En Defensa de la Fe


Segundo Domingo de Cuaresma Ciclo C

Te comparto la reflexión correspondiente al Segundo Domingo de Cuaresma Ciclo C, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2016, corresponde al Domingo 21 de Febrero.



Muy seguramente todos hemos escuchado o usado el verbo transfigurar: “hacer cambiar de figura o aspecto a alguien o algo”. Decimos, por ejemplo: Esta persona, después de su viaje, ha llegado transfigurada. Pero se corre el riesgo de pensar que se trata simplemente de un cambio de aspecto, de algo externo. En realidad, se trata de un estado profundo al que se ha llegado o que se ha producido pero que articula tanto lo externo (el aspecto) con lo interno (la transformación interior). Más aún, el cambio externo es – en este caso – el fruto de un proceso interno que abarca a la persona en su totalidad y que da a la vida un nuevo horizonte, un nuevo sentido, una nueva orientación.  En el horizonte estrictamente cristológico se trata del estado “glorioso” de Jesucristo.

 

Pero, desde la perspectiva cristiana, ¿qué es lo que transforma al ser humano? La respuesta que nos dan los textos bíblicos es contundente: es el amor de Dios, su misericordia y su desmedida donación la que provoca en el creyente una auténtica transformación. El amor tiene el poder de transformar, de transfigurar (de dentro hacia fuera) toda nuestra existencia.

 

Las lecturas de este domingo quieren articular varios elementos que entran en juego en este proceso de transfiguración:

 

1) la fe (primera lectura): Abraham cree en Dios, confía plenamente en Él, acredita en su fidelidad y, por eso, escucha la palabra divina y obedece. En el texto se usa el verbo hebreo AMAN, que expresa: estar firme, mantenerse fiel, ser leal.  Todo esto es lo que se espera del creyente.

 

2) La humildad (segunda lectura): entendida como renuncia a la autosuficiencia y a la pretensión de asegurar la salvación por el propio esfuerzo. Es cierto que la experiencia de la fe reclama nuestra participación y nuestro esfuerzo, pero la salvación – al menos desde la perspectiva espiritual y teológica cristiana – es, ante todo, un don de Dios, una gracia.

 

3) La gloria (Evangelio) entendida como el estado de plenitud y de realización al que nos lleva el amor de Dios, asumido como proyecto de vida, que nos saca del egoísmo y nos conduce al encuentro, a la donación y al servicio.

 

Estos tres aspectos deben ser asumidos como una unidad: no los debemos separar.

 

Como lo hemos venido haciendo, haremos mayor énfasis en la lectura del Antiguo Testamento.



Génesis 15, 5-12.17-18

Dios hace alianza con Abrahán, el creyente

 

En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo: "Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes." Y añadió: "Así será tu descendencia." Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber. El Señor le dijo: "Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra." Él replicó: "Señor Dios, ¿cómo sabré yo que voy a poseerla?" Respondió el Señor: "Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón." Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos: "A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Éufrates."

 

 

Algunas reflexiones

 

Nótese que en el texto no aparece el nombre Abraham, sino Abrán. Más adelante el nombre cambiará: “No te llamarás ya Abrán, sino que tu nombre será Abraham, porque yo te haré padre de muchos pueblos” (Génesis 17, 5). El cambio de nombre es la manera hebrea de aludir a un cambio en la orientación de la vida, a una misión. En la Biblia los nombres están asociados a misiones, a acontecimientos. El cambio de nombre es ya una especie de transfiguración.

 

El texto propuesto nos sitúa en relación con el tema del don de la tierra y la alianza que – en ese contexto- Dios hace con Abrán. Esa alianza se sella siguiendo los rituales de la época (muy extraños a nuestra actual mentalidad), pero el rito expresa el compromiso de Dios con Abrán y de este con Dios. Toda la experiencia religiosa testimoniada en la Biblia nos habla de una alianza de vida, en el amor, entre Dios y el pueblo creyente, entre Dios y cada creyente.  Esto es lo que debemos rescatar ¿Vivo la fe como una experiencia de alianza personal con Dios? ¿Soy consciente de la riqueza y de la seriedad de esta alianza? ¿Me esfuerzo por vivir de manera coherente esta alianza?

