Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 19 del Tiempo Ordinario Ciclo B, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2015, corresponde al Domingo 9 de Agosto.
Nuevamente la liturgia aborda el tema del hambre humana y de la respuesta que Dios da enviándonos a Jesús (su pan de vida).
El dar de Dios debe inspirar en nosotros dos cosas: humildad para recibir. El autosuficiente no sabe recibir, se siente amenazado por quien le ofrece. Pero – además de humildad – debe brotar en nosotros la generosidad, para saber (es un aprendizaje al que poco le ponemos cuidado) compartir con otros. Nuestra mentalidad individualista nos hace demasiado apegados y dependientes de las cosas y de nosotros mismos.
Con la fuerza de aquel alimento, caminó hasta el monte de Dios
En aquellos días, Elías continuó por el desierto una jornada de camino, y, al final, se sentó bajo una retama y se deseó la muerte: "¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!" Se echó bajo la retama y se durmió. De pronto un ángel lo tocó y le dijo: "¡Levántate, come!" Miró Elías, y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar. Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo: "¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas." Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.
Te comparto algunas reflexiones acerca de la lectura anterior:
A través de la historia del profeta Elías comprendemos que, en la vida, hay momentos de desánimo, pero que Dios recarga nuestras fuerzas y nos sostiene para que podamos pasar por este mundo realizando de manera fiel nuestra misión (misión que cada uno debe descubrir, acoger y asumir).
El profeta Elías ejerce su misión profética en el reino del Norte (Israel) hacia el siglo IX antes de Cristo. El pueblo está viviendo una experiencia de sincretismo religioso y muchas personas tienden a abandonar la fe y a desvirtuar la alianza en perspectiva Yahvista (es decir, con Yahvé). Es la época del rey Acab y de la reina Jezabel, caracterizados – en la narración bíblica - por su voracidad y su falta de escrúpulos.
Elías busca – ante todo – la fidelidad religiosa del pueblo y, para ello, se opone a las mezclas y a la entrada de otros cultos. Por eso se enfrenta radicalmente a la religión cananea que da culto al dios Baal, se enfrenta a los sacerdotes baálicos y plantea una cuestión seria ¿cuál es el verdadero Dios? (1º Re 18).
Elías busca, además, dejar claro que hay una conexión profunda entre la fe en Dios y la práctica de la justicia. Cuando Acab y Jezabel (y la aristocracia) usan su poder para apoderarse de las tierras de otros (el caso típico es el de la viña de Nabot, narrado en el capítulo 21 del 1º libro de los Reyes), el profeta interviene para desenmascarar la injusticia y dejar claro que todo esto es contrario a Dios.
Por causa de su compromiso social, el rey y la reina persiguen a Elías (notemos que este fenómeno se repite en la historia, sin importar lugares, culturas ni religiones). El profeta tiene que huir y llega al desierto. Es en este contexto en que se nos narra la lectura primera de hoy.
Algunos aspectos claves de esta lectura:
A. Levantarse: no darlo todo por perdido; no asumir una actitud derrotista, no desistir. Es interesante que en el nuevo testamento el verbo levantarse es usado para hablar de la Resurrección.
B. Comer: alimentarse. Hay una relación estrecha entre la comida y las fuerzas necesarias para continuar el camino. Claro, aquí debemos asumir este “comer” en dos niveles: el de la comida material (son muchos los seres humanos que no pueden continuar el camino por física hambre) y el de la comida espiritual (no sólo de pan material vive el ser humano y hay un alimento que debemos dar al espíritu. Abunda la “comida espiritual chatarra” (propuestas superficiales, predicaciones huecas tipo nueva era, ideas sin mayor sustento etc. Hay que tener cuidado).
Algunos aspectos claves para nuestra meditación:
1. Las situaciones de incomprensión, soledad y rechazo por las que pasamos o podemos pasar.
2. La fragilidad humana.
3. La dimensión dramática de toda misión, cuando ella es asumida con seriedad y compromiso.
4. La relación entre fe y justicia social: la defensa de los pobres y el fenómeno de la corrupción del poder.
5. La experiencia de la presencia consoladora y fortalecedora de Dios: Dios no está lejos de nosotros ni es insensible a nuestro sufrimiento.
6. La urgencia de dar testimonio de Dios en el mundo y, más precisamente, en el contexto concreto en que nos correspondió vivir.
