Quinto Domingo de Pascua Ciclo B 2018
Te comparto la
reflexión correspondiente al Quinto Domingo de Pascua Ciclo B 2018, sobre las
lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2018, corresponde al Domingo 29 de Abril.
- Tanto la vid como la
higuera son, en el Antiguo Testamento, símbolos del pueblo de Dios y de sus
gobernantes: Os 9,10; Jer 24,1-10. Teológicamente debemos focalizarnos en el proyecto
de Dios para este pueblo y en la respuesta que este pueblo da a Dios. Esa
respuesta (su calidad) son los frutos esperados.
- El
fruto que Dios esperaba de Israel era el cumplimiento de las dos exigencias
fundamentales de la Ley: el amor a Dios y el amor al prójimo, expresado en
justicia y rectitud (Is 5,7). Así las cosas, La justicia y el derecho eran las
tareas fundamentales con las cuales Israel debería responder al amor de Dios y
prepararse para el advenimiento de su reinado.
- Lo que Dios le reprocha a
Israel (especialmente a través de los profetas) es que el pueblo no ha dado los
frutos deseados a lo largo de la historia. Al contrario, los profetas denuncian
que el pueblo se ha pervertido, que ha abandonado la Alianza y se ha
transformado en un pueblo generador de injusticias (Jer 8,4-13). El pueblo no
vive la piedad, la justicia, el derecho, la rectitud propuestos por Dios como
proyecto de vida. Es en este sentido que se dice que el pueblo se ha vuelto
estéril. Por eso el profeta Miqueas (hablando en nombre de Dios) dice: “¡Ay
de mí! Me sucede como al que rebusca terminada la vendimia: no quedan uvas para
comer, ni brevas que tanto me gustan”.
- Simbólicamente,
en el evangelio de Marcos, a la higuera (que simboliza al pueblo de Israel) la
conmina Jesús de este modo: «Nunca jamás coma ya nadie fruto de ti», dando
a entender con ello que, puesto que Israel no fue capaz de dar el fruto
esperado, la elección y la misión confiadas se le entregarán a otra ‘mediación
histórica’.
- Así las
cosas, frente a aquel pueblo que había sido infiel a Dios a lo largo de la
historia, Jesús funda un nuevo pueblo, una comunidad humana nueva, con la
vocación de llegar a ser el verdadero pueblo de Dios. Este nuevo pueblo tendrá
a Jesús como ‘piedra angular’, como pastor y como maestro. La identidad le
vendrá de su unión con Jesús (por eso se insiste en el relato del evangelio en
esta unión vital con Jesús), que le comunica el Espíritu Santo. Si la unión es
real, si el amor es auténtico, entonces el fruto bueno vendrá como
consecuencia: “Por sus frutos los conoceréis”.
- Jesús,
en la nueva Alianza, no crea un círculo cerrado, un gueto, sino una comunidad
en permanente conversión y en constante crecimiento. En ella todo miembro tiene
la responsabilidad de su propio crecimiento y del crecimiento de los otros. En
esta comunidad todos comparten la misión. El mayor fruto esperado es llegar a ser
auténticamente humanos, llegar a ser una comunidad nueva que se van realizando
en el amor y que glorifica a Dios con su vida.
- En la alegoría de la vid y
los sarmientos, la sentencia toma la perspectiva de un proyecto de vida: al
negarse a amar y no hacer caso a Jesucristo, el creyente se coloca en la zona
de la reprobación de Dios. El sarmiento que no da fruto es aquel que pertenece
a la comunidad, pero no responde al Espíritu; es el que come el pan, pero no se
asimila a Jesús ni es capaz de hacerlo presente allí donde está.
“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada”
Veamos las lecturas:
Hechos de los Apóstoles 9,26-31
Les contó cómo había visto al Señor
en el camino
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de
juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban
que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.
Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y
cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús. Saulo se quedó
con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente en nombre
del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se
propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo
enviaron a Tarso. La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea, y Samaria.
Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba,
animada por el Espíritu Santo.
- Todos
le tenían miedo, porque no se fiaban que fuera realmente discípulo.
Con frecuencia, tenemos prevenciones hacia otros. Tales prevenciones pueden
tener razones justificadas, pero algunas veces no las tienen… se trata de
prevenciones producidas por prejuicios. Con todo, las situaciones pueden
cambiar y cambiarán si ponemos de nuestra parte y creamos las condiciones para
que tales cambios se produzcan y se consoliden. Todos necesitamos nuevas
oportunidades. Las comunidades cristianas dieron a Pablo la posibilidad de
cambiar y de mostrar que su experiencia de Jesús era real. Es necesario
aprender a confiar, aprender a no poner etiquetas a los demás, aprender a
quitar (destruir) las etiquetas que ya hemos puesto. ¿Qué prejuicios me
habitan?
- Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino. Pablo dio su testimonio. Habló de
su vida, de su camino y de la acción de Jesús en él. ¿Cuál es mi testimonio? ¿Qué puedo
decir acerca de mi propio camino? ¿Cuál ha sido mi experiencia de encuentro con
Cristo?
- Hablaba y discutía también con los
judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. La
intolerancia (de cualquier tipo: social, política, religiosa, étnica) puede
conducirnos a violencias extremas, a odios desmedidos en los que el otro
aparece como enemigo y desaparece como prójimo. Hay que tener cuidado. Pero no
hay que confundir la tolerancia con la aceptación de todo. Debemos discernir.
- La Iglesia (…) se iba construyendo y progresaba en la
fidelidad al Señor, animada por el Espíritu Santo. Esto
es lo que a los cristianos debiera preocuparnos: 1) Que la Iglesia se
construya. Ella no está ya hecha, acabada y perfecta. Nunca lo estará, pero
hacia allá debe caminar. La Iglesia es una construcción permanente y en dicha
construcción cada creyente debe participar. ¿Cómo participo?; 2)
Que la gran preocupación de la Iglesia sea mantenerse fiel a Cristo Jesús,
a su enseñanza, a su amor, a su alianza, a su proyecto, a sus valores. Es una
tarea diaria ¿Cómo me empeño en ello?; 3) Asegurarnos que sea el
Espíritu Santo quien conduzca a la Iglesia, quien anime la vida de cada
creyente ¿Cómo trabajo esta docilidad al Espíritu Santo?
I Juan 3,18-24
Éste es su mandamiento: que creamos y
que amemos
Hijos míos, no amemos de palabra y de
boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y
tranquilizaremos nuestra conciencia ante Él, en caso de que nos condene nuestra
conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. Queridos,
si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto
pidamos lo recibimos de Él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que
le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo,
Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda
sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en Él; en esto conocemos que
permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
- No
amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
Si el amor no se traduce en obras es porque aún no ha madurado. El terreno
concreto que nos permite una revisión seria de nuestra manera de amar son las
relaciones con los demás. ¿Qué puedo decir de mi manera de amar?
- Tenemos
plena confianza ante Dios. La fe es – ante todo – un acto de
confianza. Nuestra experiencia espiritual se quedará débil y superficial si no
aprendemos a confiar en Aquel que nos ama. ¿Confío plenamente en Dios?
¿Confío en el poder del amor? ¿Confío en Jesús para reconocerlo como salvador y
guía?
- Hacemos lo que le agrada. Y
¿Qué es lo que agrada a Dios? Que acojamos la vocación a la cual Él nos
ha llamado: Él nos llama a realizar nuestra humanidad en el amor. Ser
auténticamente humanos por el amor. Este es el gran reto y la gran utopía. Pero
el amor se traduce en misericordia, justicia, respeto, honestidad, solidaridad,
sensibilidad… ¿Puedo decir que hago lo que agrada a Dios?
Juan 15,1-8
El que permanece en mí y yo en él, ese
da fruto abundante
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy
la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da
fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en
mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece
en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid,
vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto
abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo
tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al
fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,
pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que
deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."
- A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca:
Hay vidas estériles, que no sirven para nada, que se desperdician. Estamos en
este mundo para algo, para muchas misiones, para amar, para servir. Quien no
vive para servir no sirve para vivir. ¿Qué frutos he podido producir? ¿Qué
frutos estoy preparando?
- Permaneced en mí, y yo en vosotros:
Desde la óptica del evangelista Juan, es la unión con Cristo la que hace
posible, en nosotros, la producción de frutos. Pero ¿Me esfuerzo para permanecer
con Cristo? ¿Soy consciente de mi relación con Él? ¿Dejo que
Cristo sea mi maestro, mi fortaleza y mi ‘motor’? Él nos
recuerda: Sin mí no podéis hacer nada.
- Si mis palabras permanecen en vosotros…:
Tenemos en qué apoyarnos. Jesucristo nos ha dejado su palabra, su instrucción,
su enseñanza. Pero se requiere más que un buen Maestro y un Buen Pastor. Es
necesario que cada creyente tenga la actitud del auténtico discípulo: deseo de
aprender; humildad para dejarse instruir, corregir y orientar; esfuerzo de
interiorización y paso de la escucha a la práctica. ¿Qué tan buen
discípulo(a) soy?
Terminemos
nuestra reflexión orando con el…
Salmo 22
El Señor es mi alabanza en la gran
asamblea.
Cumpliré mis votos delante de sus fieles. / Los desvalidos
comerán hasta saciarse, / alabarán al Señor los que lo buscan: / viva su
corazón por siempre. R.
Lo recordarán y volverán al Señor /
hasta de los confines del orbe; / en su presencia se postrarán / las familias
de los pueblos. / Ante Él se postrarán las cenizas de la tumba, / ante Él se
inclinarán los que bajan al polvo. R.
Me hará vivir para Él, mi
descendencia le servirá, / hablarán del Señor a la generación futura, /
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: / todo lo que hizo el Señor. R.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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