Es insensato hacer negación de que en cualquier momento nos vamos a morir. Por el contrario, tomemos conciencia y aprovechemos mientras estamos vivos, para trabajar en el pago por nuestros pecados, con el fin de disminuir los castigos del Purgatorio.
Normalmente Dios no nos revela cuándo nos va a llegar la muerte. Entonces, si es así, ¿por qué no ocuparnos desde ya en nuestro bien morir: con Su Gracia…
1. esperar nunca cometer un pecado mortal;
2. estar siempre tratando de corregir los pecados veniales, los defectos, etcétera, etcétera;
3. pagar en vida por los pecados que hayamos cometido (por ejemplo, haciendo sacrificios)
Aprovechemos las ricas enseñanzas que Monseñor Fernando Altamira nos imparte en la prédica a continuación, en torno a este tema fundamental para la salvación de nuestra alma:
Para complementar el aprovechamiento de estas enseñanzas tan importantes, a continuación te compartimos la adaptación del texto de la anterior prédica, como síntesis de la misma:
Como siempre acostumbramos, con motivo de un funeral o de un aniversario de fallecimiento, queremos decir unas palabras que sirvan para ayudar tanto al difunto o la dama difunta como también a nosotros, que todavía estamos vivos.
Volvemos a insistir a todos los fieles que están presentes y a los que puedan estar viendo a través del internet, ¡Lo más importante es rezar por el alma del difunto!
Son enseñanzas básicas que para un sacerdote son como una obligación repetirlas con motivo de un fallecimiento, y más si son los funerales… porque vienen muchos seres queridos, muchas personas que a veces están secas o no tienen las enseñanzas fundamentales y claves de la otra vida… enseñanzas que se va perdiendo de más en más, en nuestros pueblos católicos por la cultura moderna definitivamente anticatólica o liberal o como quieran llamarla.
Entonces, recordemos los temas claves que le suceden a cualquier difunto y que nos van a suceder a nosotros a partir del mismo instante en que muramos, en el momento en que rindamos juicio a Dios.
El amor hacia el ser querido que falleció, se demuestra con la oración:
Para el ser querido que falleció, lo decimos y siempre lo repetimos, inclusive por si alguno de los parientes que están viendo la Misa a través del Internet, el amor hacia ese ser querido se demuestra con la oración.
Si yo quiero demostrar amor a mi mamá que murió, a mi papá, a mi pariente, a mi ser querido, a un esposo que murió, etcétera, lo hacemos rezando por él…
Esa es la forma de ayudarlo desde aquí, desde la Tierra.
En el mismo instante en que yo me muero se produce mi Juicio particular:
Ya saben cuáles son las postrimerías: muerte, juicio, Cielo o Infierno. En el mismo instante en que yo me muero ya estoy juzgado ¡en ese mismo instante!
Morí y ya estoy juzgado: ¡salvado o condenado para siempre!
Muerte, juicio, Cielo o Infierno, son las postrimerías.
Si en el Juicio Particular el alma logró la Salvación Eterna, el régimen habitual es que no vaya directamente al Cielo sino al Purgatorio:
Y en la esperanza de que las almas de los seres queridos hayan podido alcanzar la Salvación Eterna y no la condenación, es decir que Dios las haya acogido en Su Misericordia, el régimen habitual (por nuestra imperfección como seres humanos) es pasar un cierto tiempo en el Purgatorio… (tiempo que los santos suelen señalar que es bastante largo) para terminar de pagar por los pecados que no se pagaron en vida.
Como siempre decimos: las almas del Purgatorio son almas benditas; son las benditas Almas del purgatorio; son almas que pertenecen a Dios; ya son de Dios; son almas que ya están salvadas, pero tienen todavía que pagar castigos.
Los santos enseñan que los castigos del Purgatorio son durísimos:
Si. Los santos en general enseñan que dichos castigos son durísimos, ¡durísimos!
En el Purgatorio se tiene que pagar por los pecados que no se han terminado de pagar aquí en la Tierra.
Todo se enlaza con enseñanzas que más de una vez hemos dado acerca de la necesidad de hacer sacrificio aquí en la Tierra (para pagar la deuda por los pecados cometidos), mientras todavía estamos vivos, para no tener “1000 años” de purgatorio, para no tener un purgatorio durísimo (lo repetimos… esto aplica si es que hemos logrado la Salvación al momento del Juicio particular).
Y así lo deseamos y lo esperamos para todos.
Hay que trabajar en el pago de nuestros pecados mientras todavía estamos vivos:
Pero, entonces por eso es que insistimos en el otro tema (del cual hablaremos más adelante): ¡hay que trabajar en el pago de nuestros pecados mientras todavía estamos vivos!
Entonces, los que aún estamos vivos, en cuanto al ser querido que ya falleció, debemos ayudarlo a disminuir purgatorio (su permanencia en el Purgatorio) con nuestras oraciones aquí en la Tierra.
El Purgatorio, enseñan los santos, está aquí abajo.
San Alfonso María de Ligorio también lo enseña: el Infierno está abajo y el Purgatorio también.
Algunos santos, como Santo Tomás de Aquino, dicen que los castigos en el Purgatorio son tan duros como en el Infierno, con la diferencia de que el Infierno es para siempre; en cambio el Purgatorio es temporal.
Después de que el alma paga en el Purgatorio por los pecados que no había pagado en vida, entonces pasa a gozar de la Vida Eterna en el Cielo:
Si. En cuanto al alma del difunto que logró la Salvación Eterna, después de que esta paga en el Purgatorio por los pecados que no había pagado en vida, entonces ¡pasa al Cielo!
Imagínense: si el Purgatorio es como el Infierno, y esa es la enseñanza del máximo sabio y santo del catolicismo, cómo deben ser de duras esas penas.
