Dios
interviene en la historia humana. Lo que
está sucediendo y vaya a suceder, será para que Dios acabe con la maldad humana
y lleve a cabo la purificación que la Iglesia demanda con extremada urgencia.
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“Si Dios no interviene nos autodestruimos totalmente. Y si ya no estamos autodestruidos y aniquilados es porque Dios lo ha impedido por su misericordia. ¿Pero hasta cuándo?”.
Estas son palabras del P.Justo Antonio Lofeudo, MSE, contenidas en un audio que él publicó el 15 de Abril de 2020 y que lo llamó, “04. Reflexiones sobre este tiempo”.
Nota: en el audio, el Padre hace referencia, a las apariciones de la Virgen María en Tre Fontane, las cuales él describe con mayor detalle en su libro “María, la Eucaristía y el final de los tiempos”. Este libro fue publicado en julio de 2019 y se puede adquirir a través del sitio internet, www.adadp.es
El siguiente es un extracto del audio mencionado.
El P.Lofeudo comienza recordando uno de los mensajes de la Virgen María en Tre Fontane:
“Hoy la gente no quiere que se hable de castigo.
La Virgen decía que rezando se podía detener la gran persecución en 1947.
Con oración y ayuno se pueden detener guerras y hasta las leyes naturales. Esto venía a advertirnos la Madre de Dios y hay que tomarlo en serio.
Porque de un lado están los que tienen miedo y de otro lado los que tienen una curiosidad malsana: ¿cuándo va a pasar? ¿Qué va a pasar?
Ninguna de esas dos posiciones es positiva. Positiva es aquella que consiste en ponerse manos a la obra.
Las oraciones tienen mucho poder y sobre todo el Santo Rosario. El Rosario tiene un poder enorme (el resaltado es nuestro).
La Virgen María tiene el poder de corredención y de intercesión. Es a ella a quien llamamos en este tiempo porque ella también nos está llamando.
Es ella quien le da la batalla a Satanás (el resaltado es nuestro).
Ella está en el seno de la Santísima Trinidad.
Aparece en toda la revelación divina, por eso se da a conocer como la Virgen de la Revelación, desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Y viene a alertarnos, a consolarnos, a alentarnos y a conducirnos en este tiempo final (el resaltado es nuestro).
Constantemente dirá: No temáis yo estoy con vosotros”.
En otro mensaje, la Virgen María en Tre Fontane dice:
“Habrá días de dolor y sufrimiento. Desde el oriente, un pueblo fuerte pero lejos de Dios, lanzará un tremendo ataque y romperá las cosas más santas y sagradas. Mayormente será golpeada Roma.
¿Quién es este pueblo fuerte y lejos de Dios? ¿Serán los chinos? No lo sé.
La ira de Satanás ya no se detiene.
El espíritu de Dios se retira de la tierra (el resaltado es nuestro).
La Iglesia quedará viuda; quedará a la merced del mundo, para limpiarla de la inmundicia que hay en ella (el resaltado es nuestro).
Los sacerdotes serán aplastados y asesinados.
Momentos duros se preparan para vosotros.
He aquí la explicación de la cruz rota junto a la sotana”.
Nota:
Presentamos a continuación el aparte del libro “María, la Eucaristía y el final de los tiempos”, a que hace referencia esta explicación del P.Lofeudo:
“Luego, la
Virgen mueve su brazo izquierdo y apunta su dedo índice hacia abajo, señalando
algo a sus pies. Bruno sigue el gesto con la mirada y ve en el suelo una tela
negra, es una sotana de sacerdote y sobre ella una cruz destrozada. "Esta
es la señal de que la Iglesia sufrirá, será perseguida, despedazada;
esta es la señal de que mis hijos se desvestirán (de sus hábitos
religiosos)”.
He aquí algunas palabras de consuelo de la Virgen María:
“Acercaos al corazón de mi Hijo Jesús. Consagraos al corazón de la madre que sangra continuamente por vosotros. Alabar a Dios está entre vosotros.
Acercarse nos da el remedio. Dios interviene y va a intervenir. No nos va a dejar a la merced del mal. Y cuanto mayor sea el mal, mayor será la gracia (el resaltado es nuestro).
Alejaos de las cosas falsas del mundo, espectáculos, obscenidades, amuletos de todo tipo, espiritismo, vanidades; son cosas que el demonio utiliza para la persecución de las criaturas de Dios.
Las potencias maléficas operan en vuestros corazones y Satanás está desatado por un período de tiempo. Se le está acabando; por eso está cada vez más agresivo”.
“Hijos sed fuertes. Resistid el asalto infernal. No temáis. Yo estaré con vosotros con mi corazón de Madre, para infundir valor al vuestro, sanar vuestras penas y vuestras tremendas heridas que vendrán en el tiempo establecido de los planes de Dios.
Toda la Iglesia sufrirá una tremenda prueba para sanar la carnalidad que se infiltró entre los ministros, especialmente entre las Órdenes de la pobreza. Prueba moral, prueba espiritual.
