En Defensa de la Fe


Domingo 23 del Tiempo Ordinario Ciclo A 2017

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 23 del  Tiempo Ordinario Ciclo A 2017, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2017, corresponde al Domingo 10 de Septiembre.



La lógica individualista en que estamos inmersos nos va volviendo egoístas.

 

Dicha lógica también entra en la Iglesia y afecta hondamente nuestra manera de entender y de vivir el evangelio. Con frecuencia, se ha ido ‘poniendo de moda’ una ‘manera individualista’ de vivir la fe, según la cual lo importante es ‘que YO me salve’, ‘que YO llegue a la meta’, ‘que YO celebre MI misa’, etc., y todo esto sin que nos interesen los otros.

 

Frente a tal tendencia, la liturgia de este domingo nos pide reflexionar y vivir la fe, pero en clave de corresponsabilidad:


  •        No vivimos solos.

 

  •        Todos, aunque pertenezcamos a distintas culturas y nacionalidades, hacemos parte de una única ‘humanidad’.

 

  •        Todos, habitamos este planeta, que es nuestra casa común y es nuestra corresponsabilidad cuidar de ella.

 

  •        Nadie se salva sólo… Nos salvamos con otros, porque caminamos con otros.

 

En consecuencia, la vida (y la salvación que puede acontecer en ella) es una experiencia esencialmente ‘relacional’.  El compromiso de fe es un asunto personal (que no individual), en el sentido de que el o el NO ante la propuesta de Dios debe ser pronunciado por cada persona.

 

En esta decisión nadie puede substituir a otro. La decisión es intransferible. Pero en cuanto ‘humanidad’ somos una inmensa red de relaciones, un tejido que forma una unidad, y, las decisiones de unos pueden terminar afectando a otros… a todos.  Por tanto, somos responsables de la vida de los otros y, también, de la salud de todo el sistema planetario. Pensemos en cosas concretas:

 

1.    La falta de cuidado en el tratamiento de desechos, terminará contaminando los ríos, el mar, el aire… y todos seremos afectados.

 

2.    La trampa que hacemos ‘en pequeño’, al ser multiplicada por millones de personas, terminan produciendo una sociedad corrupta.

 

3.    La ‘creatividad para el bien’ (reproducida a la enésima potencia) puede transformar países enteros y hacer de este mundo un escenario más humano.

 

Se trata, entonces, de hacer un examen de conciencia y actuar en consecuencia.



“Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”“Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”



Ezequiel 33,7-9

Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre

 

Así dice el Señor: "A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado: "¡Malvado, eres reo de muerte!", y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida."

 

 

Algunas reflexiones

 

Ezequiel fue un profeta del tiempo del exilio. Recordemos que, hacia el siglo VI a.C., el imperio babilónico invadió los territorios ocupados por el antiguo pueblo de Israel y deportó a más de la mitad del pueblo a tierras babilónicas. Algunos hombres piadosos, llenos de fe y guiados por Dios (los profetas) acompañaron a esta parte de la población israelita durante esta dura prueba. Ezequiel fue uno de ellos. 

  

Dios recuerda al profeta que él tiene una tarea: ser vigilante (‘atalaya’). El vigilante está alerta para identificar los peligros y para dar la voz de alerta.

 

Debemos aprender de este rasgo propio de los profetas: debemos aprender a estar atentos a lo que pasa, para alertar y prevenir a los demás. Notemos que no se trata solamente de ‘salvar el propio pellejo’, sino de estar en función del bien (de la salvación) de los otros.

 

Lo que se le pide al profeta es 1) que escuche la voz de Dios, 2) que esté atento a lo que sucede, 3) que sepa analizar la situación y discernir lo que en ella está en armonía con Dios y lo que le es contrario, 4) que logre identificar lo que puede hacerle daño a la comunidad (a los otros), 5) que haga resonar la voz de alarma (que grite, que llame la atención, que corrija, que ‘tire las orejas’…).

 

Esta propuesta es para todos los creyentes y no únicamente para unos pocos.  Si alguien, sabiendo del peligro, no da aviso…es responsable de la catástrofe. Si da aviso y es escuchado, habrá salvado a muchos, habrá servido de ayuda. Si da aviso, pero no es escuchado, la catástrofe sobrevendrá, pero él no será responsable de lo sucedido.

 

  •        ¿Me siento responsable de los demás?

 

  •        ¿Estoy atento a lo que sucede para alertar cuando es necesario?

 

  •        ¿Entiendo la fe como un peregrinar comunitario o la vivo como una empresa individual?

 

 

Romanos 13,8-10

Amar es cumplir la ley entera

 

Hermanos: A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el “no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás” y los demás mandamientos que haya, se resumen es esta frase: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.

 

 

Algunas reflexiones

 

La carta de san Pablo a los romanos es, quizá, el documento síntesis de su pensamiento teológico y de su comprensión de lo que es la vida cristiana. En esta carta, san Pablo ha insistido en varios aspectos claves. Nos ha dicho:

 

1.    Que la fuerza salvadora de Dios actúa en las personas por medio de la fe en Jesucristo.

 

2.    Que el fruto más precioso de la salvación que Dios ofrece es la vida sobrenatural.

 

3.    Que desde ya (hoy) podemos vivir en el Espíritu de Dios y según los valores y tendencias de este Espíritu.

 

4.    Que todos hemos pecado, pero que donde abundó el pecado sobreabundó la gracia.

 

5.    Que toda la humanidad (tanto los del pueblo de Israel como los otros pueblos) pueden conocer a Dios y adorarlo.

    

6.    Que ser bautizado es sumergirse en la vida de Cristo, para reproducir en la propia vida los valores del Reino.

 

7.    Que vivir cristianamente significa hacer de la totalidad de la vida un acto de culto a Dios y, para ello, es necesario no acomodarse al mundo presente.

