En Defensa de la Fe


El Purgatorio -Ventajas de la devoción a las almas - Enseñanzas saludables - Santa María de los Ángeles - San Pedro Claver y el negro enfermo - El negro y el Rosario

El alma del difunto le dijo: "¿Por qué no tienes tu Rosario?  Llévalo puesto desde ahora y recítalo por las almas del Purgatorio". Luego, le ordenó que le diese cuatro escudos al Padre Pedro Claver para ofrecer Misas por su alma. Este, informado de lo sucedido, hizo decir las Misas que se pedían y le dio un Rosario al negro. A partir de ese momento, este no dejó de llevarlo puesto y de rezar el Santo Rosario.






El alma del difunto le dijo: ¿Por qué no tienes tu Rosario?  Llévalo puesto desde ahora y recítalo por las almas del Purgatorio. Luego, le pidió al Padre Pedro Claver que ofreciese Misas por su alma.El alma del difunto le dijo: "¿Por qué no tienes tu Rosario? Llévalo puesto desde ahora y recítalo por las almas del Purgatorio". Luego, le ordenó que le diese cuatro escudos al Padre Pedro Claver para ofrecer Misas por su alma. Este, informado de lo sucedido, hizo decir las Misas que se pedían y le dio un Rosario al negro. A partir de ese momento, este no dejó de llevarlo puesto y de rezar el Santo Rosario.





SEGUNDA PARTE



Capítulo 55 - Ventajas - Enseñanzas saludables - Santa María de los Ángeles - San Pedro Claver y el negro enfermo - El negro y el Rosario

Además de los santos pensamientos inspirados por la devoción a las almas, a veces ellas mismas contribuyen directamente al bien espiritual de sus benefactores.

 

En la vida de la beata María de los Ángeles, de la Orden del Carmelo, se dice que apenas se podría creer lo frecuentes que eran las apariciones de almas del Purgatorio, las cuales venían a implorar su ayuda, para luego regresar a agradecerle por su liberación.

 

A menudo hablaban con la beata, le daban consejos útiles para ella o para sus Hermanas, e incluso le revelaban asuntos de la otra vida.

 

El miércoles de la Octava de la Asunción, escribió ella: "Mientras hacía la oración de la tarde, se me apareció una de nuestras buenas Hermanas; estaba vestida de blanco, rodeada de Gloria y Esplendor, y tan hermosa que no encuentro nada aquí abajo con qué compararla”.

 

“Sin embargo, temiendo ser víctima de alguna falsa visión proveniente del diablo, me hice la Señal de la Cruz, pero ella me sonrió y desapareció poco después. Le pedí entonces a Nuestro Señor que no me dejase ser engañada por el diablo”.

 

“A la noche siguiente, la Hermana se me apareció de nuevo, me llamó por mi nombre y me dijo: <<He venido de parte Dios para hacerte saber que ya disfruto de los Bienes Eternos; dile a nuestra Madre Priora, que no es designio de Dios que ella sepa lo que le va a suceder; dile también que ponga su confianza en San José y en las almas del Purgatorio>>.  Dicho esto, desapareció”.

 

Por otra parte, San Pedro Claver, el Apóstol de los Negros de Cartagena de Indias, fue ayudado por las almas del Purgatorio en la labor de su apostolado.

 

No abandonaba las almas de sus queridos negros luego de su muerte. Hacía penitencia, oración, Misas; les aplicaba indulgencias.

 

"Les aplicaba -dice el Padre Fleurian, historiador de su vida- todo lo que dependía de él”.

 

Además, ocurría a menudo que estas almas afligidas, seguras del beneficio que recibían de parte Dios por medio de su intercesión, venían a pedirle la ayuda de sus oraciones. “La delicadeza y la incredulidad de nuestro siglo - añade el mismo autor - no me impedirán relatar algunos acontecimientos.  Podrán parecer dignos de burla por parte de las personas incrédulas. Pero,  ¿acaso no basta con reconocer que Dios es el dueño de las situaciones, y que tales acontecimientos están completamente avalados, de tal forma que puedan tener cabida en la historia escrita para lectores cristianos?”

 

Un negro enfermo, al que el santo había llevado a su habitación y acostado en la cama, tras oír fuertes quejidos en mitad de la noche, se asustó y corrió hacia el Padre Claver. Este estaba arrodillado en oración. "Padre -le dijo el enfermo-, ¿qué es ese ruido enorme que me asusta y me impide dormir?”  El santo le respondió: "Vuelve a acostarte, hijo mío, y duerme sin miedo”.

 

Luego, tras ayudarle a volver a la cama y colocarle la manta sobre la cabeza, abrió la puerta de la habitación, dijo unas palabras y, de repente, cesaron los quejidos.

 

Otros negros estaban ocupados trabajando en una casa alejada del pueblo, y uno de ellos fue a cortar leña a una montaña cercana. Al acercarse al bosque, oyó que alguien lo llamaba desde un árbol.  Levantó la vista hacia el lugar de donde procedía la voz y, al no ver a nadie, quiso huir para reunirse con sus compañeros. Pero fue interceptado en un estrecho corredor, por un espectro espantoso que comenzó a propinarle grandes golpes con un látigo de hierro al rojo vivo. El fantasma le decía: "¿Por qué no tienes tu Rosario?  Llévalo puesto desde ahora y recítalo por las almas del Purgatorio".

 

Luego, la aparición le ordenó que pidiera a la dueña de casa, cuatro escudos que ella le debía, y que se los diese al Padre Claver para ofrecer Misas por su alma. Dicho esto, desapareció.

 

Entre tanto, al oír los golpes y los gritos del negro, sus compañeros corrieron hacia él y lo encontraron más muerto que vivo, magullado por los golpes que había recibido y sin poder pronunciar palabra. Lo llevaron de vuelta a la casa, donde la dueña confesó que debía la suma en cuestión a un negro que había muerto poco tiempo antes.

 

Informado el Padre Claver de lo sucedido, hizo decir las Misas que se pedían y le dio un Rosario al negro. A partir de ese momento, este no dejó de llevarlo puesto y de rezar el Santo Rosario.







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