“No creo sea posible encontrar un contento comparable al de un alma del Purgatorio, salvo el contento que tienen los santos en el Cielo; y este contentamiento de las almas del Purgatorio crece cada día más por influjo de Dios. El contentamiento va aumentando más y más, a medida que se van consumiendo los impedimentos hacia la unión con Dios. Esos impedimentos son la herrumbre que han dejado los pecados en nuestra alma, y tal herrumbre debe consumirse mediante las penas del Purgatorio (que son la purificación por las deudas que no pagamos aquí en la Tierra)”.
Lo anterior lo enseña Santa Catalina de Génova en la obra, “Tratado del Purgatorio”.
Tales enseñanzas de Santa Catalina se relacionan con la doctrina de San Luis María Grignion de Montfort, de Santa Teresita, y otros.
Todas confluyen en la conveniencia de ser purificados y de pagar por nuestros pecados aquí en la Tierra, para atenuar la necesidad de ser purificados en el Purgatorio.
Aprovechemos la siguiente prédica de Monseñor Fernando Altamira para ampliar estas valiosísimas enseñanzas acerca de la realidad del Purgatorio, y para que las podamos poner en práctica enseguida:
TODO EN MARÍA y POR MARÍA. Y por las BENDITAS ALMAS del PURGATORIO
Queridos hijos:
Este domingo estamos “nuevamente” por las Benditas Almas del Purgatorio, y lo subrayamos.
Hace una semana, hablamos de algunos puntos del Purgatorio y dimos una breve reseña de la vida de Santa Catalina de Génova (+1510), para que nos sirvieran de introducción a una obra de ella, “Tratado del Purgatorio”.
En una etapa del proceso de canonización de Santa Catalina, bajo Inocencio XI (+1689), sus escritos fueron revisados y aprobados por la Sagrada Congregación de Ritos; pero el consultor que presenta el informe, reconoce que en sus páginas “se encuentran algunas cosas oscuras”; y en las enseñanzas que les vamos a dar, habrá algunas cosas oscuras, difíciles de entender y difíciles de expresar.
Queríamos entonces en esta prédica:
-(1) Compartirles algunas enseñanzas del “Tratado del Purgatorio”, leyéndoles unos puntos de un resumen que hemos hecho.
-(2) Relacionar estas enseñanzas con la doctrina de San Luis María Grignion de Montfort, con la doctrina de Santa Teresita, y otros.
-(3) Insistirles en la necesidad de ser purificados y de pagar por nuestros pecados aquí en la Tierra. Y concluimos con una hermosísima enseñanza de San Atanasio.
-(1) “El Tratado del Purgatorio” relata de cómo Santa Catalina de Génova, por comparación con el fuego divino que sentía en su corazón y que purificaba su alma, veía y comprendía interiormente cómo están las almas en el Purgatorio, para purificarse de toda la herrumbre y mancha de pecado que no hubiesen pagado en esta vida, y ello antes de poder ser presentadas ante Dios, en el pleno amor, en la visión beatífica del Cielo.
-(1 bis) Santa Catalina nos enseña: Las almas del Purgatorio sufren castigos indecibles (la misma santa enseñará que son como los del Infierno), pero esas almas están más fuertemente marcadas por el amor a Dios (que es lo que más las purifica), y marcadas también por el gozo de saber que cumplen su Voluntad perfectamente, lo cual a su vez, en medio de los tormentos, les da una cierta paz al saberse en la plena conformidad con la voluntad de Dios.
Esto lo ven, no en sí mismas, sino en Dios, en el cual tienen su atención mucho más fija que en las penas que están padeciendo; y la razón es que por mínima que sea la visión que se tenga de Dios (y Dios en “algo” se les va mostrando, en diversos grados), dicha visión excede toda pena o gozo que el hombre pueda captar. Y aunque la visión de Dios les exceda, ello no quita sin embargo nada del contentamiento que les produce el pequeño grado de visión que allí pueden tener o que van teniendo.
