Te comparto la reflexión correspondiente al Quinto Domingo de Pascua Ciclo C, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2016, corresponde al Domingo 24 de Abril.
Contaron a la Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos
En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios. En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
Algunas reflexiones
Pablo y Bernabé se encuentran en el desarrollo de su misión evangelizadora. Evangelizar debe ser una de las preocupaciones centrales de cada creyente cristiano. Este texto del libro de los Hechos se sitúa al final de la primera gran misión, cuando los dos misioneros visitan las comunidades que ya habían fundado (Listra, Iconio, Antioquía y Perge). Todos estos sucesos se desarrollan entre los años 46 y 49 del primer siglo de la era cristiana.
Pablo y Bernabé exhortan a los creyentes a conservar vivo el entusiasmo, que es el que permite afrontar y vencer los problemas que se van presentando en la vida cristiana y en el desarrollo de la misión. Recordemos que, originalmente, la palabra entusiasmo significa “estar inspirado por Dios”. Se trata, entonces, de mantenerse en esta inspiración que hace que se adhiera a una causa (en este caso, la experiencia de seguir a Cristo y de trabajar por el Reino de Dios) y se trabaje por ella.
Jesús, en el evangelio de Mateo (6, 33) nos dice, “Busca primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se te dará por añadidura”. Al exhortarnos de esta manera, Pablo y Bernabé nos hacen caer en cuenta que la misión no fue ni es una obra puramente humana. Es algo que acontece cuando Dios y el ser humano se encuentran; cuando el ser humano se deja encontrar, habitar e impulsar por Dios; cuando se deja guiar por el Espíritu Santo (Hechos 13, 2-3).
El texto nos llama la atención sobre el cuidado que Pablo y Bernabé tienen de sus comunidades. No las dejan solas. Van nombrando presbíteros (la palabra presbítero es de origen griego. Significa anciano, no sólo en el sentido cronológico, sino en el sentido de la madurez, la experiencia, la sabiduría y la solidez que capacitan a una persona y la hacen confiable para conducir – en la fe – a una comunidad).
Sin duda los presbíteros siguen siendo necesarios. ¿Nos preocupamos porque haya presbíteros íntegros para la labor pastoral en la Iglesia? ¿Cómo son los presbíteros de hoy? ¿Hacemos equipo con ellos en el desarrollo de la misión pastoral de las comunidades?
El texto en mención no explica las funciones que desarrollaban estos presbíteros, pero -al leer el conjunto del libro de Hechos y las Cartas de Pablo- podemos ver que ellas están relacionadas con el pastoreo de las comunidades (con su cuidado). Al respecto sería interesante leer y meditar el discurso de Pablo dirigido a los presbíteros de Éfeso en el capítulo 20 del libro de Hechos (Ver Hechos 20, 17-38).
Recordemos que todos los ministerios (servicios) que existen en una comunidad cristiana están subordinados y referidos al bien de la comunidad; no tienen valor absoluto en sí mismos (un pastor no tiene sentido si no hay rebaño y todo lo que hace el pastor es en función del rebaño).
Algunas preguntas para la reflexión:
Dios enjugará las lágrimas de sus ojos
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: "Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado." Y el que estaba sentado en el trono dijo: "Todo lo hago nuevo."
Algunas reflexiones
El libro del Apocalipsis describe la confrontación entre Dios y las fuerzas del mal. El autor del libro insiste en que –a pesar de la persistencia del mal en el mundo- la última palabra será de Dios y el punto de llegada de esta historia será la victoria de Dios sobre el mal, a través de la mediación de su enviado, Cristo, el Cordero. Por eso la lectura de este domingo nos habla de esa meta final, de esa transformación radical:
Pero, para llegar allá hay que mantenerse fieles, firmes en la fe y esto pide discernimiento, valor y perseverancia. Ese mundo nuevo es presentado simbólicamente de varias formas. Hoy se nos presenta una perspectiva de renovación total, inspirada en el libro del profeta Isaías, que – en su tiempo – anunció:
"17 Miren, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. Lo pasado quedará olvidado, nadie se volverá a acordar de ello. 18Llénense de gozo y alegría para siempre por lo que voy a crear, porque voy a crear una Jerusalén feliz y un pueblo contento que viva en ella.” (Isaías 65,17-18)
El autor del libro da a esa creación nueva el nombre de “Jerusalén que baja del cielo” y la comprende como ese universo vital en el que Dios está presente (un universo de salvación habitado por Dios). Es esto lo que debe suceder en nuestras vidas.
