Te comparto la
reflexión correspondiente al Domingo 21 del Tiempo Ordinario Ciclo A 2017, sobre las
lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2017, corresponde al Domingo 27 de Agosto.
¿Cómo responderías tú a las preguntas que Jesús formuló, en su época, a sus interlocutores? Es un ejercicio que poco hacemos, porque tenemos la tendencia a leer los textos (o escucharlos) como si fueran cosa del pasado. Pero no es así. hay que dialogar con ellos… Hay que dialogar con Jesús y dejarnos interpelar por Él.
Jesús
va de camino, con sus discípulos, hacia Jerusalén. Esto parece algo evidente al
leer los textos. Corremos el riesgo de pensar que es simplemente un itinerario
geográfico. Los estudiosos de la Biblia nos señalan que es un
desplazamiento teológico. Hoy, Jesús sigue caminando con nosotros, pero
¿hacia dónde vamos con Él? O – dicho de otra manera - ¿tenemos una Jerusalén
que nos espera? ¿Cuál es?
Colgaré de su hombro la llave del palacio de David
Así dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio: "Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo. Aquel día, llamaré a mi siervo, a Eliacín, hijo de Elcías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un trono glorioso a la casa paterna."
Algunas reflexiones
El texto del profeta Isaías nos sitúa en la época inmediatamente anterior a la primera deportación del antiguo pueblo de Israel a Babilonia (hacia el año 597 a.C.). Los babilonios, en su ánimo de dominación, optaron por deportar las capas prestantes e instruidas de la sociedad israelita a la región de Mesopotamia: “Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar, con nostalgia de Jerusalén” (escribiría más tarde algún salmista). La deportación significó un duro golpe para la monarquía israelita que se consideraba intocable.
Lo cierto es que la institución monárquica se había pervertido y la reflexión teológica y la institucionalidad religiosa era usada por algunos para legitimar el monopolio del poder, que era usado abusivamente para explotar al pueblo menudo. Los profetas del siglo VIII a.C. (Amós, Oseas, Miqueas, Isaías I), dejaron claros testimonios de su desacuerdo con estos abusos. La Monarquía (el rey, su corte, la aristocracia, los poderosos de la época etc.) entraron en decadencia por su propia corrupción.
Según lo anteriormente señalado se entiende la alusión (en la primera lectura) que se hace de un tal Sobna, que era primer ministro y mayordomo del palacio real de Jerusalén, quien se excedió en sus pretensiones y ambiciones. Entonces apareció el profeta Isaías, quien expresó enérgicamente su oráculo de condenación contra este ministro corrupto y ambicioso. Lo fundamental de su pronunciamiento se resume en:
1. Dios es santo y, por tanto, es alérgico a la corrupción.
2. La fe en Dios comporta una dimensión ética. No se puede ser auténticamente creyente nadando en la corrupción.
3. Las instituciones humanas (todas, aún las más sagradas) están sujetas a procesos de corrupción. Hay que cuidarlas, vigilarlas, purificarlas y, en determinados casos, entender que cumplieron su ciclo y que hay que crear estructuras nuevas, diferentes, que también deberán ser adecuadamente acompañadas.
4. Sólo la fidelidad a Dios permite a las instituciones conservar su transparencia y el nivel moral de sus funcionarios.
5. “Todo lo que un sistema social construye sobre la explotación, el abuso del derecho y la falsedad, termina irremediablemente condenado a la insignificancia.”
¿Qué aplicaciones tiene todo esto en nuestra manera de vivir la
fe? ¿Qué relación tienen estos puntos con el proyecto de construcción de país?
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo." Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Mesías.
Algunas reflexiones
El texto del evangelio vuelve a tocar dos preguntas fundamentales para cada creyente cristiano: ¿Quién es Jesús para ti?
Responder esta pregunta es exigente. Tenemos que asegurarnos que lo que decimos de Jesús brota de nuestra propia experiencia y no simplemente de lo que otros dicen o de los conceptos que nos llegaron ya fabricados. Lo que dices de Jesús ¿lo dices desde tu propia experiencia o desde lo que ‘otros han dicho’?
