¿Estamos llegando a las postrimerías de la toma hostil perpetrada contra la Iglesia Católica?

¿Estamos llegando a las postrimerías de la toma hostil perpetrada contra la Iglesia Católica en 1958 por parte de los modernistas, con el propósito de destruir su esencia?

Con la muerte de Pio XII en 1958, el último Papa que presentó resistencia a los ataques de los modernistas, vino la toma hostil de la institución de la Iglesia, en cabeza del así llamado “Papa Juan XXIII”, quien convocó el “Concilio Vaticano II”, la herramienta concebida para materializar la destrucción de la esencia de la Iglesia.

El Concilio Vaticano II culminó en 1965, de la mano de Pablo VI, el siguiente “Papa” en turno, el cual, entre otras atrocidades, materializó la desfiguración de los Sacramentos y del Santo Sacrificio de la Misa.

La toma hostil de la institución de la Iglesia prosiguió con Juan Pablo II, quien se dedicó con pasión a promover el falso ecumenismo, cuyo propósito es destronar a Nuestro Señor Jesucristo como Rey del Universo (queriéndolo rebajar al nivel de los dioses paganos de las demás denominaciones religiosas). Son famosos sus “encuentros ecuménicos” en Asís a partir de 1986.

Benedicto XVI, el siguiente en la lista, prosiguió con los tales “encuentros ecuménicos”, cuyo efecto en las almas de los católicos ha sido y sigue siendo desviarlas del único camino hacia su Salvación Eterna en el Cielo, que es Jesucristo. ¿Cuál es el argumento de este “falso ecumenismo? Pretender que los demás “caminos” también “conducen a Dios”.

Y a partir de 2013, el “ocupante” de la Sede de Pedro es Francisco. Sus empeños por destruir la esencia de la Iglesia han sido descarados, “a plena luz del día”. Es raro que cuando habla, escribe o lleva a cabo actos públicos no esté efectuando declaraciones heréticas. Dicho sea de paso, ¿será que posible que este sea un verdadero Papa?

Entre sus grandes “preocupaciones” ha estado el alimentar el “falso ecumenismo”, con “encuentros” como el de Abu Dabi en 2018, pretendiendo convencer a los católicos que los dioses paganos de todo tipo, “están al mismo nivel de Nuestro Señor” (como cuando veneró y entronizó la Pachamama en el propio Vaticano en octubre de 2019).

Y como herramienta para “dar el puntillazo final” a la institución de la Iglesia, Francisco concibió la realización del “Sínodo sobre la Sinodalidad” entre 2021 y 2024, para que “entre todos definamos cómo queremos que sea la ‘Iglesia Católica´” ¡Esto es sencillamente aberrante! A estos sujetos “no les sirve” la forma como Nuestro Señor Jesucristo concibió Su Iglesia.

¿Será, pues, este sínodo el culmen de la toma hostil perpetrada contra la Iglesia Católica en 1958?

Veamos….

Nosotros pertenecemos a la Iglesia Católica, no a la “iglesia sinodal de Francisco”

Primero que todo, afirmemos categóricamente que nosotros pertenecemos a la Iglesia Católica, no a la Iglesia surgida a partir del Concilio Vaticano II y cuya nueva denominación va a ser, según lo pretende Francisco, “Iglesia sinodal”.

Con el propósito de enriquecer el repaso histórico acerca del propósito de los modernistas de coronar la toma hostil de la Iglesia Católica, a fin de destruir su esencia, citamos algunos apartes (en traducción libre por parte del editor), del artículo escrito por Roberto Morrison, columnista de Remnant, titulado: <<Ahora que Francisco ha creado la "Iglesia diferente" de Congar, ¿podemos dejar de llamarla católica?>>

El Modernismo, la síntesis de todas las herejías

En el libro, “Cien años de Modernismo” (que hace un recuento de la herejía del Modernismo, la cual el Papa San Pío X la denominó, ‘la síntesis de todas las herejías’), escrito por el Padre Dominique Bourmaud, este último menciona lo siguiente acerca de Yves Congar, uno de los ‘cerebros’ más influyentes del Concilio Vaticano II, “elevado al cardenalato” por Juan Pablo II y ‘fuente de inspiración’ de la “Iglesia sinodal” de Francisco:

<<Como el niño que se complace perversamente en destruir, parece que Congar no tuvo mayor alegría en la vida que la de asistir a la dilapidación del tesoro de la Iglesia y a la destrucción de la unidad del Cuerpo Místico de Cristo>>.

