Te comparto la
reflexión correspondiente al Domingo 14 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019,
sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este
día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 7 de Julio.
La liturgia de este domingo nos insiste en la misión. Dios, que llama, también nos envía a realizar – en su nombre – una misión. Las lecturas nos presentan 3 situaciones en las que la misión ocupa el lugar central:
1. El profeta Isaías es enviado a…
2. Los 72 discípulos son enviados a…
3. San Pablo se descubre enviado a los gentiles.
Al proponernos estas tres situaciones, la liturgia busca que nosotros nos preguntemos: ¿Estoy atento al llamado de Dios? ¿Qué misiones son necesarias, hoy, allí donde vivo? ¿En qué podría aportar?
Descubrirnos llamados y enviados por Dios, asumir el envío como un acto de confianza de Dios hacia nosotros son experiencias enriquecedoras.
Todos los bautizados podemos vivir estas experiencias. Esto nos ayudaría a comprender aquellas palabras que Jesús dirige a Dios Padre: Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo. [Jn 17,18].
¿Qué se espera de los cristianos?
El reto es grande y exigente ¿lo estamos asumiendo?
Veamos las lecturas:
Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz
Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto. Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes. Porque así dice el Señor: "Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados. Al verlo, se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos florecerán como un prado; la mano del Señor se manifestará a sus siervos."
Algunas reflexiones
El libro de Isaías está compuesto de tres partes, que – según los especialistas – corresponden a etapas históricas diferentes. La tercera parte va de los capítulos 56 a 66. Esta tercera parte nos situaría después del exilio del antiguo pueblo de Israel en Babilonia.
Al regreso de Babilonia había que reconstruir el país. Esa era la gran tarea, la gran misión. Obvio, muchos no se comprometieron con ella… esperaron que fueran otros los que hicieran el esfuerzo.
Esta reconstrucción era difícil de hacer. De hecho, se hizo muy lentamente y con muchos problemas. La mayor parte de la población estaba sumergida en la miseria. Algunos pueblos vecinos querían invadir los territorios y, además, mucha gente se encontraba desanimada. Muchos pensaban que Dios los había abandonado. Otros se sentían decepcionados porque no veían cumplirse lo que anunciaron algunos profetas, durante el exilio: que el pueblo retornaría a su tierra y volvería a tener prosperidad.
Pero estas cosas no suceden mágicamente, hay que comprometerse, cambiar de actitud, aunar esfuerzos, organizarse y trabajar. Es decir, ‘a Dios rogando y con el mazo dando’. Dios da la gracia, la sabiduría, la fuerza interior…pero al creyente (a la comunidad) le corresponde poner su parte.
El mensaje de estos profetas fue un llamado a la confianza y al compromiso. Es en este contexto en el que se sitúa la primera lectura. En ella, el profeta se ocupa de consolar al pueblo sufriente, que no ve muchas perspectivas de futuro. Su mensaje gira en torno a la imagen de Jerusalén como madre del pueblo. Ella dará a luz a su hijo (ese hijo es el pueblo) y lo alimentará abundantemente con leche.
Nótese la insistencia en la abundancia (anunciada por el profeta), precisamente en medio de este contexto de crisis. El profeta atribuye esta abundancia a la acción de Dios. Sin Dios esta transformación no será posible. El profeta busca hacer entender al pueblo que, con Dios, todo es posible, aún en medio de las condiciones más adversas.
Notemos, además, que en este contexto aparece un don fundamental: la paz. Esta paz no es simplemente ausencia de guerra, sino un estado integral de salud, de fecundidad, de prosperidad y de entendimiento dentro del pueblo y con los demás pueblos. Esto es lo que Dios le propone al pueblo. El pueblo deberá asumir esta propuesta de Dios como proyecto de vida y comprometerse, día a día en su construcción.
o ¿Qué tiene que ver esta lectura con la tarea de construir un país distinto?
o ¿Qué misión puedo realizar en mi entorno inmediato?
o ¿Entiendo bien aquello de ‘a Dios rogando y con el mazo dando’?
Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús
Hermanos: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino una criatura nueva. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios. En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
Algunas reflexiones
El texto que se nos propone como segunda lectura lo encontramos al final de la Carta a los Gálatas. La carta fue escrita por san Pablo, para responder a una situación específica: la confusión que sembraron algunos predicadores judaizantes, que sostenían que para acoger a los nuevos cristianos que provenían de otros pueblos (es decir, no judíos), había que imponerles primero la carga de la ley mosaica. San Pablo sostiene que esto no debe ser así y que lo fundamental es la unión con Cristo, el seguimiento de Cristo y la experiencia de la fraternidad.
Pablo denuncia que estos predicadores judaizantes buscan hacer un tipo de proselitismo innecesario y poner trabas a los creyentes procedentes de la gentilidad. El gran peligro que ve san Pablo es que se empiecen a formar categorías entre los cristianos (cristianos de 1ª y cristianos de 2ª). Por ello, san Pablo insiste en que el único título que debe interesar al cristiano es ser discípulo de Jesús e Hijo de Dios.
En ese seguimiento de Jesús, el discípulo aprende que de lo que se trata es de morir al egoísmo (pecado) para vivir en el amor. Esto es, precisamente, lo que el creyente ‘cristiano’ debe descubrir en Jesús crucificado.
Si el creyente logra captar en Jesús crucificado la expresión máxima del amor de Dios se producirá la toma de conciencia que permitirá al creyente vivir la auténtica transformación: pasar del “hombre viejo” al “hombre nuevo”, sabiendo que el modelo de “ser humano perfecto” es Jesucristo.
Se trata, entonces, de ser como Cristo, de vivir ‘a la manera de Cristo’. Es por eso que san Pablo afirma que lleva en sí mismo las ‘marcas de Cristo’. Recordemos que en aquella época (en el contexto greco-romano), cada esclavo lleva la marca (o el sello) de su dueño. Pablo se vale de esta realidad para decir que él lleva la marca de Cristo, es decir, que su ‘dueño’ es Cristo. Pero no es un dueño dominador y tirano, sino un dueño amoroso que ha dado su vida por aquellos que le pertenecen.
Descansará sobre ellos vuestra paz
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir Él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios." Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo." Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre." Él les contestó: "Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo."
Algunas reflexiones
Los discípulos continúan caminando con Jesús hacia Jerusalén. Recordemos que este no es sólo un camino geográfico, sino el desarrollo de una experiencia espiritual, el cumplimiento de una misión anclada en el amor de Dios.
San Lucas nos cuenta este envío misionero de 72 discípulos. Sin duda, Jesús no sólo se preocupó por la adecuada formación de sus discípulos, sino por la puesta en acción de esta formación. Una formación que no despunte en la práctica sería sospechosa, incompleta, pues la vida es el ‘terreno’ en el que toda formación revela su calidad o su deficiencia.
El número 72 es claramente simbólico, que debe ser puesto en relación con el texto de Génesis 10, que nos propone una lista de naciones que pueblan la tierra (son 72 naciones). Esto quiere decir que es a todo el mundo que debe llegar el Evangelio, que es a todo el mundo que debe llegar la salvación, que todo el mundo debe conocer a Dios Padre, revelado por Jesús.
En realidad, el relato es una catequesis a través de la cual el evangelista Lucas propone a los cristianos, de todas las épocas y culturas, una reflexión sobre la misión de la Iglesia en el mundo. ¿Qué destacar de esta catequesis? Varios aspectos deben ser meditados:
Terminemos nuestra reflexión orando con el…
Aclamad al Señor, tierra entera.
Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre; cantad himnos a su gloria; decid a Dios: "¡Qué temibles son tus obras!" R.
Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. R.
Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente. R.
Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo. Bendito sea Dios, que no rechazó mi suplica, ni me retiró su favor. R.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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