La Misericordia de Dios se ejerce de tres maneras con respecto al Purgatorio: 1) consolando las almas; 2) mitigando sus sufrimientos; 3) dándonos antes de la muerte muchísimas formas de evitar el Purgatorio.
SEGUNDA PARTE
Es cierto que no todos han alcanzado este alto grado de Caridad; pero no hay nadie que no pueda tener confianza en la Divina Misericordia.
Esta Misericordia es infinita y da Paz a todas las almas que la tienen bien presente y confían en Ella.
- Ahora bien, la Misericordia de Dios se ejerce de tres maneras con respecto al Purgatorio: 1) consolando las almas; 2) mitigando sus sufrimientos; 3) dándonos antes de la muerte muchísimas formas de evitar el Purgatorio.
En primer lugar, Dios consuela a las almas del Purgatorio: las consuela por medio de Él mismo, de la Santísima Virgen y de los santos ángeles. Consuela a las almas llenándolas del más alto grado de Fe, Esperanza y Amor Divino, virtudes que producen en ellas la conformidad con la Voluntad Divina, resignación y la más perfecta paciencia.
“El Señor -escribe Santa Catalina de Génova- impregna a las almas del Purgatorio de un movimiento tan atrayente hacia el Amor, que sería suficiente para aniquilarlas si estas no fueran inmortales. Iluminadas e incendiadas por esta caridad pura, aman a Dios y en la misma medida odian la menor mancha que a Él le desagrade y el menor obstáculo que les impida unirse a Él.
De esta forma, si las almas pudiesen descubrir otro Purgatorio, más terrible que aquel en el que se encuentran, tales almas se precipitarían en él, impulsadas vivamente por la impetuosidad del Amor que existe entre Dios y ellas, con el fin de liberarse más rápidamente de todo lo que las separa del Bien Soberano".
"Estas almas -dice además la santa- están íntimamente unidas a la Voluntad de Dios, y tan completamente transformadas en Ella, que siempre están satisfechas con su Santísima Ordenanza”.
- Las almas del Purgatorio ya no tienen voluntad propia; solo pueden querer lo que Dios quiere. Así reciben con la más perfecta sumisión todo lo que Dios les da; y ni el placer, ni el contento, ni el dolor, pueden hacer que se replieguen en sí mismas.
Santa Magdalena de Pazzi, tras la muerte de uno de sus hermanos, habiendo ido al coro a rezar por él, vio su alma en medio de un sufrimiento excesivo. Movida por la compasión, rompió a llorar y gritó con voz lastimera: "¡Hermano, miserable y bienaventurado al mismo tiempo! ¡Oh, alma afligida y sin embargo contenta! Estas penas son intolerables y sin embargo se soportan. ¡Cuánto más pueden entenderlo quienes no tienen el valor de sobrellevar sus cruces aquí abajo!
Mientras estabas en este mundo, oh hermano mío, no querías escucharme, y ahora anhelas que te escuche... ¡Oh, Dios Justo y Misericordioso! Proporciona alivio a este hermano que te sirvió desde su infancia. Por Tu Bondad, te lo ruego, usa Tu gran Misericordia con él. ¡Oh, Dios Justo! Si no tuvo siempre el cuidado de complacerte, al menos nunca despreció a los que profesaban servirte fielmente..."
El día en que ella tuvo aquel famoso éxtasis durante el cual recorrió las distintas Cárceles del Purgatorio, habiendo vuelto a ver el alma de su hermano, le dijo: "¡Pobre alma, cómo sufres! Y sin embargo te alegras.
Estás ardiendo, y eres feliz; eso es porque sabes muy bien que estos sufrimientos deben llevarte a una grandiosa e increíble Felicidad. ¡Qué feliz sería si no tuvieses que sufrir nunca más! Quédate aquí, hermano mío, y completa tu purificación en Paz”.
Regresar al índice de capítulos del libro sobre el Purgatorio
Regresar a Ayudas para mi Conversión
You may wonder, 'how can I be part of the solution', 'how can I contribute?'. Learn more...