En octubre 2023, Francisco y su séquito de modernistas evaluarán el “avance hacia una iglesia diferente”

Cuando Francisco vuelva a convocar el Sínodo sobre la Sinodalidad en Roma el 4 de octubre de 2023, el mundo verá cuánto ha avanzado en completar los planes para "una Iglesia diferente", la cual anunció hace casi dos años (el sínodo se inició en 2021 y pretende llegar a su culminación en 2024):

<<Queridos hermanos y hermanas, ¡que este Sínodo sea una verdadera estación del Espíritu!  Porque necesitamos el Espíritu, el aliento siempre nuevo de Dios, que nos libera de toda forma de ensimismamiento, reaviva lo que está moribundo, afloja grilletes y difunde alegría. El Espíritu Santo nos guía hacia donde Dios quiere que estemos, no hacia donde nos llevarían nuestras propias ideas y gustos personales. El Padre Congar, de bendita memoria, dijo una vez: ‘No hay necesidad de crear otra Iglesia, sino de crear una Iglesia diferente’. Ese es el reto. Para una "Iglesia diferente", una Iglesia abierta a la novedad que Dios quiere sugerir, invoquemos con mayor fervor y frecuencia al Espíritu Santo y escuchémosle humildemente, caminando juntos como Él, fuente de comunión y misión, así lo desea: con docilidad y valentía>>. (Francisco, 9 de octubre de 2021, Discurso de apertura del Sínodo).

… No se necesita mirar más allá de estas palabras de Francisco acerca de la inspiración de Congar para entender lo que el actual “ocupante” de la Silla de Pedro pretende…

Yves Congar irrespetaba la Fe católica y, sin embargo, es inspirador de Francisco

La descripción que el Padre Matthias Gaudron hace de Yves Congar en su “Catecismo de la crisis en la Iglesia” proporciona suficientes detalles acerca de este hombre como para alertarnos sobre la malignidad que conlleva cualquier proyecto que siga su ejemplo (como lo es el Sínodo sobre la Sinodalidad):

<<Desde principios de 1947 hasta finales de 1956 (durante el papado de Pio XII), fui testigo de una serie ininterrumpida de denuncias, advertencias, medidas restrictivas, … con respecto a Congar. En su diario íntimo, Congar relata que dos veces, estando en Roma, fue a orinar contra la puerta del Santo Oficio ¡en señal de rebeldía! Sin embargo, pese a todo ello, Yves Congar fue convocado como ‘experto’ al Concilio Vaticano II por Juan XXIII, e influyó enormemente en el Concilio. Juan Pablo II lo nombró cardenal en octubre de 1994>>. (p. 36)

Yves Congar admiraba al hereje Lutero

Por más asqueroso que haya sido el que Yves Congar hubiese orinado contra la puerta del Santo Oficio, este trataba en realidad la fe católica con aún menos respeto, razón por la cual fue ‘sometido a estricta vigilancia’ por parte de la Iglesia durante el pontificado de Pío XII (el último Papa que luchó contra la infiltración de la Iglesia por parte de los modernistas). He aquí, por ejemplo, la forma como Congar elogió a uno de los mayores enemigos de la Iglesia:

"Lutero es uno de los mayores genios religiosos de toda la historia. En este sentido, lo pongo al mismo nivel que San Agustín, Santo Tomás de Aquino o Pascal. En cierto modo, es incluso más grande. Repensó por completo el cristianismo. . . Estudié mucho a Lutero. Escasamente no pasa un mes sin que vuelva a leer sus escritos". (“Catecismo de la crisis en la Iglesia”, p. 36)

Veamos algo del “avance del Sínodo hacia una Iglesia diferente”

Identificación de la Iglesia. El Instrumentum Laboris del Sínodo para la reunión de octubre de 2023 tiene 114 referencias a la "Iglesia Sinodal" y 26 referencias a la "Iglesia Católica" (la mayoría de las cuales son simplemente para identificar a la "Iglesia Católica Oriental"). Al dar a la "iglesia diferente" un nuevo nombre, Francisco ha hecho mucho más simple para nosotros discernir que la Iglesia Sinodal definitivamente no es la Iglesia Católica.

