En Defensa de la Fe


El falso ecumenismo extravía a los católicos del Camino, Jesucristo

El falso ecumenismo ha extraviado las almas, desviándolas del Camino que las conduce a alcanzar su fin último, la Salvación Eterna. Estamos entonces ante una tragedia de proporciones infinitas por cuenta de la jerarquía de la Iglesia, la cual ha pasado los últimos sesenta años propagando la mentira de que todas las religiones cristianas son caminos que conducen al Cielo.


¿Cómo puede la gente encontrar la verdadera Fe si oyen a Francisco y a sus compañeros infiltrados anticatólicos insistir en que Dios está en todas las religiones?


¡Es aterrador! Día tras día Francisco y sus colaboradores impulsan el falso ecumenismo con más fuerza que nunca, insistiendo en que Dios está con todos los creyentes cristianos, excepto con los católicos tradicionales. Haciendo un paralelo, es como si los ángeles en Belén hubiesen dicho a los pastores que estos podían hallar al Salvador en cualquier parte, excepto en el pesebre donde efectivamente nació.


Es claro que los ángeles dieron instrucciones precisas a los pastores, para que no se extraviaran: hallarían "al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lucas 2:11-12).


En el Plan Divino, Cristo estableció su Iglesia, como faro, para orientar a las almas sobre cómo conocer, amar y servir a Dios y alcanzar la Salvación Eterna.


La tragedia del extravío de las almas por cuenta del falso ecumenismo es analizada en detalle en el siguiente artículo, del cual presentamos una traducción libre.



En la Noche de Navidad, los ángeles dieron indicaciones precisas a los pastores acerca del lugar donde se encontraba Jesús. En contraposición, el falso ecumenismo está extraviando a las almas en el camino hacia ÉlEn la Noche de Navidad, los ángeles dieron indicaciones precisas a los pastores acerca del lugar donde se encontraba Jesús. En contraposición, el falso ecumenismo está extraviando a las almas en el camino hacia Él



Mostrando Gratitud por Nuestro Salvador Mientras el Mundo Desesperadamente Busca en Vano a Otro

Escrito por Robert Morrison | Columnista de Remnant


"Y el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que serán para todo el pueblo. Porque hoy os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor, en la ciudad de David". (Lucas 2: 10-11)


El ángel anunció "buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo" y, sin embargo, los ángeles terminaron su mensaje celestial haciendo referencia a un conjunto más reducido de personas a las que se aplicarían las bendiciones de la paz:


"Gloria a Dios en las alturas; y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad". (Lucas 2:14)


En su comentario sobre este versículo, Cornelius a Lapide analizó lo siguiente:


«La paz sea con los hombres, pero no con todos, sino con los de buena voluntad... Bede dice: estos son “los que reciben a Cristo”».


Todos los hombres pueden beneficiarse de estas buenas nuevas de gran alegría, pero para ello deben "recibir a Cristo".


Puesto que Jesús estableció la Iglesia católica para enseñar y guiar a todos los hombres a honrar a Dios y salvar sus almas, la Iglesia siempre ha tenido la responsabilidad de "enseñar a las naciones", como ordenó Jesús (Mateo 28:19). Y quienes deseen honrar a Dios y salvar sus almas deben responder a esta enseñanza convirtiéndose en fieles católicos.


En consonancia con esto, Pío XII afirmó claramente la responsabilidad única de la Iglesia de proclamar la fe cristiana a todo el mundo, en su mensaje de Navidad de 1942:


«Como 'Columna y Fundamento de la Verdad' y guardiana de Ella, por voluntad de Dios y mandato de Cristo, del orden natural y sobrenatural, la Iglesia no puede renunciar a su derecho de proclamar a sus hijos y al mundo entero las leyes fundamentales inmutables, salvándolas de toda perversión, desajuste, corrupción, falsa interpretación y error».


Aunque periódicamente hemos escuchado afirmaciones similares de parte de los sucesores de Pío XII, esta verdad se ha visto por lo general diluida, cuando no totalmente anulada, por un falso ecumenismo que busca la unidad (de las religiones) a través de las concesiones (acuerdos, componendas).



Los pastores fueron instruidos y tuvieron la guía precisa para encontrar al Recién Nacido. Así mismo, Cristo instituyó la Iglesia como guía y Maestra para alcanzar el logro máximo, la Salvación de nuestra almaLos pastores fueron instruidos y tuvieron la guía precisa para encontrar al Recién Nacido. Así mismo, Cristo instituyó la Iglesia como guía y Maestra para alcanzar el logro máximo, la Salvación de nuestra alma



Así fue como Juan XXIII señaló una nueva orientación, en su mensaje de Navidad de 1958:


«La tristeza de esta dolorosa constatación no detiene ni detendrá, confiamos en Dios, el esfuerzo de nuestra alma por continuar la amorosa invitación a nuestros queridos hermanos separados, que incluso llevan el nombre de Cristo en la frente, leen su santo Evangelio … no son insensibles a las inspiraciones de la piedad religiosa, así como tampoco a la caridad bienhechora y de bendición».