 

8.    Que el discernimiento es un ejercicio necesario para distinguir lo bueno de lo malo y para hacer el bien.

 

Al llegar a este punto de la carta (capítulo 13), Pablo insistirá en varias cosas:

 

9.    Que el amor es lo esencial de la vida cristiana.

 

10.                   Que no hay que perderse en infinidad de leyes y normas, pues quien ama (de manera profunda y seria) cumple toda la Ley (se refiere a la Ley de Moisés).

 

11.                   Que quien ama a su prójimo no le hace daño. (Notemos que volvemos al tema del prójimo, del otro. Volvemos a la idea de que nadie se salva solo, pues el amor sólo es posible en el contexto de la vida en común).  

 

El apóstol invita a los creyentes a edificar su vida sobre la base del amor.  De esta manera, Pablo entra en perfecta sintonía con la propuesta que hizo Jesús: “Les doy un mandamiento nuevo: Ámense unos a otros; como yo los he amado, así también ámense los unos a los otros.  El amor mutuo entre ustedes será el distintivo por el que todo el mundo los reconocerá como discípulos míos.” (Juan 13, 34-36).

 

Al acentuar la experiencia del amor, San Pablo no está rechazando la Ley (las normas), sino situándola en un horizonte mayor, que le da su verdadero sentido. Quien ama auténticamente a otro no querrá hacerle daño, sino que buscará la forma de ayudarle a crecer como persona y como creyente.

 

Quién se convierte (es decir, quien pone su vida en el horizonte de la relación con Dios) asume el amor como única ‘norma’ de vida y se esfuerza por traducir ese amor en actitudes y compromisos concretos.



Mateo 18,15-20

Si te hace caso, has salvado a tu hermano

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."

 

 

Algunas reflexiones

 

Conocemos este pasaje del evangelio de Mateo. Se trata aquí de una tarea delicada, pero absolutamente necesaria al interior de las comunidades cristianas: la corrección fraterna.

 

Al interior de la comunidad creyente siempre habrá quien falle (algunas veces son los otros; otras veces somos nosotros mismos). Se requiere que alguien (en la comunidad) lo perciba y actúe – con claridad y caridad – para corregir el rumbo. Quien corrige no tendrá como objetivo destruir a quien ha fallado o avergonzarlo, sino ayudarlo a recuperar su norte cristiano.

 

Sin duda, este texto tiene que ver con la aparición de los conflictos al interior de la comunidad cristiana (no hay comunidad que no los tenga).

 

La reflexión sobre la corrección fraterna es una importante catequesis que pretende enfrentar y resolver el problema de los conflictos comunitarios, pero desde la lógica del rescate del otro (el que ha fallado) y no desde la lógica de su destrucción.

 

Parece que – en el contexto en que san Mateo escribe su evangelio – de lo que se trata es de faltas graves en contra de la comunidad. En este sentido san Mateo (a través del texto) busca señalar dos cosas importantes: 1) Hay que evitar el laxismo que conduzca al caos comunitario (que cada cual haga lo que quiera y como quiera, pues todo da igual). 2) Hay que evitar irse al otro extremo, es decir, caer en un rigorismo puntilloso, que ‘prohíbe’ casi por decreto que alguien pueda equivocarse.

 

El evangelista busca una postura equilibrada: resolver los asuntos complicados que se presentan en la comunidad siguiendo la pedagogía de Jesús: 1) contar con que los otros pueden pecar; 2) no olvidar que no se debe ser juez (implacable del otro), pues también nosotros mismos pecamos; 3) partir de un criterio fundamental: no se trata de acabar con el otro, sino de rescatarlo, de ayudarle; 4) hacer la corrección en un clima de discreción y respeto; 5)  contar con el apoyo de la comunidad cristiana; 6) respetar la libertad de la persona a quien se dirige la corrección (podrá escuchar y hacer caso; podrá no escuchar y permanecer en su falta). La expulsión de la comunidad se contempla, pero como una medida extrema que sólo se justifica si la cerrazón de la ‘persona en falta’ es total y si atenta contra la integridad y el bien de la comunidad.

 

¿Nos sentimos corresponsables de la suerte de las personas que hacen parte de la comunidad? La comunidad aparece allí como sujeto de integración y de perdón ¿Son así nuestras comunidades cristianas? ¿Cómo es nuestra manera de corregir?

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…

 

Salmo 95

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón."

 

Venid, aclamemos al Señor, / demos vítores a la Roca que nos salva; / entremos a su presencia dándole gracias, / aclamándolo con cantos. R.

 

Entrad, postrémonos por tierra, / bendiciendo al Señor, creador nuestro. / Porque Él es nuestro Dios, / y nosotros su pueblo, / el rebaño que Él guía. R.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz: / "No endurezcáis el corazón como en Meribá, / como el día de Masá en el desierto; / cuando vuestros padres me pusieron a prueba / y me tentaron, aunque habían visto mis obras." R.




 

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