Te comparto la
reflexión correspondiente a la Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista
Ciclo B 2018, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la
Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2018, corresponde al Domingo 24 de Junio.
Este domingo recordamos y
celebramos el nacimiento de Juan, el hombre que bautizaba en el Jordán, en
tiempos de Jesús. En realidad, las lecturas deben hacernos reflexionar sobre
nuestro propio nacimiento, sobre nuestro bautismo, sobre el sentido de nuestra
vida, sobre nuestra relación con Dios y sobre la misión (o las misiones) que
realizamos o debemos realizar en nuestra vida.
Veamos las lecturas:
Te hago luz de las naciones
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo
en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y
pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la
sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo:
"Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso." Mientras yo
pensaba: "En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis
fuerzas", en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo
tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo
suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto
me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: "Es poco que seas mi siervo y
restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te
hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la
tierra."
Antes de que llegara Cristo, Juan predicó
En aquellos días, dijo Pablo: "Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias." Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: a vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación."
El nacimiento de Juan Bautista. Juan es su nombre
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No! Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va a ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
Algunas reflexiones:
Podemos, allí donde vivimos, preparar el corazón de otros para acoger a Jesucristo y su propuesta. Pero, antes, es necesario que nosotros mismos hayamos hecho este camino de preparación, acogida y compromiso con Él.
Juan Bautista aparece en los 4 evangelios como alguien muy ligado a la misión de Jesús. Básicamente, aparece como aquel que ‘prepara el camino para la llegada de Jesús, el Mesías’. Su personalidad, testimonio y mensaje fueron tan fuertes y atractivos que, muchos, llegaron a pensar que él era el Mesías. Sin embargo, Juan – con mucha lucidez espiritual – deja claro que él no es y expone claramente cuál es su misión. Es muy importante no tomar el puesto de otro(s), tener clara la propia identidad, descubrir el propio camino y recorrerlo lo mejor posible.
La actividad espiritual de Juan, el Bautista, se desarrolló en el desierto. Sin duda, esto se debió al hecho de que para él (así como para Jesús) los canales oficiales, los grupos religiosos instituidos y los lugares oficialmente instituidos para la experiencia religiosa estaban de alguna manera distorsionados y no correspondían a lo que Dios quería de ellos. Así las cosas, la actividad de Juan, en el desierto, parece expresar una clara protesta frente a la religión oficial (al modo en que lo hicieron los esenios un tiempo antes de Juan, pues consideraban incoherente, corrupta y desenfocada de lo esencial las instituciones oficiales.
Juan propuso a la gente un camino penitencial (un proceso, una experiencia), marcado por la humildad, la austeridad, el reconocimiento de la propia pobreza espiritual, la necesidad de Dios y la exigencia de conversión (es decir, la urgencia de volver a Dios y entrar en un proceso personal de cambio). Ninguno de estos aspectos ha pasado de moda. Podríamos retomarlos y dinamizar con ellos nuestra experiencia espiritual.
Juan Bautista hizo del bautismo un símbolo del cambio de vida que se requiere para estar en comunión con Dios. Pero anunció que vendría OTRO, que propondría un bautismo aún más profundo, el bautismo en el Espíritu Santo.
La liturgia de hoy une la voz de dos profetas: Isaías y Juan Bautista. El primero (Isaías) nos recuerda que:
El segundo profeta que nos habla es Juan Bautista, que nos recuerda que:
“Esta fiesta nos invita a reflexionar sobre la misericordia, la compasión y la generosidad divina, que caracterizan este nuevo período de la historia de la salvación que comienza a manifestarse con el nacimiento de Juan Bautista.
Misericordia sin límites y sin medida, que engrandece y libera… (…) Nos interpela también sobre nuestra experiencia de la misericordia de Dios, sobre la manera como la estamos haciendo explícita en gestos y actitudes: acogida, solidaridad… ¿Cuál es nuestra misión con respecto al anuncio de la irrupción de la presencia definitiva de Dios en nuestras vidas?”
Terminemos nuestra reflexión orando con el…
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Señor, tú me sondeas y me conoces; / me conoces cuando me siento o me levanto, / de lejos penetras mis pensamientos; / distingues mi camino y mi descanso, / todas mis sendas te son familiares. R.
Tú has creado mis entrañas, / me has tejido en el seno materno. / Te doy gracias, / porque me has escogido portentosamente, / porque son admirables tus obras. Conocías hasta el fondo de mi alma. R.
No desconocías mis huesos, / cuando, en lo oculto, me iba formando, / y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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