-(2) Como decíamos: las almas que están allí no pueden reflexionar sobre sí mismas diciendo: “por haber cometido tales y tales pecados, he merecido estar aquí”. La causa de sentencia la conocen solo una vez. Las almas tampoco pueden reflexionar diciendo por ejemplo: “aquellas almas saldrán antes que yo”.
Como decíamos, dichas almas están por el contrario fijas en Dios. Tienen un contento tan grande de estar cumpliendo con la voluntad de Dios y de que Él obre en ellas todo lo que quiera, para su purificación, que no pueden pensar en nada propio de ellas; quedan en cambio absortas en el amor a Dios y en el gozo de saber que cumplen perfectamente con la voluntad de Dios. Lo único que ven es la acción de Dios en ellas, Su inmensa Misericordia, para conducirlas hacia Él.
-(2 bis) La causa del Purgatorio (o la sentencia) que sufren la conocieron una sola vez, al partir de esta vida. Después ya no piensan más en ella. Las almas del Purgatorio, aun sufriendo muchísimo, viven totalmente de la caridad, pues ya no pueden desviarse de ella. Igualmente, ya no pueden cometer o tener ningún pecado o defecto; ya no pueden querer ni desear otra cosa que el puro querer de la voluntad de Dios y de su amor.
Insistimos: estando en aquel fuego del Purgatorio, las almas están plenamente en la voluntad de Dios, que es la pura Caridad, y ya no pueden desviarse de ella en ninguna forma.
-(3) La santa nos enseña: “No creo sea posible encontrar un contento comparable al de un alma del Purgatorio, salvo el contento que tienen los santos en el Cielo; y este contentamiento de las almas del Purgatorio crece cada día más por influjo de Dios. El contentamiento va aumentando más y más, a medida que se van consumiendo los impedimentos hacia la unión con Dios.
Esos impedimentos son la herrumbre que han dejado los pecados en nuestra alma, y tal herrumbre debe consumirse mediante las penas del Purgatorio (que son la purificación por las deudas que no pagamos aquí en la Tierra)”. Por eso, en el Purgatorio, las almas tienen un gran contento, mezclado con fuertísimos dolores.
-(3 bis) La herrumbre o mancha del pecado es el impedimento para ir a Dios, y el fuego del Purgatorio lo va consumiendo. De esa manera es como el alma se va abriendo cada vez más a dicho influjo o luz de Dios.
Por ejemplo: Una cosa cubierta con algo, una cosa que tiene una cobertura, tiene algo que se opone a la luz del sol, no por defecto del sol -que continuamente está iluminando, sino porque esa cobertura estorba a la luz del sol. Pero eliminada tal cobertura (es decir la cobertura de nuestros pecados, eliminada por el fuego y las demás penas), la cosa queda bajo la luz plena del sol.
Y tanto más llegará la luz, cuanto más se haya eliminado esa cobertura, esa impureza o herrumbre en el alma, producida por el pecado. Así sucede con la herrumbre del pecado, que es como una cobertura de las almas. Esa cobertura se va consumiendo por el fuego del Purgatorio, y cuanto más se consuma, el alma podrá recibir la iluminación del Sol Verdadero que es Dios Nuestro Señor.
Y crece el contento en esas almas, en la medida en que se va se quitando esa herrumbre o cobertura. Lo uno crece (el gozo) y lo otro disminuye (la herrumbre), hasta que se termine el tiempo del Purgatorio. Y no es que vaya disminuyendo la pena, lo que disminuye es el tiempo de estar sufriéndola.
[nota: aquí habría que ver cómo se congenia esto con la noción de poder aliviar a las almas del Purgatorio con los sufragios desde la Tierra, además de acortarles el tiempo del Purgatorio].
-(4) Y en cuanto a la voluntad de un alma del Purgatorio, jamás ella podría decir que aquellas penas son penas, aunque sean penas durísimas, porque hasta tal punto dicha alma está conforme en pura caridad con la Voluntad de Dios, el cual la ha puesto allí, que aunque sufra indeciblemente dichas penas, no las siente como penas, sino como cumplimiento de la voluntad de Dios, y así está muy conforme en medio de esos tormentos.