La pertenencia. En su encíclica de 1943, Mystici Corporis, Pío XII explicó claramente cómo se pertenece a la Iglesia Católica:

<<Solo deben ser considerados como miembros de la Iglesia aquellos que han sido bautizados y profesan la verdadera fe, y que no han sido tan desafortunados como para separarse de la unidad del Cuerpo, o han sido excluidos por autoridad legítima por faltas graves cometidas>>. (Mystici Corporis, §22)

Por contraste, la “Iglesia sinodal” tiene una membresía mucho más amorfa, que parece incluir a todos los bautizados (sin distinción).

A lo largo de sus documentos, el Sínodo sugiere con frecuencia que los miembros (de la “iglesia sinodal) son el “Pueblo de Dios”:

<<En efecto, tanto la sinodalidad como el ecumenismo tienen sus raíces en la dignidad bautismal de todo el Pueblo de Dios>>. (Instrumentum Laboris)

Como describe el Padre Dominique Bourmaud en su libro “Cien años de modernismo”, fue Congar quien contribuyó a introducir este concepto de "Pueblo de Dios" en los documentos del Concilio Vaticano II:

<<A Congar, amigo de Karl Rahner, debemos el esquema de la “Lumen Gentium”, que, con su famoso 'subsistit', afirma que las iglesias separadas pertenecen a la Iglesia de Cristo lo cual es herejía pura. No es de extrañar que en el Concilio hayan proliferado los equívocos terminológicos. Donde el Magisterio tradicional trataba de la “naturaleza de la Iglesia”, Congar hablaba en cambio del “misterio de la Iglesia”; donde Pío XII consagró la noción de “miembro del Cuerpo Místico de Cristo”, Congar insertó la vaga noción de Tyrrell de “comunión del Pueblo de Dios”. ¿Por qué? Porque se es o no miembro de un cuerpo (es sí o es no; no admite dudas), pero por el contrario se puede estar en mayor o menor grado en comunión (la pertenencia a la Iglesia se vuelve difusa)>>.

Por lo tanto, la “Iglesia sinodal” no rechaza explícitamente a los católicos, más sin embargo incluye a quienes Pío XII (al igual que sus predecesores) había excluido categóricamente de pertenecer a la Iglesia católica.

Espíritu misionero. La Iglesia católica, fundada por Nuestro Señor Jesucristo, entiende su relación con el mundo en términos de la misión que Nuestro Señor mismo le encomendó. León XIII describió dicha misión en su encíclica Immortale Dei, de 1885, sobre la Constitución cristiana de los Estados:

<<Porque el Hijo unigénito de Dios estableció en la Tierra una sociedad que se llama la Iglesia, y a ella le entregó el encargo excelso y divino que había recibido de Su Padre, para que fuese continuado en los siglos venideros: “Como el Padre me envió, así también Yo os envío. He aquí que Yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación del mundo”. Por consiguiente, así como Jesucristo vino al mundo para que los hombres "tuviesen vida y la tuviesen en abundancia", así también la Iglesia tiene por objeto y fin la salvación eterna de las almas, y por eso está constituida de tal manera que abre de par en par sus brazos a toda la humanidad, sin que le impida ningún límite de tiempo ni de lugar. Predicad el Evangelio a toda criatura>>.

El mundo nos odiará por intentar convertir almas, pero esa seguirá siendo la misión de la Iglesia hasta la consumación del mundo.

