Los desafortunados pecadores que se duermen en las ilusiones del mundo, y viven como si no existiera el infierno, se verán repentinamente desilusionados por la más espantosa catástrofe. Desde el seno de sus placeres caerán en el abismo del tormento.
(Esta página está pendiente de una revisión final, la cual se hará a la mayor brevedad posible. La publicamos sin embargo en su estado actual, para que ayude desde ya a la salvación de la mayor cantidad posible de almas)
Los desafortunados pecadores que se duermen en las
ilusiones del mundo, y viven como si no existiera el infierno, se verán
repentinamente desilusionados por la más espantosa catástrofe. Desde el
seno de sus placeres caerán en el abismo del tormento.
El desastre del CAFÉ KIVOTO nos ofrece una imagen de la catástrofe mucho más terrible que les espera tarde o temprano.
El Kivoto era un café-teatro de Esmirna, construido en el mar sobre pilotes. Los gruesos pilotes que sostenían la casa por encima de las olas habían sido carcomidos por el agua y el tiempo y habían perdido su fuerza. Era el 11 de febrero de 1873, a las 10 de la noche; 200 personas estaban reunidas allí para ver un espectáculo cómico: se estaban divirtiendo, cuando de repente se oyó un terrible crujido.
En un
instante, todo se estremeció y se derrumbó: la casa con el teatro y los
espectadores se precipitó y fue tragada por el mar. - Una sorpresa más
trágica le espera al hombre mundano: llegará un día en que, desde el
seno de sus placeres, se verá repentinamente precipitado en un mar de
azufre y fuego.
En la noche del 31 de marzo al 1 de abril de 1873, un grande y magnífico barco, el ATLANTIC, se hundió en las costas de Canadá, cerca de Halifax. El número de pasajeros y de la tripulación era de 950, de los cuales 700 perecieron en el naufragio. La mayoría de ellos dormía, cuando el barco, al tocar las rocas, se hundió hasta el fondo casi instantáneamente.
Se vieron envueltos en el mar en medio de su descanso,
se despertaron en el agua y se asfixiaron antes de poder darse cuenta
del terrible accidente que acababa de ocurrir. ¡Un terrible despertar! -
Pero más terrible será el despertar del impío, cuando se encuentre de
repente sumido en el infierno.
El 28 de diciembre de 1879 se produjo el desastre de TAY-BRIDGE. El ferrocarril de Londres a Edimburgo pasa por el río Tay, cerca de Dundee, en un puente de hierro de media legua de longitud. Un terrible huracán, que había levantado las olas y golpeado el puente durante el día, acabó por arrastrar varios de los arcos, a pesar de las traviesas y los pilares de hierro.
Estos arcos cayeron, dejando un hueco que no se veía en la oscuridad. A las siete llegó el tren expreso procedente de Edimburgo, con un centenar de pasajeros; subió al puente fatal y súbitamente, al encontrarse con el vacío, se precipitó al agua.
No se oyó ni un grito; en un abrir y cerrar de ojos las víctimas estaban en el fondo de las aguas. ¡Qué sorpresa, qué cambio tan repentino! - Pero, ¿qué será cuando el pecador se vea en un abrir y cerrar de ojos en el abismo del infierno?
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