Aunque podría leerse que esto deja espacio para la superioridad y plenitud de la fe católica, parece que el aclamado editor y autor Frank Sheed entendió con precisión el significado pretendido y comúnmente aceptado (de esta declaración de Juan XXIII):


«Yo pensaba (y me imagino que la mayoría de nosotros pensaba de igual manera… hasta que el Papa Juan abrió “nuevas posibilidades”) que los protestantes de manera individual eran buenas personas, pero que la iglesia a la que pertenecían no era algo bueno en sí mismo. A los católicos de base no se nos ocurría pensar que las iglesias protestantes estuviesen haciendo un trabajo que, en las condiciones actuales del mundo, Dios quisiese que fuese hecho, ni tampoco que Dios se complaciese en ello, ni que les diese la gracia de hacerlo mejor. No creo que estuviésemos haciendo negación de tales cosas. Simplemente nunca se nos pasaron por la mente. Pero en su único discurso en la Navidad de 1958, el Papa Juan cambió todo ello. Acerca de las diferentes denominaciones cristianas dijo: "Llevan el nombre de Cristo en la frente". Nada volvió a ser igual después de aquellas palabras». (Frank Sheed, “¿Es esta la misma Iglesia?”)


Por otro lado, muchos católicos tradicionales criticaron con razón la declaración implícita de Francisco en Kazajstán, en septiembre de 2022, de que Dios quiere a las religiones no católicas (es decir, que estas hacen parte de Su Plan). Sin embargo, el señor Sheed concluyó que, con aquella declaración, Francisco había en esencia retomado el mismo mensaje de Juan XXIII, de 1958, con respecto a las diferentes denominaciones cristianas.


No necesariamente necesitamos llegar a un veredicto sobre lo ortodoxo o heterodoxo que fue el mensaje de Navidad de Juan XXIII en 1958, porque las décadas posteriores han confirmado que Roma ha intentado de manera intencionada tender puentes con las confesiones no católicas, a expensas de la Verdad católica intemporal (esto lo que en esencia se denomina el “falso ecumenismo”).



Las buenas nuevas de los ángeles fueron anunciadas a los hombres de buena voluntad. Esa buena voluntad significa en última instancia seguir las enseñanzas de Jesucristo. Y seguir las enseñanzas de Jesucristo significa ser un católico fielLas buenas nuevas de los ángeles fueron anunciadas a los hombres de buena voluntad. Esa buena voluntad significa en última instancia seguir las enseñanzas de Jesucristo. Y seguir las enseñanzas de Jesucristo significa ser un católico fiel



¿Qué relación tiene esto con el mensaje de los ángeles a los pastores en la Noche de Navidad? Si las buenas nuevas de los ángeles se limitan a los hombres de buena voluntad; y si esa "buena voluntad" significa en última instancia seguir las enseñanzas de Jesucristo; y si seguir las enseñanzas de Jesucristo significa ser un católico fiel... entonces estamos ante una tragedia de proporciones infinitas por cuenta de la jerarquía de la Iglesia, la cual ha pasado los últimos sesenta años propagando la mentira de que todas las religiones cristianas son caminos que conducen al Cielo (en otras palabras, el falso ecumenismo ha extraviado las almas, desviándolas del Camino que las conduce hacia su fin último, la Salvación Eterna).


Por analogía, reflexionemos acerca del hecho de que los ángeles dieron instrucciones precisas a los pastores acerca de dónde encontrarían al Salvador: estaba en la ciudad de David, y hallarían "al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lucas 2:11-12). Del mismo modo, Cristo estableció su Iglesia (como faro) para orientar a las almas sobre cómo conocer, amar y servir a Dios y hallar la Salvación Eterna.


En contraposición, el respaldo de la Iglesia (en los últimos 60 años) a las religiones no católicas sería como si los ángeles hubiesen dicho esa noche a los pastores que estos iban a encontrar al Salvador, no en un lugar específico, sino dondequiera que mirasen. Como hombres prácticos, los pastores hubiesen muy probablemente rechazado tal mensaje, considerándolo como un completo disparate, a pesar de lo impactantes que hubiesen sido tales mensajeros.


Los apologistas del falso ecumenismo pueden argumentar que la mayoría de las confesiones cristianas conducen a las almas al mismo destino teológico en cuanto a "asuntos importantes", pero está claro que no es así. En las recientemente publicadas “Letters to a Protestant Friend” (Cartas a un amigo protestante), el difunto Hugo Klapproth puso de relieve la realidad de que la "interpretación privada de la Biblia" hace que los cristianos lleguen invariablemente a conclusiones completamente diferentes sobre cualquier asunto vital:


«Mire donde quiera dentro del protestantismo; en lugar de un 'Credo' firme encontrará una confusión babilónica, compuesta por opiniones fluctuantes, todas en disputa unas con otras. Las cuatro palabras de la Escritura, 'esto es Mi Cuerpo', ya habían sido sometidas en tiempos de Belarmino a doscientas interpretaciones diferentes; Osianader verificó veinte puntos de vista divergentes acerca de la Justificación y dieciséis acerca del Pecado Original (todos ellos supuestamente basados en la Sagrada Escritura). Y esto solo entre los que aceptaban la Confesión de Augsburgo. Hoy en día, esta cacofonía se ha diversificado considerablemente. Ya no hay pasajes bíblicos importantes que no sean interpretados por teólogos y laicos protestantes, cada uno de manera diferente».