En su libro “Cien años de modernismo”, el Padre Bourmaud sustenta con argumentos que Yves Congar fue un paladín de la cruzada para oponerse al Mandamiento del Señor, de evangelizar al mundo entero. Dan rabia, pero toca leer los siguientes “argumentos” de Congar para acabar de comprender cómo dicho sujeto luchaba en contra de la Misión del Señor de “hacer discípulos”:

<<Hace algún tiempo publiqué un estudio sobre proselitismo y evangelización en el que establecía un contraste entre dos actitudes que podemos adoptar. Utilizando estos dos términos, podemos ver cómo perseguimos el éxito de la institución de la que somos ministros (proselitismo) en lugar de buscar el bien espiritual de los demás y su fundamentación y progreso en Cristo (evangelización). Al observar nuestros verdaderos motivos y el espíritu de nuestras acciones, percibimos a veces que nos hemos dejado llevar por el entusiasmo y por la preocupación por lo fácil y lo inmediato. Así que, en última instancia, lo que buscamos, al parecer, son conversos a nuestro grupo, números en nuestras organizaciones, influencia creciente y el apoyo de personas influyentes>>.

Entonces, según Congar, no debemos intentar convertir almas a la Iglesia ¡porque nuestra motivación puede llegar a centrarse en el “número” de conversos!

Aunque Francisco condena de manera habitual el proselitismo (es decir, cumplir el mandato del Señor de evangelizar para convertir almas), el Instrumentum Laboris no lo condena directamente sino que sigue los lineamientos de Congar, “de que no hay ninguna razón para que la ‘Iglesia sinodal’ convierta almas a la Iglesia católica”.

Trágicamente, seguirá habiendo católicos ingenuos que quedarán convencidos de abandonar la Iglesia católica para seguir a la Iglesia sinodal.

Movimiento y fluidez. La primera frase del Instrumentum Laboris describe el espíritu de “movimiento” que anima el Sínodo: <<El Pueblo de Dios está en movimiento desde que el Papa Francisco convocó a toda la Iglesia en Sínodo en octubre de 2021>>.

Pero, ¿qué quieren decir con “movimiento”? Veamos…

Del mismo modo, el Documento para la Etapa Continental (DCS) del Sínodo habla del “movimiento” como un “viaje”:

<<El DCS será comprensible y útil solo si se lee con los ojos del discípulo, que lo reconoce como testimonio del camino de conversión hacia una Iglesia sinodal>>.

¡Ahí está el meollo del asunto! ¡Francisco quiere convertir la Iglesia Católica en la “Iglesia sinodal”!

En esencia, este "camino de conversión" (este “movimiento”, este “viaje”) se traduce en que los católicos se conviertan en anticatólicos (como lo son personajes como Francisco, Cupich, McElroy, Martin, Hollerich, Grech, etc.), sin que los “convertidos a la Iglesia sinodal” lleguen a sospechar que han perdido la Fe católica.

Nuestra Fe es inmutable. La Iglesia post concilio y, en particular, la Iglesia sinodal, predican lo contrario

El catolicismo, por otra parte, no concibe ningún “movimiento, ningún “viaje”, ninguna “evolución de la Fe”: La Fe es inmutable: “Nuestro Señor y la Fe que Él vino a enseñarnos, son los mismos ayer, hoy y siempre”.

En su Encíclica de 1907, “Lamentabili Sane, Condenando los Errores de los Modernistas”, San Pío X condenó la proposición de que la sociedad cristiana esté sujeta a una “perpetua evolución" (a un “perpetuo movimiento”).

Vemos claramente el aspecto inmutable de la Fe en el hecho de que los Papas anteriores al Vaticano II siempre podían citar a los Papas y santos de toda la historia de la Iglesia para apoyar sus posiciones. Por el contrario, las "autoridades" de hoy rara vez citan algo que no sea el Vaticano II o Juan Pablo II.

En particular, la distinción entre la Fe inmutable de la Iglesia católica y lo que predica la Iglesia sinodal conducirá a creencias muy diferentes.