 

Como sucede con algunos pueblos en la actualidad, entre los clanes antiguos (nómadas y seminómadas) uno de los mayores sueños (si no el mayor) era el de encontrar una tierra fértil, bien irrigada, para asegurar la vida del clan, su identidad y su desarrollo. Notemos la relación vital que existe entre tierra, identidad, desarrollo y vida. La tierra no es simplemente una realidad material y comercial. Entendemos por qué, en ese contexto, Abrán que está ya anciano se preocupa por lo que va a pasar con él, con su clan, con su descendencia. Sin hijos, todo lo heredará su siervo Eliezer, que era lo estipulado en la jurisprudencia del siglo XV a. C. en estos casos. El siervo heredaba las propiedades de su amo y el derecho al clan, a cambio se comprometía a tratarlo con respeto y a darle una adecuada sepultura.

 

Pero Dios no deja a Abrán sin respuesta: Dios responde, hace alianza con él y le da un signo: mientras el sueño lo vence, Dios mismo cuida del sacrificio que sella la Alianza. Aunque durmamos Dios está ahí, presente, pendiente de nuestra vida, no para substituirnos, sino para orientarnos.

 

Varios aspectos de la lectura propuesta son claves para nuestra experiencia espiritual:

 

1.   Dios nos saca de…: si permanecemos en el mismo lugar no veremos más que lo que nuestros límites nos permiten. Dios nos saca y orienta nuestra mirada. Hay realidades de las que no somos conscientes porque no las hemos mirado, porque algo las invisibiliza y no nos las deja ver. A veces nuestros hábitos, nuestros intereses, nuestros esquemas mentales no nos dejan ver sino parcialidades de lo real.

 

2.   Dios nos invita a mirar: captar lo invisible. La mirada es un tema clave en la Biblia. “He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto” – dice Dios – (Éxodo 3, 7). “Salió Jesús y vio a un publicano, llamado Leví (…) y le dijo: sígueme…” (Lucas 5, 27). Es muy importante VER, pero, más importante aún es CÓMO VEMOS y este CÓMO está asociado a QUÉ VEMOS. ¿Cómo veo? ¿Qué veo?

 

3.   Reconocer la propia limitación y la grandeza de Dios¿Puedes contar las estrellas? Dios es el creador de todo. La autosuficiencia proviene – entre otras cosas – de la no aceptación del propio límite.  Dios no sólo es inabarcable; Él lo abarca todo, lo comprende todo, lo escruta todo. Este tema aparecerá con fuerza en el libro de Job. Job deberá reconocer que es limitado y que, orgullosamente, ha pretendido hablar de cosas que lo superan, que escapan a su capacidad: (recomiendo la lectura de los capítulos 38 a 41 del libro de Job. En el capítulo 42, Job reconocerá su limitación y la grandeza de Dios: “Sé que todo lo puedes, que ningún plan está fuera de tu alcance. (…) He hablado insensatamente de maravillas que me superan y que ignoro.”)  

 

4.   Hay que tener conciencia de con quién estamos tratando“Yo soy el Señor”.  La expresión SEÑOR (en griego KYRIOS) es usada, en la esfera religiosa, para hablar de Dios. Es el nombre de Dios. Al usarlo, al hablar con Dios, el creyente reconoce la grandeza y superioridad de Aquel con quien trata. Dios es el creador, el Totalmente Otro, cercano, pero inabarcable; amoroso, pero dueño de todo lo que existe.

 

5.   La fuerza de la promesa: En la Biblia el caminar del pueblo está inspirado, alimentado y jalonado por la PROMESA de Dios. "A tus descendientes les daré esta tierra”. El testimonio dado por los escritos bíblicos son unánimes al confesar que Dios cumple lo que promete. Él es fiel a su palabra. ¿Cumplo lo que prometo? ¿Qué tan fiel soy a la “palabra dada”?

 

6.   Dios es gratuidad: notemos que – según el relato – Dios no exigió nada a Abrán como contrapartida.  Según el rito, las dos partes (contratantes) debían pasar por el medio de los animales sacrificados: aquí es sólo Dios quien pasa en medio del fuego. La promesa de Dios es, por lo tanto, gratuita e incondicional. ¿Agradezco la gratuidad de Dios? ¿Soy capaz de ser gratuito? ¿Qué importancia se da a la gratuidad en un mundo en el que todo es “negocio”?