-(5) Son penas indecibles; por ello, a pesar de esa conformidad total con la Voluntad de Dios, sufren esas almas penas tan extremas, que no hay lengua capaz de expresar ello, ni entendimiento alguno que pueda comprenderlo mínimamente, a no ser que Dios se lo mostrase por alguna gracia especial. Son penas causadas por los pecados; el fundamento de todas las penas es el pecado, sea el original, sea el actual.
Dios ha creado el alma pura, simple, limpia de toda mancha de pecado, con un cierto instinto o impulso vehemente que le lleva hacia Él. Pero el pecado la aleja de esa inclinación, y más aún cuando se siguen añadiendo pecados. Cuanto el alma más se desvía de Dios por el pecado, dicha alma se va haciendo cada vez más maligna, Dios se le comunica Dios menos.
-(5 bis) Dios se comunica al alma según esta se halle más o menos purificada del impedimento del pecado. Por eso, cuando un alma se acerca al estado de su primera creación, pura y limpia, aquel instinto-impulso hacia Dios se le acrecienta con tanto ímpetu y con tan vehemente fuego, que a dicha alma le parece imposible ser impedida en ese ir hacia Dios. Es fuego de caridad.
Pero al mismo tiempo, siente ese desgarramiento, pues no puede ir o dirigirse hacia Él. Se siente atormentada por ello. Este es el mayor tormento de todos en el Purgatorio. Es un tormento o pena de amor. Y cuanto Dios más le va dando un cierto grado de conocimiento sobre Él, dicha alma se ve más atormentada, porque cuanto más contempla ese fin suyo, que es Dios, tanto más crece el deseo de Dios.
Así tan extrema le resulta la pena de no poder ir hacia Él y de poseerlo [nota: lo reiteramos; esta es la mayor pena del Purgatorio, y es similar a la pena de daño del Infierno, con la diferencia de que allí, en el Infierno, nunca se acabará.
En el Infierno se sufre la desesperación de que Dios fue perdido para siempre, cosa que no ocurre con las almas del Purgatorio, cuya pena sí tendrá fin. En el Purgatorio las almas sí tienen esperanza cierta y segura de alcanzar a Dios].
-(6) Una mayor aclaración de lo anterior:
Siendo esto así, como las almas del Purgatorio, una vez salidas de este mundo, ya no pueden tener culpa de pecado alguno, no existe entre ellas y Dios otro impedimento que la pena (o castigo) que deben pagar y que han merecido por los pecados que no hayan pagado en la Tierra.
Dicha pena retarda ese instinto o impulso hacia Dios, y no le deja llegar a Él. Pues bien, viendo las almas del Purgatorio con absoluta certeza cuánto importan hasta los más mínimos impedimentos, coberturas o herrumbre producidos por el pecado, y entendiendo que a causa de ellos necesariamente se ve retardado aquel impulso hacia Dios, de ello les nace un fuego tan extremo, que viene a ser semejante al del Infierno, pero sin la culpa (en el caso de la culpa de los condenados al Infierno, esta se mantendrá eternamente.
Y es esa culpa la que hace maligna la voluntad de los condenados en el Infierno. Con estos, Dios no se comunica con su bondad sino solo con su justicia. Tales condenados permanecen en aquella voluntad maligna para siempre, contrarios a la voluntad de Dios).
Las almas del Purgatorio tienen una pena finita la cual, con el paso del tiempo, va disminuyendo. ¡Ay del Infierno que nunca acaba! ¡Qué peligroso es el pecado hecho con malicia!, el hombre difícilmente se arrepiente de él.
-(7.1) En efecto, las almas del Purgatorio tienen su voluntad totalmente conforme con la Voluntad de Dios, y Dios les corresponde con su Bondad. Por eso, ellas permanecen contentas en cuanto a su voluntad, ya que son purificadas del pecado.