Yves Congar se atrevió en su momento a propalar la siguiente herejía de proporciones monstruosas:

<<A partir de ahora, el mundo se presenta ante la Iglesia como una realidad adulta, dispuesta a pedirle cuentas. Ya no basta con que la Iglesia verifique su fidelidad a su propia tradición. Ahora la Iglesia debe enfrentarse a preguntas y críticas con respecto a su relación con el mundo, con los valores sociales, con el progreso y con los desarrollos sociales>>.

Haciendo eco de Congar, se entiende entonces por qué Francisco considera a los católicos tradicionales, que mantenemos fidelidad a la Fe enseñada por Nuestro Señor, como retrógrados, anquilosados en la "antigüedad”.

Yves Congar, es entonces el padre de la Iglesia sinodal

Congar habló del "principio sinodal" como el medio por el cual una iglesia podría "responder al consenso vivo de todo el cuerpo", lo que en última instancia se traduce en seguir las "predilecciones del mundo moderno":

<<Este vínculo entre la reforma de la Iglesia y el principio sinodal tiene sentido. Expresa claramente algo fundamental. Se trata de vincular una iniciativa de la base a la acción de las autoridades… donde las autoridades puedan responder al consenso vivo de todo el cuerpo>>.

Mientras que la Iglesia católica salvaguarda las creencias que Nuestro Señor le confió, la Iglesia sinodal “descubre” sus creencias a partir del "consenso vivo de todo el cuerpo". En 2023, ese "consenso vivo de todo el cuerpo" impulsa a la Iglesia sinodal a plantear en su Instrumentum Laboris “la más iluminada de todas las preguntas”:

<<A la luz de la Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris Laetitia (de Francisco, 2016), ¿qué pasos concretos son necesarios para acoger a quienes se sienten excluidos de la Iglesia por su condición o sexualidad (por ejemplo, divorciados vueltos a casar, personas en matrimonios polígamos, personas LGBTQ+, etc.)?>>.

Los fieles católicos, podemos responder a esta pregunta con algunas de las nuestras

• ¿Alguien, aparte de Satanás y los anticatólicos, se beneficia con pretender que la Iglesia católica y la Iglesia sinodal sean la misma Iglesia?

• Dado que la Iglesia sinodal no es la Iglesia católica, ¿pueden los católicos pertenecer a ambas?

• ¿Puede Francisco presidir la Iglesia sinodal y a la vez considerarse que “preside” la Iglesia católica?

• ¿Pueden nuestros buenos pastores, con buena conciencia, dejar de denunciar inequívocamente a la Iglesia Sinodal?

La respuesta a cada una de estas preguntas es, y debe ser, un rotundo "¡no!". Todavía tenemos buenos pastores en la Iglesia, que tienen claro el ataque a que ha sido (y que está siendo) sometida la Iglesia.

Entonces, volvemos a la pregunta fundamental …

¿Estamos llegando a las postrimerías de la toma hostil perpetrada contra la Iglesia Católica en 1958 por parte de los modernistas, con el propósito de destruir su esencia?

Con el Sínodo sobre la Sinodalidad, Francisco y sus amigos van a “dar el puntillazo final” con la pretensión de destruir la esencia de la Iglesia, su razón de ser.

Es un momento decisivo para la salvación de las almas, porque muchas optarán por continuar adheridas (y ahora con mayor fuerza) a la Iglesia surgida a partir del Concilio Vaticano II y que Francisco y sus amigos la llamarán, después del Sínodo sobre la sinodalidad, la “Iglesia sinodal”.

Pero una tal “Iglesia” no tiene nada que ver con la Iglesia Católica, la Iglesia fundada por Nuestro Señor.

A pesar de que los infiltrados en las estructuras de la Iglesia (“Papa”, “obispos”, “sacerdotes”) crean que lo lograron, se equivocan, porque los católicos que nos mantenemos fieles a la Fe enseñada por Nuestro Señor y que ha sido transmitida intacta hasta nuestros días, permaneceremos firmes, así sea de vuelta a las catacumbas.

Nuestra confianza está fundada en la promesa de Nuestro Señor “Las puertas del infierno, no prevalecerán contra ella” (es decir, contra la Iglesia que Él fundó).

¡Ave María Purísima, sin pecado concebida, María Santísima! Ruega por nosotros.

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