Cartas a un amigo protestante, de Hugo Klapproth, pone en relieve la realidad que la llamada interpretación privada de la Biblia hace que los cristianos lleguen invariablemente a conclusiones completamente diferentes sobre cualquier asunto vitalCartas a un amigo protestante, de Hugo Klapproth, pone en relieve la realidad que la llamada interpretación privada de la Biblia hace que los cristianos lleguen invariablemente a conclusiones completamente diferentes sobre cualquier asunto vital



La cacofonía de puntos de vista protestantes se ha hecho más ruidosa y vulgar en los 130 años que han transcurrido desde que Hugo Klapproth escribió estas palabras. Mientras tanto, Francisco y sus colaboradores impulsan el falso ecumenismo con más fuerza que nunca, insistiendo en que Dios está con todos los creyentes cristianos, a menos que sean católicos tradicionales. Esto es como si los ángeles hubiesen dicho a los pastores que podían encontrar al Salvador en cualquier lugar, excepto en un pesebre en la ciudad de David.


Pero si las buenas nuevas de gran alegría y paz en la tierra, solo aplican en la medida en que los hombres sigan las enseñanzas de la Iglesia Católica, establecidas por Jesús, ¿qué deberíamos esperar en el caso de que los infiltrados anticatólicos consiguiesen convencer a la mayoría de los católicos de que ya no necesitan seguir tales enseñanzas? Las almas de estos últimos no solo perderían la alegría y la paz anunciadas por los ángeles, sino que también contribuirían a difundir las mentiras anticatólicas de los infiltrados. Aquellos que deberían ser la luz del mundo se convertirían entonces en instrumentos para difundir la oscuridad, tal y como vemos hoy en día.


Cuando miramos a los actuales ocupantes de Roma, encontramos proveedores de oscuridad cuyo globalismo sin alegría promete esclavitud en lugar de paz. Muchas personas en todo el mundo están despertando e intentando huir de la oscuridad. La fe católica que nos dio Jesús debería brillar con tanta intensidad en esta oscuridad, de tal forma que todos aquellos que buscan sinceramente la Verdad puedan encontrarla y disfrutar de la paz y la alegría que ofrece.


Pero, ¿cómo puede la gente encontrar la verdadera Fe si oyen a Francisco y a sus compañeros infiltrados anticatólicos insistir en que Dios está en todas las religiones?


El mundo busca desesperadamente un “salvador” a medida que Satanás y los globalistas aumentan su poder e influencia. Aquellos de nosotros que tenemos la inestimable bendición de contar con la inmutable Fe Católica, sabemos que hemos encontrado la fuente de la paz y la alegría anunciada por los ángeles. Hemos encontrado al Salvador y Sus Promesas son nuestras, siempre que hagamos Su Voluntad.


Esta es seguramente la razón por la que Satanás y los globalistas trabajan tan arduamente para atacar al Catolicismo Tradicional (y acabar con la Misa Tradicional).



El hecho de que tengamos al Salvador que el mundo necesita tan desesperadamente, debe inspirarnos una gratitud tan grande que nos haga buscar permanentemente acercarnos a Jesús, con fidelidad a todo lo que Él nos pide.El hecho de que tengamos al Salvador que el mundo necesita tan desesperadamente, debe inspirarnos una gratitud tan grande que nos haga buscar permanentemente acercarnos a Jesús, con fidelidad a todo lo que Él nos pide.



El hecho de que tengamos al Salvador que el mundo necesita tan desesperadamente, debe inspirarnos una gratitud tan grande que nos haga buscar permanentemente acercarnos a Jesús, con fidelidad a todo lo que Él nos pide.


Cada uno de los casi ocho mil millones de seres humanos que viven hoy en día, se dará cuenta en el momento de su muerte, que la inmutable fe católica es el único camino hacia la Perla Preciosa ofrecida por Nuestro Salvador (la Salvación de su alma).


Si nos esforzamos por proclamar la verdadera fe católica y por crecer en santidad, podremos ayudar al mayor número posible de almas a encontrar la auténtica fuente de paz y alegría (¡Jesucristo!), que María y José acogieron en el mundo en aquella noche fría y oscura de la primera Navidad.


María y José, rogad por nosotros.  Divino Niño Jesús, ¡ten piedad de nosotros!



(este es el enlace al artículo original)



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