Te comparto la
reflexión correspondiente a la Solemnidad de la Santísima Trinidad Ciclo C 2019,
sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este
día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 16 de Junio.
No nos salvamos desde una
lógica individual. La salvación solo es posible dentro del horizonte del amor…
Y el amor es eminentemente relacional. Por eso el misterio Trinitario nos
ayuda a comprender que la mejor comunidad es la Trinidad y no puede haber
verdadera Iglesia si ella no tiene como modelo la Trinidad amorosa (Padre, Hijo
y Espíritu).
Veamos las lecturas:
Antes de comenzar la tierra, la sabiduría fue engendrada
Así dice la
sabiduría de Dios: "El Señor me estableció al principio de sus tareas,
"al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remotísimo fui
formada, antes de comenzar la tierra. Antes de los abismos fui engendrada,
antes de los manantiales de las aguas. Todavía no estaban aplomados los montes,
antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba,
ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba el cielo en
la altura, y fijaba las fuentes abismales. Cuando ponía un límite al mar, cuyas
aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo
estaba junto a Él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo
jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos
de los hombres."
A Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado con el Espíritu
Hermanos: Ya que
hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio
de nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos obtenido con la fe el acceso a esta
gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la
gloria de Dios. Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que
la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud,
esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Todo lo que tiene el Padre es mío; el Espíritu tomará de lo mío y os lo anunciará
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará."
Algunas reflexiones
Dios se ha manifestado como Trinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han estado siempre presentes en la historia de la humanidad, actuando amorosamente, creando y salvando. Progresivamente, el antiguo pueblo de Israel (primero) y la Iglesia (nacida de la experiencia pascual) han ido tomando conciencia del carácter trinitario de Dios: Dios es comunidad de amor que crea y salva.
Los textos del Nuevo Testamento nos muestran la dinámica trinitaria de la salvación. Será más adelante, que -a partir del testimonio dejado en tales textos- la Iglesia fue elaborando lo que podríamos llamar la doctrina teológica trinitaria, buscando con ella expresar esta experiencia.
Así, la Iglesia afirma que la iniciativa corresponde al Padre, que envía, a su Hijo Jesús como revelador de su proyecto y testigo pleno de su amor; El Hijo hace posible la realización histórica del proyecto amoroso del Padre, mediante su donación total, y, el Espíritu – habitando cada creyente – hace posible tanto la constitución de la Iglesia como el ejercicio de la misión que le ha sido encomendada: continuar, en la historia humana, la misión de Jesús.
Las lecturas buscan, ante todo, dar testimonio de esta dinámica trinitaria, sin pretender (valga decirlo) encerrar en palabras el misterio de Dios que supera todo lenguaje.
La lectura del libro de los Proverbios es un himno a la sabiduría divina. Dios actúa con sabiduría y nos la comparte para que podamos comprender sus caminos y entrar en comunión con Él. La sabiduría de Dios es inabarcable y trasciende todo conocimiento humano, pero se encarna en la historia (por eso el evangelista Juan nos dice que ‘La Palabra se hizo Carne [se hizo humanidad] y habitó entre nosotros’). Y se encarna para hacer posible que la humanidad perciba, conozca y participe en el proyecto amoroso de Dios, en la vida de Dios.
Lo que se espera del creyente es que abra su mente y su corazón a esta sabiduría, se deje transformar por ella y se torne un instrumento de Dios en el mundo. Es el Espíritu Santo el que hace posible esta compenetración con la sabiduría divina, por eso san Pablo nos recordará – en la carta a los Romanos – que solo quien se deja guiar por el Espíritu de Dios es Hijo de Dios.
En la carta a los Romanos, san Pablo da testimonio de este misterio trinitario que opera para la salvación (justificación) del ser humano. El apóstol nos dice: “Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo... y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”.
El texto del evangelio de san Juan pone el acento en el Espíritu Santo presentado como Paráclito (palabra que significa muchas cosas, entre ellas, abogado, defensor, protector, acompañante). Él nos conduce y nos mantiene en la verdad: la verdad del amor de Dios que ha sido revelada en Jesucristo. La función del Espíritu consiste – entre otras cosas – en ayudar a los creyentes a comprender todo lo dicho y enseñado por Jesús, configurarnos con Jesucristo y apoyar el discernimiento que debemos hacer – en cada circunstancia – para poder dar el testimonio que corresponde.
Notemos que el Espíritu Santo no propone una nueva revelación, sino que conduce a una total comprensión de la persona y del mensaje del Señor Resucitado. Él es el “guía” hacia la “Verdad” de Jesús.
Todos los textos bíblicos de la liturgia de hoy hablan de la profunda relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu y nos recuerdan que no nos salvamos solos. Nos salvamos en comunidad. La fe no es un camino que se hace de manera individual, sino en relación. Por tanto, la Iglesia está llamada a reproducir históricamente, en sí misma, la dinámica relacional de la Trinidad. Ser imagen de la Trinidad en el mundo.
Podemos continuar nuestra reflexión a través de las siguientes preguntas:
1. ¿Cómo podemos reflejar en nuestra vida el ser “comunitario” de Dios, que es Trinidad?
2. ¿Cómo podría fortalecer mi propia docilidad al Espíritu Santo?
3. ¿He comprendido que la experiencia de la fe y de la salvación es un camino relacional y no individual?
Terminemos nuestra reflexión orando con el…
Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? R.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.
Todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo,
los peces del mar, que trazan sendas por el mar. R.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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