En cuanto a la culpa, las almas del Purgatorio permanecen tan puras como cuando Dios las creó, ya que han salido de esta vida con voluntad de nunca más cometer pecado. Con lo anterior Dios les perdona su antigua culpa, y solo les queda la herrumbre y deformidad del pecado, las cuales se quitan en el fuego, con la pena del Purgatorio.
-(7.2) Así, exentas de toda culpa, y unidas totalmente a Dios por su Voluntad, las almas del Purgatorio ven a Dios claramente, pero solo parcialmente, según el grado en que Él se les manifiesta y lo permite; ven también cuánto importa gozar de Dios, y entienden que las almas han sido creadas para este fin.
-(7.3) La conformidad total de la voluntad de esas almas con Dios las atrae hacia Él, por una especie de instinto e impulso, con tal fuerza, que no puede expresarse.
-(7.4) Así mismo, las almas del Purgatorio padecen esa hambre gigantesca de Dios, porque no ven aún plenamente ese Pan de Vida que podría saciarles, pero sí tienen la esperanza de verlo y de saciarse de Él completamente. Así padecen tanta pena cuanto van conociendo o teniendo esa cierta visión de Dios en el grado en que Él lo permite. Así mismo sienten más tormento, de amor, cuanto de ese pan no pueden gozarse y saciarse, deseándolo tan vivamente, desde lo más interno de sí mismas ¡Esta es su mayor pena!
-(8.1) En cuanto al alma que va al Purgatorio, tanto le importa Dios a esa alma que en comparación de Dios, el Purgatorio es considerado por ella como nada (aunque, como ya lo hemos dicho que el Purgatorio se parece al Infierno en cuanto a la dureza de las penas).
-(8.2) El Cielo: Allí entra quien quiere entrar, porque Dios es todo Misericordia y se vuelve hacia nosotros con los Brazos abiertos para recibirnos en la Gloria.
-(8.3) Veo que Dios es de tal pureza y claridad, que el alma que en sí tuviera una imperfección que fuera como una mota de polvo, se arrojaría al punto a mil infiernos antes de encontrarse ante la presencia divina. Así entiendo que el Purgatorio está precisamente dispuesto para quitar esa mancha.
Por eso el alma se arroja allí con ímpetu, viendo la misericordia que es el que Dios le permita purificarse, pues el Purgatorio es capaz de quitarle esa mancha-impedimento, que no le deja, contra su deseo inmenso, dirigirse hacia Dios. En síntesis, hay al mismo tiempo un deseo inmenso y una imposibilidad inmensa de ir a Dios. Ese es el peor castigo, su deseo impedido de ir a Dios.
-(8.4) Veo una conformidad tan grande del alma del Purgatorio con Dios, que cuando Él la ve, al terminar el Purgatorio, en la pureza que la creó, le da un amor tan fogoso que sería suficiente para aniquilarla, aunque ella sea inmortal (esto hace que el alma se transforme de tal manera en Dios, que parecería como si fuese Dios… tan unida queda dicha alma a Él.
Y mientras se va purificando en el Purgatorio, Él continuamente la va atrayendo y encendiendo en ese fuego del amor o caridad, sin dejarla nunca, hasta que la conduce a su estado primigenio de pureza con que la creó).
-(8 bis) El tormento de un amor retardado. Las almas del Purgatorio desean ardentísimamente a Dios. Cuando el alma, por visión interior, se ve así atraída tan fuertemente por Dios, y con tanto fuego de amor, se siente toda derretir de amor, y ve que Dios, por puro amor hacia ella, nunca deja de atraerla hacia Sí y de conducirla a Su Perfección.
Cuando el alma ve esto, mostrándoselo Dios con su luz, y cuando ve en sí misma ese impedimento que no le deja ir hacia Dios, a pesar de su atracción, y se ve retardada para seguir la fuerza de ese amor, se genera en ella la pena que sufren los que están en el Purgatorio. Y no es que hagan consideración de su pena, aunque sea grandísima, sino que estiman en sí lo que se opone para ir a Dios, al que ven claramente encendido de amor hacia ellas, en la medida en que Él se les va mostrando.
