Te comparto la
reflexión correspondiente al Domingo 25 del Tiempo Ordinario Ciclo B 2018,
sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este
día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2018, corresponde al Domingo 23 de Septiembre.
El modelo de ser humano justo; la coherencia del
creyente; la permanencia del creyente en su opción; los peligros que dividen a
la comunidad creyente; la codicia; el seguimiento de Jesús; ¿quién es,
realmente, el más importante?; el servicio; todos estos son temas que aparecen
en la liturgia de este domingo. Dejémonos formar por el maestro Jesús.
Veamos las lecturas.
Lo condenaremos a muerte ignominiosa
Se dijeron los impíos: "Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él."
Los que procuran la paz están sembrando paz y su fruto es la justicia.
Queridos hermanos: Donde hay envidias y
rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de
arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil,
llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera. Los que procuran
la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde
proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras
pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis,
ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra.
No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar
satisfacción a vuestras pasiones.
El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará." Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaúm, y, una vez en casa, les preguntó: "¿De qué discutíais por el camino?" Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó llamó a los Doce y les dijo: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos". Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado".
Algunas reflexiones:
El libro de la Sabiduría nos habla de la persona piadosa, justa honesta y fiel. Una persona con estas características es modelo de sabiduría. Cada sociedad tiene un ‘ideal de persona’. En la Biblia ese ideal lo ocupa aquella persona que encarna en su vida los valores propuestos por Dios y muestra, a través de sus obras, que sí es posible realizar la voluntad de Dios.
Sin embargo, estructurar la vida con estas características es una tarea que lleva tiempo y que nunca termina. Nunca acabamos de ‘construirnos’. Además, desde la perspectiva de la fe, es Dios quien va construyendo en nosotros el tipo de persona según su amor. Sin embargo, el justo puede volverse incómodo para muchos: su integridad puede ser un problema en ambientes torcidos, corruptos. Esto es lo que subraya el libro de la Sabiduría. Esto fue lo que ocurrió con los profetas y con el mismo Jesús.
La carta de Santiago (segunda lectura) pone el acento en la dimensión comunitaria de la vida cristiana. No vivimos solos. Por el contrario, coexistimos, convivimos. Por tal razón, la construcción de la persona (en su individualidad) no está desligada de la vida comunitaria. Nos hacemos con los otros y ayudamos (o entorpecemos) el procesos de construcción de otros.
El autor de la carta subraya uno de los fenómenos que pueden afectar la salud de la comunidad cristiana: la ambición. La ambición de unos provoca el sufrimiento de otros, porque genera violencia, inequidad, desigualdad y empobrecimiento.
El gran problema es que, en la sociedad, se va instalando una mentalidad que alimenta la ambición, el deseo de tener, de acaparar, de estar por encima de los demás a cualquier precio. El autor de la carta recuerda a los cristianos que – al menos en la comunidad cristiana – esto no debe ser así, que esta no es la lógica de Dios. La solidaridad y la equidad deben primar.
Desde esta perspectiva, el evangelista Marcos, subraya en el texto de hoy, la idea de «camino». Somos caminantes, la vida es – toda ella – un gran camino en el que vamos tomando opciones y el tejido de estas opciones es lo que va dando dirección y sentido a la vida. En la Biblia se insiste repetidas veces sobe los caminos de Dios y los ‘otros’ caminos; se habla de la necesidad de decidir por cual camino se quiere andar (Salmo 1).
En el Nuevo Testamento, el evangelista Juan da un paso más: nos presenta a Jesús de Nazaret como EL CAMINO propuesto por Dios para alcanzar la salvación: Yo soy el CAMINO –dice Jesús-. Nadie va al Padre sin pasar por mí. Desde esta lógica, los evangelios fueron redactados como una experiencia de vida en la que Jesús hace CAMINO con sus discípulos: camino de formación y de misión; camino de transformación y de entrega… hasta llegar a la pasión, a la donación total.
El texto del evangelio es un claro ejemplo de lo que sucede en este camino de educación, maduración y transformación. Los discípulos caminan con Jesús, pero no siempre captan lo que Él quiere; no siempre están bien enfocados. Aquí están discutiendo sobre quién es el más importante, discuten sobre cargos. No discuten sobre el amor y sobre el servicio, sino sobre cargos, prebendas, puestos especiales.
¿Qué hace Jesús? Reenfoca a sus discípulos en lo fundamental, a través de un ejemplo tomado de la cotidianidad: el niño. En la época de Jesús, el niño era una de las criaturas consideradas menos importantes: por su edad, no estaba en condiciones de participar en la guerra, ni en la vida social, ni en las decisiones políticas, ni en la vida religiosa (sinagoga y templo). Sin embargo, al ponerlo en el centro, Jesús enseña a sus discípulos que el verdadero tema de interés no es la búsqueda de cargos, sino la preocupación por aquellos que – en la sociedad – son postergados, olvidados, invisibilizados, excluidos. Esa es la tarea que debemos hacer.
Terminemos nuestra reflexión orando con el…
El Señor sostiene mi vida.
Oh Dios, sálvame por tu nombre, / sal por mí con tu poder. / Oh Dios, escucha mi súplica, / atiende mis palabras. R.
Porque unos insolentes se alzan contra mí, / y hombres violentos me persiguen a muerte, / sin tener presente a Dios. R.
Pero Dios es mi auxilio, / el Señor sostiene mi vida. / Te ofreceré un sacrificio voluntario, / dando gracias a tu nombre, que es bueno. R.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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