Un alma del Purgatorio prefiere ese doloroso estado a la vida en este mundo; y la razón para tal preferencia es que en esta vida mortal estamos expuestos al peligro de condenarnos eternamente.
SEGUNDA PARTE
Esta consolación en medio de los más amargos sufrimientos solo puede explicarse por los divinos consuelos que el Espíritu Santo derrama en las almas del Purgatorio.
El Espíritu Divino, por medio de la Fe, la Esperanza y la Caridad, las coloca en la misma disposición que un enfermo que se somete a un tratamiento muy doloroso, pero cuyo efecto será devolverle la perfecta salud.
Este enfermo sufre, pero disfruta de tales sufrimientos saludables.
El Espíritu Consolador da a las almas un contentamiento similar.
Tenemos un ejemplo sorprendente de ello en Pedro Miles, quien fue resucitado por San Estanislao de Cracovia, y que prefirió volver al Purgatorio en vez volver a vivir en la Tierra.
El famoso milagro de esta resurrección ocurrió en 1070.
Así se informa en el Acta Sanctorum del 7 de mayo.
San Estanislao fue obispo de Cracovia cuando el duque Boleslao II gobernaba Polonia. El santo no dejaba de recordarle a este gobernante sus deberes, los cuales violaba escandalosamente delante de todo su pueblo.
Boleslao se irritaba con la santa libertad del prelado; y para vengarse, azuzó contra él a los herederos de un tal Pedro Miles, quien había muerto tres años atrás tras haber vendido un terreno a la Iglesia de Cracovia.
Los herederos acusaron al obispo de haber invadido estas tierras sin pagar al propietario, a pesar de que Estanislao afirmara que había realizado el pago. Como los testigos que debían apoyarlo fueron sobornados o intimidados, el prelado fue declarado usurpador de bienes ajenos y condenado a devolver las tierras en litigio.
Entonces, viendo que la justicia humana no estaba actuando en derecho, Estanislao elevó su súplica a Dios y recibió una repentina inspiración: pidió aplazar por tres días el veredicto, prometiendo traer a Pedro Miles, el vendedor, quien daría él mismo su testimonio. El aplazamiento le fue concedido tan solo por burlarse de él.
El santo ayunó, veló y rezó a Nuestro Señor para que defendiera su causa; al tercer día, después de celebrar la Santa Misa, partió escoltado por sus clérigos y muchos fieles, y llegó al lugar donde estaba enterrado Pedro. Por orden suya se abrió el sepulcro, el cual solo contenía huesos; él los tocó con su báculo pastoral y, en nombre de Aquel que es la Resurrección y la Vida, ordenó al difunto que se levantara.
De repente, aquellos huesos se fortalecieron, se juntaron y se cubrieron de carne; y ante los ojos atónitos de todo un pueblo, se vio al muerto caminar hacia el lugar del tribunal, llevando de la mano al santo obispo.
Boleslao, con su corte y un considerable gentío, esperaban expectantes. "Aquí está Pedro", dijo el santo a Boleslao. "Viene a dar testimonio ante ti, Príncipe. Pregúntale y te responderá”.
Es imposible describir el asombro del Duque, de sus asesores y de toda la multitud. El resucitado afirmó que su tierra había sido pagada; luego, dirigiéndose a sus herederos, les reprochó justamente por haber acusado al piadoso prelado contra todo derecho y justicia; luego les exhortó a hacer penitencia por tan grave pecado.
De este modo, la iniquidad, que creía tener ya el éxito asegurado, fue confundida. Ahora viene la circunstancia que concierne a nuestro tema y que queremos poner de manifiesto.
Deseando completar tan grande milagro para la gloria de Dios, Estanislao propuso al difunto, si deseaba vivir unos años más, en caso de que lo obtuviera de Nuestro Señor. - Pedro respondió que no lo deseaba. Se encontraba en el Purgatorio, pero prefería volver allí de inmediato y sufrir las penas, antes que exponerse al peligro de la condenación en esta vida terrenal.
Solo le rogó al santo que rezara a Dios para que sus sufrimientos se acortaran y pudiera entrar pronto en la Morada de los Bienaventurados. - Después de esto, acompañado por el obispo y una gran multitud, Pedro volvió a su tumba, se acostó de nuevo, e inmediatamente su cuerpo se deshizo, sus huesos se desprendieron y volvió a su estado anterior. - Hay razones para creer que el santo obtuvo rápidamente la liberación de su alma.
Lo que es particularmente notable en este ejemplo y debe llamar nuestra atención, es que un alma del Purgatorio, después de haber experimentado los más crueles tormentos, prefiere ese doloroso estado a la vida en este mundo; y la razón que dicha alma da para tal preferencia es que en esta vida mortal estamos expuestos al peligro de perdernos e incurrir en la condenación eterna.
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