Serán
tiempos terribles para todos. La fe y la caridad permanecerán intactas si os
atenéis a lo que os digo: son momentos de prueba para todos vosotros. Estad
firmes en el Dios vivo. Yo os mostraré el sendero del que sale victorioso el santo,
para el Reino divino que se establecerá en la Tierra en el día de la victoria:
amor, amor y amor”.
“Tened unido al santo temor, amor y fe. Todo para hacer resplandecer a los santos como astros en el cielo. Rezad mucho y os serán aligerados la persecución y el dolor (el resaltado es nuestro).
Habrá días de dolor y de luto. La oscuridad de la conciencia (que es lo que tenemos ahora), el mal que aumenta, darán testimonio que llegó el momento de la catástrofe final (el resaltado es nuestro).
Se desencadena la ira en toda la tierra. La libertad satánica permitida (el
resaltado es nuestro), hará estragos en todas partes”.
“Momentos de desánimo y extravío estarán sobre vosotros (el resaltado es nuestro). Uníos en el amor de Dios. Veréis hombres conducidos por Satanás hacer una liga unitaria para combatir toda forma religiosa (pregunta nuestra: ¿Será este el Pacto Mundial de las Religiones?)
Al final muchos
se convertirán por las muchas oraciones (el resaltado es nuestro), por el
retorno al amor de todos y por potentes manifestaciones divinas (Dios baja a
mostrar su potencia) y así habrá muchas conversiones. Destruirá el mal con el bien, el odio con el
amor, la carne con el espíritu”.
“Y en este tiempo, mis sacerdotes muestran ser verdaderamente mis hijos, viviendo en la pureza, lejos del mundo. Seguid el camino del calvario. Haceos fuertes, preparados para la batalla de la fe.
No seáis perezosos para las cosas de Dios (el resaltado es nuestro).
Solo los santos que están entre vosotros en las ermitas, en los conventos y en cada lugar, detienen la ira destructora de la justicia divina (son ellos y las almas víctimas).
Por una lado La Virgen está diciendo lo que viene y también
lo que ya está aquí, la oscuridad de las conciencias, el mal que impera en el
mundo, Satanás que está reinando en este mundo”.
“Nos está diciendo, esto se va a acabar.
Pero nos dice, esto depende de nosotros, de nuestra oración, del amor que tengamos por Dios y de nuestra conversión (el resaltado es nuestro).
De ahí va a depender el santo temor de Dios. Hacer lo que Dios nos ha pedido siempre”.
“No nos va a desasistir, nunca, nunca, absolutamente nunca.
En el fondo, no veamos solamente lo terrible que ya lo tenemos encima, sino lo que viene y lo que Dios puede hacer.
El triunfo es de Dios.
La victoria está en la semilla pero tiene que florecer.
Sabemos qué es lo que estamos viviendo aunque para muchos parezca un sueño del que
pronto habremos de despertar”.
“¿Cómo seguirá todo, ahora, en lo inmediato?
No soy profeta, pero sí puedo seguir la lógica en las intervenciones divinas.
Intervención quiere decir la voluntad permisiva de Dios; porque si esto ocurre, Dios lo está permitiendo, pero para bien nuestro.
Y si no hay conversión, si la Iglesia en vez de reclamar urgente la conversión (se habla de conversión ecológica y humanista (el subrayado y resaltado son nuestros), es que el hombre está desplazando a Dios del centro.
Si no se cuida a Dios, entonces sí que resuenan aquellas palabras de Jeremías, siempre actuales:
<<Maldito aquel que confía en el hombre y hace de la carne su apoyo y de Yahvé se aparta en su corazón…Bendito aquel que confía en Yahvé pues no defraudará Yahvé su confianza>>. (Jeremías 17; 5,7)”
Si no hay conversión, todo será peor.
“En ‘La Dévotion aux Saints Anges’, el archidiácono Henri Marie Boudon, bajo cuya espiritualidad se formó San Luis María Grignion de Monfort, escribió: ‘Las calamidades como las guerras, las epidemias, nosotros las tomamos contra los otros, y me atrevo a agregar, contra Dios, mientras habría que tomársela contra nosotros mismos y nuestros pecados”.
Ahí está el origen de todo.
Dios nos golpea para que Él sea contemplado, para que elevemos nuestros ojos al cielo. Pero nosotros en cambio, no quitamos los ojos de las criaturas”.
“Es inútil buscar establecer de dónde viene el virus, por más que cada uno pueda tener una idea.
En estos días inquietantes, no nos preocupemos tanto en establecer dónde está la mano de los hombres detrás de la pandemia.
Veamos más bien la mano de Dios, o mejor, escuchemos Su Voz: ¿Qué nos está diciendo con todo esto?”
¿Cuál es nuestro deber como católicos?
“Hagamos lo que podemos y debemos hacer.
¿Y qué es?
¡Rezar!
Y por sobre todo, rezar el Rosario.
(Agregamos nosotros: reconocer que somos pecadores, hacer examen de conciencia, confesar nuestras faltas y convertirnos de ellas).
