¿Sabías que la oración perseverante fue una de las grandes herramientas que usaron santas como Santa Mónica y Santa Rita, para lograr la conversión, la salvación y hasta la santidad, de sus seres queridos (esposo e hijos)?
¿Sabías que la segunda gran herramienta que ellas usaron fue el hacer sacrificios por la conversión y salvación de su familia?
Aprovechemos las enseñanzas que nos brinda Monseñor Fernando Altamira en la siguiente prédica, para que reflexionemos acerca de la primera de las grandes herramientas que utilizaron, tanto Santa Mónica como Santa Rita, para lograr la conversión, la salvación y hasta la santidad, de sus seres queridos: la oración perseverante.
Como complemento y para tu referencia, estos son apartes de la prédica anterior de Monseñor Altamira:
Queridos hijos,
Este Domingo Sexto después de Pentecostés, queríamos hablarles de LA ORACIÓN y EL SACRIFICIO, el poder que tienen, y lo que se puede lograr ante Dios con esas dos herramientas para convertir a los seres queridos, para que los seres queridos lleven una vida de verdaderos hijos de Dios, vida de verdaderos católicos, cobijados por la Santísima Virgen.
-La oración y el sacrificio: Enseñar algunos conceptos sobre esos dos medios poderosos, y bien a mano, que tenemos para obrar sobre los seres que amamos y llevarlos a Dios.
-Nos valdremos para ello de dos grandes santas, a causa de los hechos y de las circunstancias de la vida de ellas; nos referimos a Santa Mónica y Santa Rita.
Pensemos cómo (de pronto) más de uno de los que amamos vive sin Dios, vive como “los sin Dios”, “catolicismo: fuera”; los que amamos están en vida de los progre, “los progre, hay que ser progre, hay que ser moderno, qué tanta rezadera”.
En nuestros países que eran católicos (católicos gracias a la tan gloriosa y tan católica Madre Patria España), hoy se vive un Liberalismo rampante, y nuestras familias, sus miembros, en muchos casos están alejados de Dios, por esa vida liberal.
-El Liberalismo en mi país (Argentina) es peor que aquí (Colombia); tal vez tristemente es el país más liberal de Hispanoamérica; somos “espantosamente liberales”, mezclados con muchos movimientos de izquierda, y así nos va.
-Cuántas mamás y esposas que sufren por la situación de sus familias, familias las nuestras que circulan -como recién decíamos- por cualquier carril menos por los carriles de la Familia Católica y del Matrimonio Católico; o con parte (siempre “minoritaria”) de los seres queridos en el seno de Dios y del Catolicismo, y la otra parte de los miembros de nuestras familias (siempre muy “mayoritaria”) descarriados y alejados o indiferentes en lo que toca a Dios, a la Virgen María, a la vida de un verdadero católico, deambulando tal vez -y ojalá cambien- en el pecado mortal, de pecado en pecado, y hacia la condenación eterna en el Infierno… Quiera Dios que eso no llegue y que cambien, y se conviertan.
-Esa es la invitación de la Misa de hoy; es una continuación, una vez más, de esa Vida Pascual o Vida de Resucitados que ya desarrollamos, y está en la Epístola de hoy, de San Pablo (Romanos 6,3-11); allí leemos:
“Como Cristo resucitó de entre los muertos… así nosotros vivamos también Una Vida Nueva…; nuestro hombre viejo ha sido igualmente crucificado… y ya en adelante no sirvamos -más- al pecado…; considerad que vosotros estáis ciertamente muertos al pecado, pero vivos para Dios”.
Esto es muy hermoso y vale para los seres queridos, y para nosotros también obviamente.
-Con la oración y el sacrificio, consigan una Vida Nueva para sus seres queridos, que ellos dejen el pecado ya, y lleven una vida de verdaderos católicos (Vida Pascual), bien sea sus esposos o sus hijos o sus hijas (o la esposa si es ella la que está alejada de Dios).
Mencionemos algo de la vida de estas dos grandísimas santas, los sufrimientos que tuvieron que sobrellevar, y los dolores que padecieron al ver a sus seres queridos alejados de Dios.
Profundicen sobre la vida de Santa Mónica y Santa Rita y sean devotas de ellas.
Al hacerlo, cuánta esperanza, ánimo, estímulo, anhelos, podrán alcanzar tantas mamás y esposas que sufren por la situación familiar: Tal vez un esposo, tal vez un hijo o hijos, tal vez una hija o hijas, alejados de Dios, descarriados, “trabajando” -y a veces con esmero- para morir en desgracia de Dios y condenarse para toda la eternidad, despreocupados de lo único que es realmente necesario: La Salvación Eterna.