En realidad, la fe de la iglesia está hecha de estas dos dimensiones: lo que sabemos de Jesús, hoy, ha llegado a nosotros a partir del testimonio de otros (de los Apóstoles), quienes – al vivir la experiencia de pascua - dieron testimonio de Jesús. Esto quiere decir que creemos en Jesús a través de lo que otros dijeron.
Pero esto no basta; es necesario, además de lo anterior, que cada persona que entra en el camino cristiano (tú y yo, hoy) haga su propia experiencia de comunión existencial y personal con Jesucristo. Por eso la segunda pregunta de Jesús debe tocarnos más que la primera: Y Usted [es] ¿quién dice[n] que soy yo?).
Notemos que la escena se produce mientras Jesús camina hacia Jerusalén con sus discípulos. En realidad, teológicamente, lo que esta peregrinación plantea es el proceso existencial con Cristo Jesús, en el que – el seguidor – no sólo aprende de Él, sino que madura espiritualmente con Él hasta hacerse capaz de entrar en su pasión (es decir, viajar y llegar a Jerusalén, entrar en la pasión e ir hasta las últimas consecuencias en el amor). Quede claro, Jesús y sus discípulos no están en un simple paseo, no van a Jerusalén de turismo, van haciendo el camino del Reino de Dios (van haciendo misión).
Las respuestas dadas a la pregunta de Jesús van en ascenso y nos llaman la atención sobre un proceso que todo creyente cristiano debe hacer: el paso progresivo de la dimensión doctrinal (lo que se nos enseña en la catequesis) a la experiencia personal-existencial de comunión vital con Él (la relación personal de amor con Él). No debemos contentarnos simplemente con una colección de verdades, de conceptos aprendidos de memoria. Lo que salva no son los conceptos (aunque estos sean importantes). Lo que salva es la comunión con Dios y la realización de la vida en el amor. Y la prueba de fuego del amor es el prójimo, la convivencia, los otros, la acción de cada día, la comunión con Dios.
Siempre habrá el gentío que habla. ‘Hablar de’… es muy común tanto en la época de Jesús como en la nuestra. Pero una cosa es hablar de Jesús y otra acogerlo amorosamente, en la propia vida, como Mesías (enviado de Dios), como Cristo (ungido de Dios) y como Hijo de Dios (es decir, aquel que está plenamente unido a Dios, en el amor).
Al leer el texto completo del evangelio podemos percibir que lo que el evangelista Mateo nos quiere enseñar es que el discípulo de Jesús (de todos los tiempos) debe pasar por la experiencia de la cruz (de la pasión). Sin esta experiencia no podrá captar la identidad (teológica) de Jesús y no podrá comprender el verdadero alcance de sus palabras y de su praxis misericordiosa. Sólo el amor misericordioso es el camino para llegar a Dios. Esta es la enseñanza fundamental de Jesús.
Él es el origen, guía y meta del universo
¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que Él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A Él la gloria por los siglos. Amén.
Algunas reflexiones
Pablo nos recuerda – desde su propia experiencia de unión con Cristo- la distancia enorme que hay entre los proyectos y pretensiones humanos y la amorosa sabiduría de Dios, que se ocupa, permanentemente, en disponer aquello que es necesario para el auténtico desarrollo del ser humano. ¿Cuál es la diferencia entre conocimiento y sabiduría?
Terminemos nuestra reflexión orando con el…
Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; / delante de los ángeles tañeré para ti, / me postraré hacia tu santuario, / daré gracias a tu nombre. R.
Por tu misericordia y tu lealtad, / porque tu promesa supera a tu fama; / cuando te invoqué, me escuchaste, / acreciste el valor en mi alma. R.
El Señor es sublime, se fija en el humilde, / y de lejos conoce al
soberbio. / Señor, tu misericordia es eterna, / no abandones la obra de tus
manos. R.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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