Ofrecer el dolor, nuestras incomodidades.
Hagamos Reparación. Recemos por la Reparación. Hay una corona de Reparación. Hagámosla de rodillas.
Hagamos penitencia.
Quien pueda, adore al Señor ante el Sagrario y, si fuese posible, ante el Santísimo expuesto. Y quien no pueda hacerlo en Verdad, entonces que adore en Espíritu”.
“Me preguntan, ¿qué hacer?
Lo que no podemos hacer es estar pasivos en estas circunstancias.
Los fieles deben reclamar que se abran las iglesias (el resaltado es nuestro); que no podemos vivir sin los sacramentos; que son esenciales para la vida espiritual.
No podemos vivir sin la Eucaristía del Día del Señor.
El Domingo tiene triple significado: es el Día del Señor, es su Resurrección y es su Presencia en la Eucaristía.
Los fieles tienen todo el derecho de reclamar a los pastores, es decir a sus obispos, que les sean devueltos los sacramentos.
¡No hay emergencia
mayor que esta!” (el resaltado es nuestro).
“Y volviendo a los mensajes que a algunos les asusta, les digo que a todos debería aterrarnos lo que estos satánicos neomarxistas (agregamos nosotros: la ONU, las ONG y los gobiernos) estaban haciendo (hasta antes de la pandemia) y que ahora han tenido que detener.
Estaban llamando a la deconstrucción de los
paradigmas, de familia, de género, de sociedad”.
“‘Deconstrucción’ es un eufemismo por ‘destrucción’. Ellos vinieron a destruir. ¡Y cómo lo estaban haciendo! (hasta antes de la pandemia).
Lo más terrible era que estaba sucediendo con una pasividad total (agregamos nosotros: por parte de las autoridades eclesiásticas, de los fieles, de las autoridades civiles, de la sociedad en general), pervirtiendo los niños.
¡Eso sí que me asusta!
¡Se les inculcaba o se les inculca (a los niños) a elegir el sexo!
No lo están pudiendo hacer en este momento. Fijaos si no hay gracia (de Dios, por intermedio de la pandemia) también en esto.
¡Se les enseñaba a masturbarse! ¡A niños! ¡A niños!”
“¡Los padres no pueden protestar!
¡A los padres se les quita la patria potestad!
¿No es acaso esto una calamidad?
¿Esto no los asusta, a estos que dicen asustarse por estos mensajes (los de la Virgen María en Tre Fontane)?
¿No les parece una calamidad terrible?
Si no les asusta ni les preocupa, será porque todavía no les ha tocado en la propia puerta”.
“¿Han visto el sufrimiento de un pequeño en el seno de su madre cuando es abortado?
¡Su vida es truncada!
¡Cómo busca defenderse!
¿Se puede ser insensible a la eliminación de un embrión?
¡Como si no fuese una vida y una vida humana!
¿No les produce espanto ver mujeres desnaturalizadas, porque
ya no son mujeres, ¡son fieras!, llenas de oído, con sus diabólicos aullidos y
blasfemias, y su tremenda agresividad, atacando iglesias?”
“¿No les da pavor saber acerca de la cantidad de armamento,
nuclear, químico, biológico, radiaciones de todo tipo que detentan tantos
países, haciendo que la segunda guerra mundial sea un juego de niños, si esto
se desata?”
“¿No les preocupa toda la pornografía, la pedofilia que superabunda en las sociedades?
¿Y las drogas?
¡Estas sí que son calamidades, actuales!”
“Lo que venga será para acabar con todo esto y para purificar a la Iglesia.
Si Dios no interviene nos autodestruimos totalmente. Y si no estamos ya autodestruidos y aniquilados es porque Dios lo ha impedido por su misericordia.
¿Pero hasta cuándo?
¡Y Dios interviene!
“No nos alarmemos, estemos vigilantes y orantes.
Así lo pidió el Señor a sus discípulos en el Huerto de los Olivos.
Estad vigilantes y orad”.
En su libro, “Jesús de Nazareth”, nos alerta el Papa Benedicto XVI:
“El llamamiento a la vigilancia apunta a la historia futura del cristianismo.
La somnolencia de los discípulos sigue siendo a lo largo de los siglos una ocasión favorable para el poder del mal (el resaltado es nuestro).
Esta somnolencia es un embotamiento del alma, que no se deja inquietar por el poder del mal en el mundo, por toda la injusticia y el sufrimiento que devastan la tierra.
Es una insensibilidad que prefiere ignorar todo eso; se tranquiliza pensando que, en el fondo, no es tan grave, para poder permanecer así en la autocomplacencia de la propia existencia satisfecha.
Pero esta falta de sensibilidad de las almas, esta falta de vigilancia, tanto por lo que se refiere a la cercanía de Dios como al poder amenazador del mal, otorga un poder en el mundo al maligno (el resaltado es nuestro).
Ante los discípulos adormecidos y no dispuestos
a inquietarse, el Señor
dice de sí mismo: «Me muero de tristeza».
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