Ella vivió y murió en el Siglo IV (+ 387); vivió poco, murió bastante joven, a los 55 años de edad.
¿Qué logró ella con la oración y el sacrificio?
-Ella tenía un esposo que no era católico, que era muy iracundo, disoluto: ella sufría de la lujuria de su marido y de sus infidelidades, los adulterios que él cometía; ¿y cómo terminó ese marido? ¡Convertido!
-La suegra: Santa Mónica tenía una suegra que no era católica y que la hacía sufrir mucho, ¡sí, hasta problemas con la suegra tenía Santa Mónica! Y, ¿Cómo terminó esa suegra? ¡Aplacó su mal comportamiento hacia la santa!
-Santa Mónica tuvo tres hijos; no llegó a tener la gloria de la Familia Numerosa, pero sin duda que no habrá sido por cometer el pecado de la planificación-anticoncepción. Y ella, a los tres hijos, ¡a los tres!, los hizo santos; los hizo santos a pesar de toda la oposición que creó un marido no católico (o no practicante, liberal y disoluto).
¿Cuántas, cuántas mamás sufren -y mucho- esa oposición de sus maridos para criar católicamente a sus hijos; cuántos dolores y llantos de mamás escuchamos los sacerdotes por estos motivos? Y Santa Mónica, a pesar de “la contra” que ejerció un marido así, los hizo católicos y SANTOS (¡!). Sus hijos fueron: Santa Perpetua, San Navigio y el gran San Agustín. Miren lo que una mamá católica, pero católica de verdad, puede hacer de sus hijos a pesar de tanta oposición. Por lo tanto, tengan esperanza las mamás que sufren cosas así por sus hijos alejados de Dios. Sean devotas de Santa Mónica.
-Y San Agustín, antes de convertirse, se dejó extraviar por la lujuria, y hasta vivió en concubinato -en unión libre- y tuvo un hijo de dicha unión; y con todo, su católica mamá, Santa Mónica, terminó haciendo de él un grandísimo santo, sacerdote y obispo; y si mal no recuerdo consiguió que la concubina se fuese a un monasterio.
Ella murió en el Siglo XV (+ 1457). Vivió veinte años más que Santa Mónica. Tenía 76 años al momento de morir.
¿Qué logró ella con la oración y el sacrificio?
-Santa Rita tuvo que sufrir un muy duro matrimonio, con un esposo tremendamente violento e irascible, que casi perdía el uso de razón ante la ira que le cogía por la menor contradicción (aunque creo que él nunca llegó a pegarle a su esposa). Siendo él así, ella se esmeró por no darle nunca la menor ocasión de disgusto. Pues bien, ¿Cómo terminó ese marido? ¡Convertido! Esto sucedió antes de que muriese asesinado.
-Los hijos: Santa Rita tuvo dos hijos (otra vez, ella no llegó a la gloria de la Familia Numerosa, pero sin duda que en nuestra santa ello no habrá sido por causa del abominable pecado mortal de la anticoncepción-planificación). Estos hijos también resultaron muy iracundos como había sido su papá, y ellos maquinaban cometer un asesinato en venganza por el asesinato de su padre. Pues bien, ¿cómo terminaron esos hijos? ¿qué pasó con ellos? Santa Rita, mostrando un verdadero amor de madre, preocupándose por encima de todo por la salvación del alma de sus hijos, pidió al Señor que si ellos no desistían de sus propósitos de venganza, se los llevara de este mundo antes de que cometieran semejante pecado mortal. ¡El Señor escuchó las súplicas de la santa!
-Un último rasgo de su vida: Santa Rita, ya viuda y sin hijos vivos, quería entrar al Convento de Religiosas de San Agustín; pero al no poder cumplir con uno de los requisitos (la aspirante debía ser virgen), no le fue permitido entrar; ¿en qué terminó esa negativa? ¡Dios hizo que milagrosamente la santa traspasase las puertas del convento y fuese encontrada por las Hermanas en una celda! Ante tal prodigio, la comunidad dejó a un lado el requisito en cuestión y Santa Rita fue admitida. Miren lo que logra la oración (amor a Dios) y el sacrificio.
Lo volvemos a repetir: Cuánto aliento y cuántas esperanzas deben brindar estas dos santas, a tantas mamás y esposas, que sufren por la situación de su familia, alejados los seres queridos de Dios y del catolicismo; esas mamás y esposas deben ser muy devotas de Santa Rita y de Santa Mónica, conocer sus vidas, grabarlas en su memoria, seguir sus pasos y tener esperanzas, muchas esperanzas, en la conversión de su esposo, de sus hijos, de sus hijas, y hasta de la suegra si es el caso (como pasó con Santa Mónica).
