Te comparto la reflexión correspondiente al Quinto Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2015, corresponde al Domingo 8 de Febrero.
¿No es una servidumbre la vida del hombre sobre la tierra? ¿No son sus jornadas las de un asalariado? Como un esclavo que suspira por la sombra, como un asalariado que espera su jornal, así me han tocado en herencia meses vacíos, me han sido asignadas noches de dolor. Al acostarme, pienso: "¿Cuándo me levantaré?". Pero la noche se hace muy larga y soy presa de la inquietud hasta la aurora. Mis días corrieron más veloces que una lanzadera: al terminarse el hilo, llegaron a su fin. Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la felicidad.
Hermanos: Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al
contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el
Evangelio! Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia, merecería ser
recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que se me ha confiado
una misión. ¿Cuál es entonces mi recompensa? Predicar gratuitamente la Buena Noticia,
renunciando al derecho que esa Buena Noticia me confiere. En efecto,
siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número
posible. Y me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me
hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier
precio. Y todo esto, por amor a la Buena Noticia, a fin de poder
participar de sus bienes.
Jesús salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él. Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: "Todos te andan buscando". Él les respondió: "Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido". Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.
Te comparto algunas reflexiones acerca de las lecturas anteriores:
Job está sumido en un gran sufrimiento. Está desilusionado. Se ha conducido bien pero le está yendo mal, mientras que otros se han conducido mal y parecen estar muy bien. ¿No ocurre lo mismo hoy? Entonces surge la pregunta: ¿Para qué ser bueno? ¿Dios no tiene en cuenta el esfuerzo del ser humano por conducirse según la justicia?
Los amigos de Job están habitados por una creencia: al que le va mal es porque ha hecho algo malo y al que le va bien es porque Dios lo ha premiado por su comportamiento. Entonces ¿qué habrá hecho su amigo Job para haber pasado de estar bien (hijos, abundancia económica, un nombre famoso, etc.) a estar mal?
Pero todo el libro fue escrito justamente para asumir una postura crítica frente a esta “ley de la retribución terrena”. No siempre al que le va mal es por consecuencia de su pecado. No todo aquel que parece estar bien y tener éxito está cerca de Dios ni lo que posee es una bendición de Dios.
El cuestionamiento y la protesta de Job es el reflejo del cuestionamiento y de la protesta de muchos seres humanos que les ha tocado asumir una vida de lucha y dificultad y que se esfuerzan muchas veces, más por sobrevivir que por vivir. Es en este sentido que podemos comprender la imagen del mercenario que Job utiliza: el mercenario es el que debe vender sus servicios para sobrevivir, asumiendo causas que ni siquiera son propias.
El libro de Job es una reflexión teológica seria sobre el problema del mal. El mal es un misterio: ¿De dónde sale? ¿Cómo opera? ¿Qué produce? ¿Cómo luchar contra él y vencerlo? La reflexión teológica se ha esforzado en explicarlo (también la filosofía y la psicología). La teología nos dice que no es Dios quien produce el mal y que este surge cuando algo terrible ocurre en el corazón humano. El ser humano deja que ciertas tendencias (egoísmo) entren en su corazón y, cuando esto sucede, todo se tuerce.
Recordemos que el libro de Job es una construcción sapiencial y que no se deben buscar en él datos históricos, sino: 1) Insistir en la experiencia del mal presente en el mundo, 2) Mostrar la relación entre mal y sufrimiento, 3) Señalar el esfuerzo del ser humano por explicarlo (desde distintas instancias y con diferentes marcos de comprensión (uno de ellos el teológico bíblico), 4) Subrayar la dimensión de misterio que hay en este problema.
La superación del mal pide al ser humano buscar una sabiduría especial sin la cual esta tarea es imposible: se trata de una sabiduría espiritual que – en definitiva – lleva al ser humano a descubrir, dejarse habitar y transformar por el amor. ¿Dónde buscar esta sabiduría? San Pablo nos invita a buscarla en Jesucristo y en su Evangelio o, mejor aún, en Jesucristo que es el evangelio (es decir, la Buena Noticia de Dios para todos). Por eso Pablo insiste a los cristianos que ellos deben no sólo acoger este Evangelio y dejarse transformar por él, sino también predicarlo y proclamarlo (con la manera de vivir y con la palabra). Esta no es tarea de unos pocos en la Iglesia, debe ser tarea y responsabilidad de todos, aunque a algunos se les haya encargado de manera especial la tarea de predicarlo, de enseñarlo, de explicarlo (el servicio o ministerio de la Palabra adquiere así una importancia capital). ¿Están encontrando las comunidades cristianas un buen SERVICIO DE LA PALABRA?