Entonces, cómo no rezar para ayudar al ser querido (que, en la esperanza de que haya alcanzado la Salvación, se encuentra en el Purgatorio) a aliviarle las penas, para que más rápido pueda pagar por sus pecados y pasar finalmente a gozar de la Visión Beatífica de la Santísima Trinidad, es decir de la Vida Eterna en el Cielo.
Asisto a Misa; rezo por él durante la Misa; pido misas por él; recibo la Santa Comunión; ofrezco la Santa Comunión por él; rezo el Santo Rosario.
A propósito, recordemos que el Santo Rosario es la oración más poderosa que tiene un católico a la mano.
Lo más importante para nosotros es la Santa Misa; pero en cuanto al poder y de la mano con la vida de los seglares, ¡el Santo Rosario! Rezar muchos santos rosarios los cuales yo ofrezco por el ser querido que murió.
¿Voy a rezar un Rosario? Pues muy bien hecho; pero normalmente no alcanza. ¡Hay que rezar muchos rosarios!
Además, la costumbre tan linda de rezar la Novena de Difuntos que es tradicional y antigua.
Casi todos los colombianos la quieren hacer cuando muere un ser querido. Está muy bien y mis felicitaciones. Pero no hay que dejar allí las cosas. Se murió mi mamá. Recé la novena de difuntos y ya. ¡No! Normalmente no funciona así. Hay que rezar durante muchos, ¡muchos años!
Y si uno logra con las oraciones que el alma del ser querido pase al Cielo (luego de pagar en el Purgatorio la pena pendiente por sus pecados), y no tenemos conocimiento de ello aquí en la Tierra… (porque Dios ha dispuesto que en la Tierra habitualmente no sepamos eso) entonces las oraciones por el ser querido no se pierden: Dios toma esas oraciones y las ofrece por otra alma necesitada.
Así, todo en definitiva queda en la Voluntad de Dios; Él decide la forma como aplica todas nuestras oraciones por los difuntos.
Pero hay que rezar mucho para ayudarlas desde aquí, desde la Tierra. Así les demostramos todo nuestro amor.
Nosotros los seres humanos, somos tan tontos o no sé qué palabra usar: ¡siempre estamos pensando que la Muerte nunca nos va a ocurrir!
Todos somos así. Sabemos que nos vamos a morir, pero psicológicamente oramos como si eso nunca fuera pasar o como si todavía faltara mucho. Nunca nos preparamos bien, como Dios manda, ¡para bien morir!
“Para bien morir”, una frase hermosa de nuestra cultura católica.
¿Qué significa “bien morir”?
“Bienaventurados los que mueren en el Señor”.
Lo hemos dicho muchas veces: ¿Qué significa morir en el Señor, morir en Cristo? Significa morir en Estado de Gracia. Si yo muero en Estado de Gracia logro la Salvación Eterna.
Dice la liturgia católica: Bienaventurados los que mueren en Estado de Gracia, porque alcanzan la Salvación Eterna.
Entonces debemos siempre estar deseando que podamos morir fieles, sin traicionar a Dios, sin tener pecado mortal, para alcanzar la Salvación Eterna.
Preocupémonos de nuestra muerte.
Encontramos en los libros espirituales la siguiente pregunta: ¿Qué haría usted, palabras más palabras menos, si un ángel de Dios le revela que a usted le queda un año de vida, que Dios ha dispuesto que su muerte llegue en un año?
Responderíamos: “Durante ese último año de vida, me la pasaría rezando todos los días, para pagar lo más que pueda mis cuentas pendientes y así disminuir mi purgatorio”.
Como respuesta católica, está bien. Pero si yo tuviese tal revelación y así obrase para tratar de pagar por todos los pecados que pudiese, durante mi última etapa en la Tierra, ¿por qué no hacerlo durante toda la vida y no solamente el último año?
Así viva un año más, o dos, o 10, o 15, de todas maneras me voy a morir.
Normalmente Dios no nos revela cuándo nos va a llegar la muerte. Entonces, si es así, ¿por qué no ocuparnos desde ya en nuestro bien morir: con Su Gracia…
1. esperar nunca cometer un pecado mortal;
2. estar siempre tratando de corregir los pecados veniales, los defectos, etcétera, etcétera;
3. pagar en vida por los pecados que hayamos cometido (por ejemplo, haciendo sacrificios).
Ojalá todos seamos conscientes y ojalá todos podamos llevar a la práctica estas cosas tan importantes.
Y hablando del estado de la conciencia: muchas veces yo aprovecho en los funerales, cuando vienen los seres queridos que a veces no son practicantes o practican poco y nada (además por cuenta de este desastre de la falsa Iglesia moderna que tanto daño nos ha hecho a los católicos), para decirles que piensen cómo está el estado de su alma: algunos llevan años sin confesarse (ni hablemos por los problemas de invalidez del sacramento moderno).
Pero la actitud de que por años no les ha interesado confesarse, es una mala actitud. Y se arriesgan a la Condenación Eterna.
Hay que tener las cuentas claras con Dios.
Ojalá todos nosotros podamos mantenernos siempre en Estado de Gracia: jamás, jamás cometer un pecado mortal, ¡jamás!
Si, estar siempre en la actitud de pagar por lo que ya debo. Eso es fundamental para los que estamos vivos. Tengamos presente: Tarde o temprano nos vamos a morir. Tratemos de quitarnos esa actitud psicológica de estar siempre orando como si eso no fuese a pasar.
Si. Por los seres queridos que fallecieron, siempre estar rezando por ellos. Una de las Obras de Misericordia Espirituales más hermosas que se pueden hacer es rezar por vivos y por difuntos. ¡Las obras de misericordia Espirituales!
Ave María Purísima.
Sin pecado concebida María Santísima.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
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