A Dios podemos, y debemos, pedirle mucho, pedirle la salvación nuestra y la salvación de nuestros seres queridos, como lo hicieron Santa Mónica y Santa Rita. Ante las oraciones de estas pobres criaturas, que somos los seres humanos, Dios baja, Dios se inclina hacia nosotros, hacia nuestras peticiones, si pedimos para la salvación del alma.
Dios nos escucha cuando somos humildes, cuando nuestras oraciones son hechas con confianza. En el fondo Dios no niega nada a las almas humildes (las que no tienen orgullo, soberbia, que no viven pegadas de sí mismas).
Dios escucha a las almas que cuidan más de los intereses de Dios que de los suyos propios o los del mundo, las que buscan la salvación propia y la de los suyos.
Santa Mónica y Santa Rita salvaron a sus seres queridos, orando por ellos durante muchos años.
-En San Lucas, capítulo 18, nos dice Dios de orar SIEMPRE y no desfallecer: orar con perseverancia: “es preciso orar siempre y no desfallecer”, mantenerse en la oración. Santa Rita y Santa Mónica estuvieron pidiendo durante años y finalmente lo obtuvieron.
-San Pablo nos enseña en el mismo sentido (I Tesalonicenses 5): “orad sin cesar, sin interrupción”. Para lograr este objetivo, hasta nuestras actividades y obligaciones diarias deben ser oración, si las hacemos en unión con Dios.
-San Pablo nos confirma lo anterior en I Corintios 10:31: “ora comáis, ora bebáis, ora hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”.
-Rezar siempre: ¿Mas cómo hacer para intentar rezar siempre? (por nuestras familias, ¡y hasta por uno mismo, por supuesto!).
La respuesta es que todo nuestro obrar debe ser oración.
San Agustín dice (comentando el Salmo 146):
-“así canta a Dios con tu vida y nunca calles… si por lo tanto alabas a Dios, no solamente con la lengua canta a Dios, sino también habiendo tomado el salterio de las buenas obras, alabas a Dios cuando haces un negocio con honestidad; alabas a Dios cuando tomas el alimento y la bebida si lo haces con virtud; lo alabas cuando descansas en tu lecho; alabas a Dios cuando duermes si lo haces con virtud y en el grado necesario, sin la pereza; y entonces, ¿Cuándo no alabas? Todo el tiempo estamos alabando a Dios si llevamos por Él, una vida arreglada”.
Como vemos, es el mismo pensamiento de San Pablo: “ora comáis, ora bebáis, ora hagáis cualquier cosa…”.
-Y Santo Tomás (Commentarium in Romanis) dice lo mismo que San Agustín, para que toda nuestra vida sea oración: “durante tanto tiempo el hombre está rezando, reza cuanto ordena toda su vida hacia Dios”.
En síntesis, Santa Rita y Santa Mónica fueron un testimonio de que la oración debe ser perseverante. El gran mérito de estas dos santas es que se mantuvieron DURANTE AÑOS, CON PERSEVERANCIA, rezando por la gracia que necesitaban, la conversión y salvación de sus seres queridos, y así, por ser perseverantes en la oración, obtuvieron la gracia que pedían.
La perseverancia, la insistencia, la constancia en la oración, ¡qué importante que es hacer oración de esta forma!
La perseverancia, la insistencia y la constancia en la oración están también en el Evangelio de San Lucas. Dios Nuestro Señor Jesucristo nos la enseña a través de la parábola del Amigo importuno. Esta parábola nos ayuda a comprender cuánto hay que pedir, durante cuánto tiempo, y cómo pedir (como lo hicieron Santa Mónica y Santa Rita).
La parábola ejemplifica la constancia e insistencia en la oración. En el evangelio de San Lucas está inmediatamente después del Padre Nuestro (esto muestra aún más su importancia):
-San Lucas 11,5-10: “Y les dijo: Quién de vosotros, teniendo un amigo, si va este a buscarlo a la medianoche, y le dice: Amigo, necesito tres panes, porque un amigo me ha llegado de viaje, y no tengo nada que ofrecerle; y si el otro le responde desde adentro: No me incomodes, ahora mi puerta está cerrada [es la medianoche] y mis hijos están conmigo en la cama, no puedo levantarme y darte eso. [Aquí viene la enseñanza:] (Y si él persevera golpeando -llamando la puerta-), os digo, que aunque no se los dará levantándose por ser su amigo, a causa sin embargo de la importunidad de él (por la insistencia, por la perseverancia, por la constancia) se levantará y le dará todo lo que le es necesario. Y yo os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, golpead y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que golpea, se le abrirá”.
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