En el texto sacado de la 1ª carta a los Corintios, Pablo, que se encuentra respondiendo a las críticas de algunas personas que se le oponen y niegan su autoridad como apóstol de Jesucristo, defiende su misión y declara que no es creyente y que no predica por puro capricho personal, sino porque recibió un llamado, una elección y una vocación especial de Jesucristo e insiste en que se debe a Jesucristo y al Evangelio. Su entrega total dará testimonio de su coherencia… Coherencia a la que no llegaron sus adversarios.
A Pablo le interesa dejar en claro la pureza de su mensaje: no lo hace por negocio ni busca su propio provecho. La historia nos ha mostrado que muchos pretendidos evangelizadores lo hacen como “mercenarios”. Esta libertad espiritual de Pablo es lo que hace de su experiencia algo auténtico y lo que le permite transformarse verdaderamente en servidor, que se adapta a diversas situaciones (aún a las más exigentes) con tal de conducir a otros hacia Jesucristo y asegurarse que Jesucristo sea conocido y amado.
Pablo no hace nada distinto de lo que hizo Jesús. Con esto la liturgia nos quiere mostrar que la vida del creyente no es otra cosa sino la continuación de la vida de Jesús. Sólo que a cada creyente le corresponde – según su tiempo y su contexto – actualizar esta vida de Jesús: su amor, su servicio, sus opciones, su delicadeza, su preocupación por todos los seres humanos, especialmente por los pobres y sufrientes. En efecto, el evangelista Marcos nos muestra a Jesús en acción: entra en la vida de las personas, acompaña su cotidianidad, se hace presente en todos los espacios (lo privado [la casa de la suegra de Pedro] y lo público [fuera de la casa, en la puerta]). Allí se ocupa de los que sufren, de aquellos que son rechazados y marginados (enfermos y poseídos por el mal, que no pueden acceder a la salvación oficial que se ofrece, supuestamente, en el templo).
Nos llama la atención las dos acciones que realiza Jesús: sana y libera. ¿No necesita, acaso, nuestro mundo de estas dos realidades? Vivimos en una sociedad enferma y llena de males: violencia, corrupción, insensibilidad, individualismo, falta de sentido ciudadano, ausencia de escucha, inequidad, etc. Sanar y liberarnos de todo esto debe ser una de nuestras preocupaciones.
El corto relato de la curación (sanación) de la suegra de Pedro nos da varias lecciones: 1) Saber entrar en la vida de los otros (entró en casa de…); 2) Enterarse de lo que pasa (le dicen que la señora está enferma); 3) Acercarse (hay que acortar las distancias y favorecer el encuentro); 4) La tocó (romper esquemas preconcebidos y falsas creencias. Recordemos que en aquel tiempo se creía que si se tocaba al enfermo, la enfermedad le sería trasmitida y junto con ella el supuesto pecado que el enfermo tenía en su interior) 5) Entender la salud (salvación) como una experiencia y una situación que nos lleva a servir (la señora quedó curada y se puso a servirles). El relato es (bajo la forma de una pequeña historia apretada) una extraordinaria catequesis de lo que es (y debe ser) el encuentro con Jesús. Lo más importante de todo esto no son las palabras sino la ACCIÓN.
Terminemos nuestra meditación orando con el...
R/ Nuestro Señor es grande y poderoso, su misericordia no tiene medida.
¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios,
qué agradable y merecida es su alabanza!
El Señor reconstruye a Jerusalén
y congrega a los dispersos de Israel.
Sana a los que están afligidos
y les venda las heridas.
Él cuenta el número de las estrellas
y llama a cada una por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su misericordia no tiene medida.
El Señor eleva a los oprimidos
y humilla a los malvados hasta el polvo.
Por último, te invito a que hagamos juntos la siguiente oración:
Oh Dios, tú escuchas los clamores de la humanidad. Te damos gracias porque en Jesús nos mostraste el proyecto de amor y libertad para toda la humanidad. Pedimos la asistencia de tu Espíritu Santo, para llegar a ser creyentes honestos y libres de todo deseo de dominio o de ganancia. Haz que sepamos ser servidores de todos, especialmente de los olvidados y sufrientes de este mundo.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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