Es interesante ver que Dios no anula la misión del profeta ni la de Jesús (su Hijo) ni la nuestra. Él se compromete a darnos la fuerza necesaria para realizarla, pero no nos ahorra ni nuestro esfuerzo ni los problemas ligados a ella.
El sentido del texto es claro: ¿Quién no necesita revitalizar su fe y reencontrar el sentido de su estar en el mundo y de su misión en él?
Vivid en el amor como Cristo
Hermanos: No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que Él os ha marcado para el día de la liberación final. Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.
Te comparto algunas reflexiones acerca de la lectura anterior:
El contenido de esta parte de la carta que nos es propuesta no necesita de mayor explicación. Recordemos que la Carta a los Efesios es una carta circular dirigida a las iglesias de Asia Menor que Pablo escribió mientras estaba en prisión por causa de su compromiso con el anuncio del evangelio de Jesucristo. Estamos entre los años 61 y 63 después de Cristo.
En la carta Pablo expone a los creyentes cristianos las exigencias de una auténtica vida cristiana. El objetivo de la carta es exhortar a los cristianos a vivir de forma coherente con el compromiso bautismal. ¿Comprendemos el bautismo como la entrada a un compromiso existencial o, simplemente, como un rito?
Recordemos que, por el bautismo, el creyente se reconoce como morada del Espíritu. Atención al concepto de casa, de morada en lo que él implica existencialmente. Esta experiencia le hace vivir una unión tal con Dios que se considera “de Él, con Él y para Él”. Esta unión – si es real – debe expresarse en las acciones concretas de la vida, en la forma de vivir.
Se trata de una relación personal con Dios, por eso se trata de no entristecerlo o decepcionarlo. Puesto que se trata de una opción es necesario que al acoger el contenido de aquello por lo que se opta (Jesucristo) se suelte (o abandone) todo aquello que no es compatible con Él: el mal y todo aquello que destruye la relación con Dios, con los demás y con el mundo del que hacemos parte. En concreto, el cristiano debe saber que optó por el AMOR, por tanto, debe estar despierto para que el NO-AMOR no lo invada.
Varios aspectos de esta lectura llaman la atención:
Varios aspectos pueden orientar nuestra meditación:
1. El bautismo entendido no como mera tradición o simple rito o como obligación social, sino como una opción en, por y para el amor.
2. El bautismo y la vida cristiana que él expresa ligados a un conjunto de valores considerados constitutivos del seguimiento de Cristo: la verdad, el perdón, la justicia, la bondad, la compasión.
3. La búsqueda de la perfección, pero de lo que se trata es de la perfección en el amor, que es la que ha sido revelada y realizada por Jesús en su servicio al ser humano y en su donación total. Por eso se sugiere que seamos como Dios.
4. La vida cristiana entendida como seguimiento de Jesús, el cual – en la perspectiva de san Pablo – significa pasar de un modo de vivir (el hombre viejo) a otro (el hombre nuevo), es decir, el modo de vida de Jesús, que pasa a permear todas las relaciones y acciones del creyente.
5. El tema de fondo es la coherencia en nuestra vida. ¿Qué podemos decir de nosotros mismos?
En resumen, en esta segunda lectura se nos quiere poner de presente las consecuencias de la opción por Jesucristo. ¿He optado seriamente por Él?
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo", y decían: "¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?" Jesús tomó la palabra y les dijo: "No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios." Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. Nadie ha visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo."
Te comparto algunas reflexiones acerca de la lectura anterior:
San Juan nos presenta a Jesús de Nazaret, pero desde una perspectiva teológica: Él es el pan de vida que responde de manera profunda al hambre de sentido y a la sed de realización del ser humano. Acoger a Jesús, seguirlo y asumir como propio su proyecto es lo que se le propone al creyente. Es en esto en lo que debe centrarse nuestra meditación.
En el Evangelio según san Juan encontramos una serie de catequesis sobre Jesús. En ellas se usan diferentes símbolos para – de manera metafórica – presentar la identidad teológica de Jesús.
Jesús es: 1) el vino de la alegría, 2) el agua viva que vivifica, 3) el pan que da vida, 4) la luz que ilumina a todo hombre, 5) el pastor que compromete su vida por sus ovejas.
