Te comparto la reflexión correspondiente a la Solemnidad de la Santísima Trinidad Ciclo A 2017, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2017, corresponde al Domingo 11 de Junio.
La Biblia condensa en una palabra la identidad de Dios: Dios es amor (1 Jn 4,8). Amor personal, total, generoso, universal, incluyente. Un AMOR comunitario que crea comunidad, porque en su origen Dios es comunidad de amor.
Las
lecturas de hoy no buscan hacer un estudio esencialista (ontológico) de Dios,
sino darnos pistas para comprender mejor el testimonio de la Biblia sobre Dios
y captar, con mayor claridad, la dinámica comunitaria de la fe.
Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso
En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él, proclamando: "Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad". Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: "Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cabeza dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya."
Algunos puntos para la meditación:
1. Lo que se nos propone es un encuentro: Notemos que Moisés sube y Dios baja. No se trata simplemente de hacer cosas, o de practicar ritos de los que no se tiene conciencia de su sentido. Se trata de vivir y alimentar una relación personal con Dios. Un ‘tú a tú’ de amor, de cercanía, de compromiso, de transparencia. Pero ¿Con quién nos encontramos? No con un juez implacable; no con un dios cruel que mantiene al ser humano sometido desde una lógica del miedo. El encuentro es con Dios-amor, que se presenta como compasivo y misericordioso. ¿Qué diferencia hay entre vivir en relación con un dios cruel y Dios-amor?
2. La necesidad de un direccionamiento: ¿Para dónde vamos? Con frecuencia nos hacemos o nos hacen esta pregunta. Lo cierto es que sin objetivo y sin meta, cualquier dirección da lo mismo. Toda la Biblia es unánime al recordarnos que nuestra gran meta es permanecer con Dios, llegar al encuentro pleno con Él y, en Él, hallar la realización plena de nuestra condición humana. El objetivo es superar el mal y pasar por el mundo haciendo el bien. Este es el ‘direccionamiento’ propuesto al creyente. Pero, permanentemente, hay riesgo de salirse del camino. Para eso es la Ley (las tablas): es la instrucción, la ayuda que Dios da para permanecer en el camino y no perder de vista ni el objetivo ni la meta.
3. Dios quiere estar con nosotros: Dios baja
para quedarse con Moisés. Pero hay que preguntarnos: Y nosotros ¿Queremos
estar con Dios? Dios desea que sea así, por eso Moisés hace la mejor petición
que se puede hacer: “Que mi Señor vaya con nosotros”.
Pero no basta sólo con querer. Hay que hacer el esfuerzo sostenido; el ‘día a
día’ es muy importante. Hay que pasar a la acción, hay que tomar medidas para
ello. En pocas palabras: hay que asumir un estilo de vida acorde con este
proyecto.
La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo
Hermanos: Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.
Algunos puntos para la meditación:
1. Tres verbos que nos invitan a meditar: Con frecuencia, leemos muy rápido, como si lo importante fuera acabar. Lo importante no es acabar, sino comprender para vivir. Pablo, al escribir a los cristianos de Corinto, les está proponiendo el estilo de vida propio de aquel que sigue a Cristo Jesús:
2. Un mismo sentir y un modo de convivir. No se trata de que pensemos exactamente lo mismo (esto es imposible), pero sí de compartir, acoger y apuntar en la misma dirección. Imaginemos una barca en la que cada uno de los ‘ocupantes’ rema para un lado distinto. Sin duda, nunca llegará ‘a la otra orilla’. Esta unidad en el ‘sentir’ es clave: sentir deseo de amar a Dios y al prójimo; sentir necesidad de Dios; sentir que el otro no es enemigo, sino hermano; sentir aversión al mal; sentir que el mundo puede ser mejor; sentir que esa mejora tiene que ver con nuestro esfuerzo; sentir preocupación por los más frágiles y por los excluidos… etc. Podemos ser unánimes en estos ‘sentires’. De esto se trata. Y todo esto lo podemos acoger, proteger y cultivar construyendo un clima de PAZ. Recordemos que la paz no es simplemente ausencia de guerra o la ausencia de violencia. La paz sólo es posible por el reconocimiento del otro como auténtico ‘otro’; como interlocutor, como prójimo (próximo), como interpelación.
Dios mandó a su Hijo para que el mundo se salve por Él.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
Algunos puntos para la meditación:
Terminemos nuestra reflexión orando con el salmo propuesto por el libro de Daniel
A ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, / bendito tu nombre santo y glorioso. R.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.
Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, / sondeas los abismos. R.
Bendito eres en la bóveda del cielo. R.
A continuación, te ofrezco la reflexión
en audio:
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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