Y Dios las atrae tan fuertemente con aquella mirada unitiva, como si solo ello quisiera Dios hacer. Por eso el alma que esto ve, si hallase otro Purgatorio mayor, para poder quitarse más rápidamente el impedimento de la herrumbre del pecado que le frena, se lanzaría allí dentro, por el ímpetu de aquel amor inmenso que siente hacia Dios.
-(8 ter) Veo más todavía: Veo proceder de aquel amor de Dios hacia el alma, rayos y fulguraciones tan penetrantes y fuertes, que parecieran ser capaces de aniquilar el alma si esto fuera posible. Y no es que ella vea el Purgatorio como purgatorio, sino que esa inclinación de amor hacia Dios, tan encendida pero impedida, es lo que resulta purgatorio para ella (Este último estado del amor hacia Dios es el que hace esta obra de purificación sin el hombre; porque en el alma se encuentran tantas imperfecciones ocultas que, si el hombre las viera, se hundiría en la desesperación.
Pero este último estado del amor hacia Dios va consumiendo todas esas imperfecciones, y Dios le muestra su acción divina en ella. Dicha acción es la que causa ese fuego de amor que le va consumiendo esas imperfecciones).
-Hasta allí el resumen que queríamos leerles.
[ 2 ] En un segundo punto, queríamos relacionar las enseñanzas de Santa Catalina con las de San Luis María Grignion de Monfort, Santa Teresita y otros.
La pregunta por hacerse es: ¿Por qué pide tanto el Purgatorio, y por qué se vuelve difícil ir directamente al Cielo?
Y la respuesta, con la voz de los santos, es la enorme-enorme imperfección y pecados del ser humano, confrontados a la enorme pureza y santidad y perfección de Dios.
-San Luis María Grignion de Monfort habla bastante de la imperfección “congénita” de todas nuestras acciones, lo cual hace que hasta las acciones buenas que realizamos vayan entremezcladas con algunos aspectos de pecado leve.
Por eso incluso nuestras acciones buenas llevan manchas, y sumado a otros pecados que sí cometemos, hacen necesaria la purificación del Purgatorio antes de ir hacia Dios.
De allí que San Luis, para evitarnos esa fealdad que mancha nuestras acciones buenas, nos dice de hacer todos nuestros actos en María y por María; hacerlo TODO en María y por María, porque Ella, para presentarlas ante Dios, quita a nuestro pobre acto bueno las manchas o partes malas y de mala presencia, y realza lo que queda de él presentándolo ante Dios en una fina bandeja de oro con bordes de diamante, y con un envoltorio y sostén que muestra a Dios más hermoso dicho fruto y sin las fealdades humanas que igualmente le acompañarían.
Todo esto se logra al hacer nuestras acciones en María y por María, y así son presentadas a Dios por las manos de Ella. De esta forma tendremos menos Purgatorio que pagar.
Ella explica sobre la imperfección congénita de todo ser humano: -Aquello que el hombre juzga como perfección, ante Dios es deficiencia. Todas las cosas que el hombre realiza, incluso aquellas que tienen apariencia de perfección, todas ellas están manchadas [de allí el consejo anterior de San Luis: todo en María y por María].
Para que dichas obras sean perfectas, es necesario que sean realizadas en nosotros sin nosotros [i.e. es decir por Dios y sus dones sin nuestro concurso], con la pura operación divina. Y estas operaciones son las que Dios hace, Él solo, como una última operación del amor puro y limpio para purificar las almas del Purgatorio, y son operaciones tan fuertes y penetrantes e inflamadas en el alma, que el cuerpo queda como enrabiado, como puesto en un gran fuego que nunca le deja estar tranquilo, hasta la muerte.
-Para que podamos no tener Purgatorio, y en una paradoja contra lo difícil que vemos nuestra santidad (por nuestra imperfección), Santa Teresita nos habla del “caminito fácil: la infancia espiritual”, es decir: Entender que somos nada y que no podemos nada, y que solo en Dios podemos algo.