En el Evangelio de Juan (también en los otros) se evidencia una oposición a Jesús y a la vida nueva que Él propone y trae. Esa oposición crecerá hasta provocar la muerte de Jesús en Jerusalén. Una muerte que es presentada de diversas formas: como sacrificio de Jesús por la salvación del hombre, como entrega o, como asesinato por rivalidad, incomprensión y fanatismo religioso.
El texto que se nos propone es continuación del discurso del Pan de Vida, que se viene leyendo desde hace dos domingos. Nos presenta un episodio de confrontación entre Jesús y las autoridades judías. En vez de discutir de manera directa el problema de su origen divino, Jesús (en la versión del evangelista Juan) prefiere denunciar la actitud negativa de los judíos ante la propuesta que les está haciendo: les falta apertura de corazón y de mente (quizá también a nosotros); les falta capacidad para aceptar el esfuerzo de ver y comprender de otra manera. A veces la excesiva certeza impide ver otras realidades que están ahí, invisibles. La excesiva seguridad puede hacernos ciegos y sordos (Jn 9).
Recordemos que la expresión “YO SOY” la encontramos en el libro del Éxodo, en relación con la revelación de Dios y de su nombre a Moisés: Ex 3. Con esta expresión el evangelista Juan quiere subrayar el origen divino de Jesús y la legitimidad de su propuesta y proyecto.
Jesús está presente y ofrece no una vida caduca y limitada, sino una vida infinita, completa, realizada. Esa vida es presentada a través de un paralelo teológico entre Él y Moisés, aquel antiguo mediador a través del cual Dios alimentó al pueblo. Pero este nuevo pan es superior al antiguo.
La “vida plena” no se refiere solamente a una vida sin fin, sino a una vida con una calidad única, con un nivel de realización pleno. Ese pan que da Jesús es Él mismo, es su carne (que debe entenderse en el sentido de existencia, a fin de no quedarse en un reduccionismo meramente físico). Cuando el creyente recibe la hostia y la come debe entender que está expresando el encuentro, la acogida y el compromiso con la vida de Jesús.
Algunos aspectos subrayados por el evangelista en su texto pueden orientar nuestra meditación:
1. Estamos en un contexto de confrontación, de crítica: los judíos murmuran contra Jesús. La murmuración, siempre tan presente en la vida humana. Vuelve a aparecer el tema del conflicto, de la oposición, de la tensión entre maneras de vivir. Aunque una gran diversidad de estilos de vida son siempre posibles estamos llamados a discernir y a decidir: no todos los estilos de vida son lo mismo, no todos son equivalentes, no todos conducen al mismo “lugar”. ¿Qué tiene de particular el estilo de vida propuesto por Jesús?
2. Los judíos (a que se alude en el texto) tienen dificultad para asumir la identidad teológica de Jesús, quien ha afirmado ser el Pan de Vida ofrecido por Dios. (Esto es lo que los cristianos afirman de Jesús, al final del primer siglo, que es cuando se escribe el Evangelio de Juan). La identidad teológica de Jesús es un problema cristológico fundamental, pero hay que ir más allá. No se trata de una verdad simplemente doctrinal sino de una experiencia. ¿Quién es Jesús para mí?
3. Los judíos se quedan en un primer nivel, pero no van más allá. Se contentan con lo evidente: es –dicen – el hijo de José y de María. ¿No nos pasará lo mismo? Pero, puesto que en la fe se trata de acceder a una experiencia más profunda, entonces hay que dar un salto cualitativo para poder comprender lo que significan las palabras de Jesús:“Yo soy el pan de vida, que descendí del cielo”.
Hay que dar un salto espiritual para comprender la Eucaristía no como un simple rito sino como una experiencia sacramental en la que Dios habla, en la que se condensa la vida, en la que nos alimentamos espiritualmente. Se requiere otra mirada para descubrir en la vida cotidiana la presencia y la acción de Dios.
¿He podido dar estos saltos que requiere el proceso de maduración espiritual?
Terminemos nuestra reflexión orando con el…
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, / su alabanza está siempre en mi boca; / mi alma se gloría en el Señor: / que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, / ensalcemos juntos su nombre. / Yo consulté al Señor, y me respondió, / me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, / vuestro rostro no se avergonzará. / Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha / y lo salva de sus angustias. R.
El ángel del Señor acampa / en torno a sus fieles y los protege. / Gustad y ved qué bueno es el Señor, / dichoso el que se acoge a Él. R.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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