Filipenses 3, 20-4,1

Cristo nos transformará, según el modelo de su cuerpo glorioso

 

Hermanos: Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, firmes en el Señor, queridos.

 

 

Algunas reflexiones

 

Desde la prisión (en Éfeso, año 57) Pablo agradece a los cristianos de Filipos la solicitud que han tenido con él, su solidaridad y el apoyo a la obra evangelizadora. Al mismo tiempo, exhorta a los filipenses a mantenerse firmes en la fe y les da noticias de lo que vive, poniéndolos en guardia contra los falsos predicadores de Jesús (en todas las épocas los ha habido y – seguramente – los habrá. Hay que estar atentos).  Estos falsos predicadores parecen ser cristianos judaizantes, que se consideraban perfectos y los únicos poseedores de la verdad, y que exigían a los cristianos provenientes de los otros pueblos (el paganismo o la gentilidad) el cumplimiento de la ley de Moisés. Esto ocasionaba confusión en las comunidades cristianas del mundo helénico (como ésta de Filipos). 

 

Pablo piensa que la postura de estos cristianos judaizantes adolece de orgullo y de autosuficiencia y deja claro que estas actitudes obstaculizan el trabajo de la gracia (la asistencia de Dios en la vida del creyente.)

 

Pablo recuerda a los filipenses la meta: nuestro paso por este mundo es pasajero. “Somos ciudadanos del cielo”, pero esa ciudadanía nos obliga a ser responsables en la manera de vivir en este mundo.  Debe haber un esfuerzo de coherencia. La salvación aún no está consumada; aún está en proceso de “gestación”. Es necesario madurar cada vez más, en el amor.



Lucas 9, 28b - 36

Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió

 

En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con Él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: "Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle." Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

 

 

Algunas reflexiones

 

Según la narración de Lucas, Jesús está desarrollando su misión en Galilea. Está terminando esta etapa de su trabajo, antes de dirigirse a Jerusalén.  Ha anunciado la salvación a los pobres, la liberación a los cautivos y ha hecho patente la gracia de Dios. A estas alturas ya se ha ido consolidando el grupo de sus seguidores (especialmente el grupo apostólico). Ellos han creído en Él, lo han seguido y han puesto su esperanza en Él, pues creen que es el Mesías esperado. Pero Jesús les ha dicho que quien lo quiera seguir debe pasar por la experiencia del sufrimiento, de la persecución, de la incomprensión. Aún más, Él mismo les ha anunciado que será objeto de persecución y que lo torturarán y asesinarán. Esto ha creado una profunda crisis en el grupo.

 

Con todo, antes de subir a Jerusalén, los 3 discípulos (Pedro, Santiago y Juan) reciben, por parte de Dios, la revelación de algo extraordinario: la gloria de Jesús y la afirmación de que Él es, verdaderamente, el Hijo amado.

 

La revelación tiene lugar en lo alto de un monte: en la tradición bíblica el monte simboliza el encuentro con Dios.  Allí acontece la transfiguración y el encuentro de todo el camino andado por el pueblo de Israel en su historia (camino simbolizado en Moisés y Elías; la ley y los profetas) en la persona de Jesús (Moisés y Elías hablan con Jesús).

 

El mensaje central del texto es:

 

1) Jesús es el hijo amado de Dios,

 

2) A través de Jesús llega la salvación esperada,

 

3) El cumplimiento de las Escrituras y de las promesas hechas a Israel se da en la persona de Jesús,

 

4) la liberación definitiva acontecerá en la cruz, por la donación amorosa de Jesús,

 

5) Pero mientras estemos en la historia hay que seguir en misión (por eso no hay que quedarse en lo alto de la montaña, en las 3 tiendas, aunque se la esté pasando muy bien). Hay que descender: abajo, en la falda de la montaña espera el pueblo, la humanidad, la vida cotidiana.

 

Al salir de la Eucaristía volvemos a esa vida cotidiana… Allí también nos acompaña el Señor.

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…



Salmo 26 (25)

El Señor es mi luz y mi salvación.

 

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? R.

 

Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: "Buscad mi rostro." R.

 

Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio. R.

 

Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R.

 

 

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