Este universo renovado exige un nuevo orden de cosas: una nueva manera de sentir, pensar y actuar. Cuando esta realidad renovada irrumpa, entonces se consumará la unión (presentada como un matrimonio) definitivo entre Dios y la humanidad (que es presentada bajo la figura de la novia que se “adorna” para su esposo, que es Dios).
Recordemos que el símbolo del matrimonio es usado frecuentemente en la Biblia para hablar de la Alianza que Dios hace con el ser humano. Pensemos, por ejemplo, en lo anunciado por el profeta Oseas:
14 Por tanto, he aquí, la seduciré, la llevaré al desierto, y le hablaré al corazón. 15 Le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza. Y allí cantará como en los días de su juventud, como en el día en que subió de la tierra de Egipto. 16 Sucederá en aquel día —declara el Señor— que me llamarás Ishí y no me llamarás más Baalí. 17 Porque quitaré de su boca los nombres de los Baales, y nunca más serán mencionados por sus nombres. 18 En aquel día haré también un pacto por ellos con las bestias del campo, con las aves del cielo y con los reptiles de la tierra; quitaré de la tierra el arco, la espada y la guerra, y haré que ellos duerman seguros. 19 Te desposaré conmigo para siempre; sí, te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en misericordia y en compasión; 20 te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás al Señor.
Algunas preguntas para animar la reflexión:
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en Él. Si Dios es glorificado en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros."
Algunas reflexiones
El Amor es el núcleo de la experiencia cristiana. A Jesús se lo llama MAESTRO, pero lo que Jesús enseña es a amar. Lo que Él quiso revelar con su vida y su ejemplo es el amor de Dios. Lo que Dios quiere es que aprendamos a amar como Él ama. Y amar es un verbo de acción no un sustantivo, es decir, se aprende a amar, amando.
En el evangelio, Jesús se despide de sus discípulos y les deja un testamento. Este testamento no tiene que ver con dinero, sino con un mandamiento, con la orientación fundamental que da el Maestro a sus Discípulos: Les doy (les confío) un mandamiento (uno sólo, que es el esencial; uno sólo para no enredarnos en legalismos).
Pero en esta experiencia del amor hay un detalle que no debemos perder: Jesús no pide a sus discípulos que amen de cualquier manera, sino que amen COMO ÉL HA AMADO, COMO ÉL NOS HA AMADO. La vocación fundamental del ser humano es el AMOR. Dicho de otra manera: sin amor el ser humano pierde su humanidad, se deshumaniza, atrofia su capacidad de crecimiento y de trascendencia.
La primera lectura nos habla de las primeras comunidades cristianas. Es en ellas donde se opera el amor, donde se lo practica. Es allí, en la cotidianidad donde se opta por amar o no amar; es allí donde nos encontramos inmersos en situaciones en las cuales experimentamos que amar no es algo tan evidente. Algunas veces resulta muy difícil. Pero ¿quién ha dicho que tiene que ser fácil? El amor es, fundamentalmente, una opción que reclama esfuerzo y renovación constantes.
Cuando el amor acontece surge realmente la fraternidad. La fraternidad no es solamente un problema ontológico (decir que somos todos hermanos porque procedemos del amor creador del mismo Dios es importante, pero esto no garantiza automáticamente la fraternidad). La fraternidad pasa, entonces, a ser un problema existencial que se verifica en la convivencia (Yo decido reconocer al otro como hermano, tratarlo como tal y alimentar con él la relación dentro de esta perspectiva).
La lectura del libro del Apocalipsis vuelve a mostrarnos la meta final a la cual nos dirigimos, guiados por la fe y viviendo bajo la guía interior del Espíritu: caminamos (no de manera individualista, sino solidaria) hacia un cielo nuevo y una tierra nueva, renovada, transformada, transfigurada en el amor. Es necesario alimentar – desde la esperanza –una sana utopía.
Terminemos nuestra reflexión orando con el…
Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R.
Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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