La duración de las penas en el Purgatorio se extiende por períodos de tiempo aterradores; incluso los más cortos, dada la severidad de los castigos, son de todas maneras largos.
Los hermanos inmediatamente hicieron las más fervientes oraciones y toda clase de penitencias por sus almas. Sabían que si la Santidad de Dios impone largas expiaciones a sus elegidos, estas pueden ser acortadas y perdonadas enteramente gracias a los sufragios de los vivos.
Por otra parte, si Dios es severo con los que han recibido mucho conocimiento y gracia, también es muy indulgente con los pobres y sencillos, siempre que estos le sirvan con rectitud y paciencia.
PRIMERA PARTE
Citamos algunos ejemplos más, los cuales complementarán nuestro conocimiento acerca de la duración de la reparación en el Purgatorio. Veremos que la Justicia Divina es relativamente severa con las almas llamadas a la perfección y que han recibido muchas gracias.
Además, ¿no dice acaso Nuestro Señor Jesucristo en el Evangelio, que se le exigirá mucho a aquel a quien se le ha dado mucho, y que se le exigirá más a aquel a quien se le ha confiado más (Luc. 12:48)?
En la vida de la VENERABLE CATALINA PALUZZI leemos que una santa monja, que murió en sus brazos, fue admitida a la Beatitud Eterna solo después de un año entero de Purgatorio.
Catalina Paluzzi vivió una vida santa en la diócesis de Nerpi, Italia, donde fundó un convento de monjas dominicas. Vivía con ella una monja llamada Bernardina, que también era muy avanzada en su vida interior. Estas dos almas santas competían con fervor y se ayudaban mutuamente a progresar cada vez más en la perfección a la que Dios las llamaba.
El historiador de la Venerable las compara con dos carbones encendidos que comunican su ardor entre sí; igualmente, con dos liras afinadas para resonar juntas y hacer que se escuche un himno de amor perpetuo para la Gloria del Señor.
Bernardina murió. Una dolorosa enfermedad, que soportaba cristianamente, la llevó a la tumba. Antes de morir, le dijo a Catalina que no la olvidaría cuando estuviese en la presencia de Dios, y que si Dios le permitía, vendría de nuevo a darle consejos espirituales que contribuyesen a su santificación.
Catalina rezó mucho por el alma de su amiga, rogando al Señor que le permitiera venir a visitarla.
Pasó un año entero, pero la fallecida no vino. Finalmente, en el aniversario de la muerte de Bernardina, Catalina estaba en oración cuando vio un pozo del que salían chorros de humo y llamas. Luego vio que del pozo salía una persona que al principio estaba rodeada de tinieblas. Poco a poco la persona fue emergiendo del humo, se iluminó, y por fin se mostró brillante hasta quedar con un extraordinario resplandor.
Fue entonces cuando Catalina reconoció en ese ser glorioso a la hermana Bernardina, y corrió hacia ella: "¿Eres tú, dijo, mi querida hermana? Pero, ¿de dónde vienes? ¿Qué significa este pozo, este humo ardiente? ¿Es solo hasta hoy que estás completando tu Purgatorio?”
- “Bien lo dices, respondió el alma. Durante todo un año estuve retenida en el lugar de expiación y tan solo hoy es que seré llevada a la Jerusalén Celestial. En cuanto a tí, persevera en tus santos ejercicios, sigue siendo caritativa y misericordiosa, y así obtendrás misericordia”. (Cf. Rossig. Merv. 100)
El siguiente hecho pertenece a la historia de la Compañía de Jesús. Dos escolásticos o jóvenes religiosos de este instituto estudiaban en el Colegio Romano a finales del siglo XVI, los HH. FINETTI Y RUDOLFINI. Ambos eran modelos de piedad y de constancia.
Ambos recibieron un aviso del Cielo, que compartieron según la regla con su director espiritual. Dios les había hecho saber acerca de sus muertes inminentes y de la expiación que les quedaba por hacer en el Purgatorio: el uno debía permanecer allí durante dos años y el otro durante cuatro.
Murieron en efecto, uno tras otro.
Sus hermanos inmediatamente hicieron las más fervientes oraciones y toda clase de penitencias por sus almas. Sabían que si la santidad de Dios impone largas expiaciones a sus elegidos, estas pueden ser acortadas y perdonadas enteramente gracias a los sufragios de los vivos.
Si Dios es severo con los que han recibido mucho conocimiento y gracia, también es muy indulgente con los pobres y sencillos, siempre que estos le sirvan con rectitud y paciencia.
- SAN PEDRO CLAVER, de la Compañía de Jesús, apóstol de los negros en Cartagena, conoció la duración que iba a tener el purgatorio de dos almas que habían vivido pobres y humildes en la tierra: tal expiación iba a ser de tan solo unas pocas horas. Esto es lo que leemos en la vida de este gran siervo de Dios (Vida de San Pedro Claver por el padre Fleurian).
El santo había contratado a una virtuosa negra llamada Ángela para que cuidara a otra, llamada Úrsula, en su casa. Esta última estaba completamente tullida y toda cubierta de llagas.
Un día, cuando San Pedro Claver fue a visitarla, como lo hacía de vez en cuando, para confesarla y llevarle unas cuantas provisiones, la caritativa anfitriona le dijo, con una mirada afligida que Úrsula estaba a punto de expirar. “No, no - respondió el padre, consolándola-, le quedan cuatro días de vida y no morirá sino hasta el sábado”.
Cuando llegó el sábado, el santo dijo la Misa por ella y salió para ayudarla a prepararse para la muerte. Después de estar un tiempo en oración, le dijo a la anfitriona: "Tenga consolación; Dios ama a Úrsula; ella morirá hoy, pero solo estará tres horas en el Purgatorio”.
Que tan solo recuerde, cuando esté con Dios, de rezar por mí y por la que ha sido su madre hasta ahora. En efecto, Úrsula murió al mediodía y el cumplimiento de una parte de la profecía sirvió bastante para creer en la otra parte.
Habiendo ido otro día para confesar a una pobre mujer enferma a la que estaba acostumbrado a visitar, se enteró de que acababa de expirar. Los padres estaban sumamente afligidos, y también él lo estaba, ya que no había creído que ella fuese a morir tan pronto, y se lamentaba de no haberla asistido en sus últimos momentos.
Inmediatamente comenzó a rezar delante del cuerpo, y de repente, poniéndose en pie, dijo de manera serena: “Esta muerte es más digna de nuestra envidia que de nuestras lágrimas, pues esta alma está condenada tan solo a veinticuatro horas de purgatorio". Dediquémonos a acortar el tiempo de sus penas mediante el fervor de nuestras oraciones.
Hasta aquí hablaremos acerca de la duración de las penas en el Purgatorio. Vemos que se extienden por períodos de tiempo aterradores; incluso los más cortos, dada la severidad de los castigos, son de todas maneras largos.
Por lo tanto busquemos acortárselos a los demás, suavizarlos de antemano en lo que respecta a nosotros, o mejor aún, evitarlos por completo.
De hecho, los prevenimos eliminando las causas. ¿Cuáles son las causas? ¿Qué son aquellas cosas que se expían en el Purgatorio?
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