Te comparto la reflexión correspondiente a la Solemnidad de Pentecostés Ciclo A 2017, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de
la fecha: En el 2017, corresponde al Domingo 4 de Junio.
Llegamos a la Solemnidad de Pentecostés, que celebra la experiencia del Espíritu Santo, presente en la Iglesia y en el mundo. Pero hay que distinguir entre el día de la fiesta, en el calendario litúrgico, y la experiencia que la fiesta pretende resaltar. Así como no debemos reducir la experiencia de la madre a un día (el día que se dedica en el calendario para celebrarla) tampoco, en perspectiva cristiana, debemos reducir la experiencia del Espíritu Santo únicamente al día de la fiesta de Pentecostés. Para un creyente cristiano, la comunión con el Espíritu Santo debe ser siempre, pues es en dicha comunión que puede ser cristiano. Si el creyente se sale del ámbito del Espíritu se sale de la opción cristiana.
Vivimos en un mundo en el que impera la pluralidad, la diversidad. En efecto, hay diversidad de culturas, de lenguas, de religiones, de modos de vivir la ciudadanía, de esquemas de pensamiento, etc. De hecho, la diversidad es la gran riqueza que – como humanidad – tenemos. El problema no es la diversidad, sino la falta de amor, que se revela en la falta de comprensión, de comunicación, de entendimiento, de solidaridad, de compasión, de respeto, de cuidado, de transparencia.
En perspectiva cristiana, el Espíritu Santo viene precisamente para esto: no para matar la diversidad, sino para favorecer la construcción de la unidad, a través del desarrollo de la comprensión, la comunicación, el entendimiento, la solidaridad, la compasión, el respeto, el cuidado, la transparencia.
La Biblia tiene una manera pintoresca de decirlo: al comienzo – en el Antiguo Testamento, más concretamente en el libro del Génesis- nos presenta la narración de la Torre de Babel: hay un proyecto (construir la torre), hay diversidad (los diversos pueblos se reúnen), pero no hay entendimiento, porque falta Dios; y, al faltar, los egoísmos humanos provocan fracturas, envidias, divisiones, exclusiones. Al final del relato todos terminan divididos y dispersos por toda la superficie de la tierra.
En el Nuevo Testamento, casi al final de la Biblia – en el Libro de Hechos – se nos presenta el relato de Pentecostés: allí también hay diversidad (los Apóstoles cada uno en su especificidad y los pueblos representados por los peregrinos que llegan a Jerusalén); hay un proyecto (anunciar las maravillas de Dios) y hay entendimiento y comprensión (porque el Espíritu de Dios está en los Apóstoles).
Veamos: 1) todos los Apóstoles son unánimes en lo que quieren hacer: hablar de Dios, vivir la unión con Jesús, anunciar el evangelio; 2) los que los oyen (aunque sean de diversas nacionalidades y procedencias) los comprenden perfectamente. Hay, pues entendimiento al interior del grupo y comprensión externa en las comunidades que reciben el mensaje… Porque el Espíritu de Dios está presente, porque Dios está allí y es tenido en cuenta. El mensaje teológico es claro: La vida humana no es la misma si está unida a Dios o si está desligada de Él.
¿Cómo convivir y entendernos en medio de tantas diferencias? La respuesta teológica aportada por la Biblia (y, concretamente, por el Nuevo Testamento) es: deja que Dios sea la base y el centro de la vida. El trabajo que Dios realiza (sus obras, sus maravillas) es – sin anular las diferencias, sin instrumentalizar a los seres humanos y sin sustraerlos de sus responsabilidades - el de generar y construir comprensión, unidad, sinergias.
Desafortunadamente, nuestro mundo se ha transformado en una reproducción del relato de Babel: por causa del egoísmo humano, abundan las exclusiones, las fracturas, los muros, los desacuerdos, las violencias. El ser humano quiso ser Dios y esto terminó afectándolo negativamente a toda la humanidad. El mensaje bíblico nos invita a una nueva mirada: No se trata de ver a Dios como antagonista y tirano. Por el contrario, Jesús de Nazaret lo revela como el AMOR pleno, como la fuente amorosa en la que el ser humano puede beber ‘el agua de la vida’, de la vida abundante, llena de sentido, transformada. Lo que se le propone al ser humano es que se deje habitar por Dios y concentre sus esfuerzos en llegar a ser ‘auténticamente humano’.
Ahora bien, diez siglos después de escribirse la narración de Babel, fue escrita la narración de Pentecostés, ubicada en el día en que – en el calendario judío – se celebraba la fiesta de la siega, en la que los judíos recordaban la ALIANZA que Dios había sellado con el pueblo en el monte Sinaí, «cincuenta días» (eso es lo que significa la palabra Pentecostés) después de la salida de Egipto; salida de la situación de esclavitud para buscar la libertad y construirla.
