los peregrinos. R.

 

Sustenta al huérfano y a la viuda / y trastorna el camino de los malvados. / El Señor reina eternamente, / tu Dios, Sión de edad en edad. R.



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