Y que en Dios debemos apoyarnos siempre, como niños pequeños, conscientes de nuestra total impotencia e imposibilidad (la virtud de la humildad). Así debemos obrar y será “un caminito fácil”.
También ella enseña, con todos los santos, “EL OBRAR POR EL AMOR”, hacer todas nuestras obras por amor a Dios, caridad, “en el final todos seremos juzgados en la caridad”. Esto es lo que más santifica y puede llevarnos (junto con la infancia espiritual y el hacerlo todo en María y por María) al sumo grado de santidad, y obviamente no pasar por el Purgatorio.
-Con todas estas enseñanzas, el primer acto es INSISTIR MUCHO en rezar por las Benditas Almas del Purgatorio, y más aún por nuestros seres queridos difuntos.
El segundo, con ese deseo de la santidad, y con ese mayor conocimiento de lo que es el Purgatorio y de cómo allí la mayor pena es ese retardo del amor hacia Dios por causa de nuestros pecados, pedimos y deseamos entonces que crezca más, que crezca inmensamente, nuestro amor a Dios para santificarnos aquí en la Tierra, y para pagar aquí en la Tierra por nuestros pecados y ser purificados.
-Hay muchas formas de pagar por nuestros pecados aquí en la Tierra, pero hoy queremos insistir en un tipo de penitencia o sacrificio, EL AYUNO, todo lo que implica hacer sacrificios en la comida.
Para ello escucharemos a un gran santo que la Iglesia Católica puso para nosotros los sacerdotes en el Breviario del domingo pasado.
Se trata de San Atanasio y dice así:
(Dominica V Post Epiphaniam. Del Libro de San Atanasio, a las vírgenes. Libro de la Virginidad, post initium. Lect. 4:)
“Si se acercan algunos y te dicen: No ayunes con frecuencia, para que no te vuelvas más débil-enfermizo en tu salud; no les creas ni escuches: pues por medio de ellos el enemigo (el diablo) te sugiere estas cosas. (…) [Lectura 5.] (…) ¿Acaso conoces lo que hace el ayuno?
Cura las enfermedades,
seca (o sana) las destilaciones del cuerpo (los fluidos del cuerpo),
ahuyenta a los demonios,
quita los pensamientos depravados,
vuelve la mente más brillante (el intelecto),
hace limpio el corazón,
santifica el cuerpo, y finalmente lleva al hombre hasta el trono de Dios.
[Y no pienses que estas cosas temen ser dichas]; tú tienes de esto un testimonio dado por nuestro Salvador en los Evangelios. Cuando le preguntaron sus discípulos cómo expulsarían los demonios impuros, respondió el Señor: Este tipo (de demonios) no es expulsado sino con la oración y con el ayuno.
[Lectura 6] Por lo tanto, si alguien es vejado (atormentado) por un espíritu impuro, si advierte esto, y prueba con este fármaco: el ayuno -me refiero-, inmediatamente ese espíritu malo, oprimido, se alejará, temiendo a la fuerza del ayuno.
Los demonios se complacen mucho con (nuestra) crápula-libertinaje, con (nuestra) embriaguez, y (con vernos) con las comodidades del cuerpo.
(HAY) UNA GRAN FUERZA EN EL AYUNO, y a través de él son hechas (se realizan) cosas grandes y preclaras.
¿De lo contrario, de dónde los hombres serían capaces de hacer cosas tan admirables, y (de dónde) los milagros serían hechos por ellos, y (cómo) Dios daría la salud a los enfermos por medio de ellos, sino ciertamente por sus ejercicios espirituales, por la humildad de su alma, y por su buena conducta? El ayuno es el alimento de los ángeles, y el que lo usa, debe ser considerado como (si fuera parte) del orden angélico”.
AVE MARÍA PURÍSIMA.
Como complemento a nuestra lectura, aprovechemos a continuación estas enseñanzas tan valiosas, en la misma voz de Monseñor Altamira:
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