La venida del Espíritu – en este relato de San Lucas – es descrita aludiendo a varios sucesos y fenómenos: el ruido como de viento huracanado, unas lenguas como de fuego, la glosolalia (es decir, el hablar en lenguas diversas), etc. Es la manera usada por Lucas para expresar una experiencia que no cabe en ninguna parte; algo que no se puede encerrar en palabras, aunque haya que usar palabras para intentar contarla. Eso inenarrable es la presencia desbordante del Espíritu de Dios, que saca a los discípulos de Jesús de la situación de angustia, desesperanza y miedo en que se encontraban luego del asesinato de Jesús, en la cruz.
Este Espíritu los llenará de valor, de claridad, de entusiasmo para comprender, cada vez mejor, la experiencia del encuentro con Cristo resucitado, para vivir según sus valores y enseñanzas y para anunciarlo a toda la humanidad (noten que – en el relato de pentecostés – aparece una lista extensa de pueblos, que equivale a los pueblos conocidos por el escritor sagrado en aquella época. Con ello lo que se quiere afirmar es que el anuncio de los Apóstoles debe llegar a todo el mundo: la salvación es para todos y se beneficiarán los que la quieran recibir).
Lucas dice que los Apóstoles hablaban "lenguas diferentes". Poco importa averiguar en qué consistió aquel fenómeno, entre otras cosas, porque no contamos con más datos. Lo que sí importa es saber de qué hablaban: ‘De las maravillas de Dios’, de lo que Dios hace: 1) amar y transformar los corazones de quienes se dejan habitar por Él; 2) hacer posible la fraternidad humana; 3) derribar los muros que separan y construir puentes que crean unidad, comprensión, entendimiento. Es esto lo que debemos hacer nosotros.
Pentecostés quiere decirnos el movimiento de Jesús 1) nació abierto a todo el mundo y a todos; 2) pide respeto por la diversidad y ve en la uniformización un reduccionismo; 3) pide que actuemos, pero con espíritu; 4) nos introduce en una lógica de diálogo y no de imposición autoritaria; 5) plantea – como reto histórico – la construcción de la fraternidad humana, construida desde las diferencias; 6) pide la superación del miedo como criterio de convivencia e invita a construir vínculos en los que sean posibles la libertad responsable y la confianza respetuosa; 7) es un movimiento de liberación y nos recuerda que a esta libertad sólo se llega por el amor.
De todo lo anterior se desprende un proyecto de vida. Todos estos puntos nos sirven como criterios para guiar nuestra vida personal y social. Este es el objetivo de celebrar esta solemnidad: entrar en este Espíritu.
Para mayor profundización:
Veamos, ahora, las lecturas:
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el
mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en
toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como
llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos
de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la
lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos
devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa
y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Enormemente sorprendidos preguntaban: "¿No son galileos todos esos que
están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra
lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en
Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia,
en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros
de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno
los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua."
3 Por tanto,
quiero que sepan que nadie que hable por el Espíritu de Dios puede maldecir a
Jesús; y que nadie puede llamar «Señor» a Jesús, si no es por el Espíritu
Santo. 4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el
Espíritu es el mismo.5 Hay diversidad de ministerios,
pero el Señor es el mismo. 6 Hay diversidad de
actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. 7 Pero
la manifestación del Espíritu le es dada a cada uno para provecho. 8 A
uno el Espíritu le da palabra de sabiduría; a otro, el mismo Espíritu le da
palabra de ciencia; 9 a otro, el mismo Espíritu le
da fe; y a otro, dones de sanidades; 10 a otro más,
el don de hacer milagros; a otro, el don de profecía; a otro, el don de
discernir los espíritus; a otro, el don de diversos géneros de lenguas; y a
otro, el don de interpretar lenguas; 11 pero todo
esto lo hace uno y el mismo Espíritu, que reparte a cada uno en particular,
según su voluntad. 12 Porque así como el cuerpo es uno
solo, y tiene muchos miembros, pero todos ellos, siendo muchos, conforman un
solo cuerpo, así también Cristo es uno solo. 13 Por
un solo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, tanto los judíos
como los no judíos, lo mismo los esclavos que los libres, y a todos se nos dio
a beber de un mismo Espíritu.
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en su casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."
Terminemos nuestra reflexión orando con el…
Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Bendice, alma mía, al Señor: / Dios mío, ¡qué grande eres! / Cuántas son tus obras, Señor; / la tierra está llena de tus criaturas. R.
Les retiras el aliento, y expiran / y vuelven a ser polvo; / envías tu aliento, y los creas, / y repueblas la faz de la tierra. R.
Gloria a Dios para siempre, / goce
el Señor con sus obras. / Que le sea agradable mi poema, / y yo me alegraré con
el Señor. R.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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