Cuarto Domingo de Adviento
La
siguiente es la reflexión correspondiente al Cuarto
Domingo de Adviento
acerca las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía.
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Nota acerca de la fecha: En el 2013, corresponde al Domingo 22 de
Diciembre.
Libro
de Isaías 7,10-14.
Una
vez más, el Señor habló a Acaz en estos términos: "Pide para ti un signo
de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas".
Pero Acaz respondió: "No lo pediré ni tentaré al Señor".
Isaías dijo: "Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta
cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? Por eso el Señor mismo les
dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo
llamará con el nombre de Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros."
Te comparto algunas
reflexiones sobre esta lectura del profeta Isaías:
- El
profeta Isaías quiere hacer entrar en razón al rey Acaz, rey de Judá, para que
no se fíe de los poderes políticos de la época (en este caso Egipto). Su
territorio está amenazado por los reinos de Damasco y Samaria, que se han
aliado en su contra. Acaz tramita la ayuda de Egipto, pero esta ayuda podrá
volverse en su contra. Esta es la advertencia del profeta. “A pesar de todo, el
profeta convierte en signo profético el nacimiento de un niño (que parece ser
el hijo del mismo rey Acaz), buscando con ello simbolizar que – a pesar de todo
– Dios mantiene la promesa de proteger al pueblo de Judá y de conservar la
dinastía real. “Así como
esa joven dará a luz un primogénito, del mismo modo enviará Dios un
descendiente davídico que asuma los destinos del pueblo, en medio del cual
estará siempre; por eso su nombre Emmanuel, (=Dios-con-nosotros).
Este es el contexto
original del texto.
- Una vez más, el Señor habló a Acaz: toda
la biblia está atravesada por esta experiencia: Dios habla (sería más preciso
decir se comunica) con los seres humanos. Esta misteriosa
comunicación se da en la vida. La atención a Dios nos invita, entonces, a
sumergirnos en la vida, a saborearla, a ser “cuidadosos con la cotidianidad”. ¿Cómo
siento que Dios me habla? ¿De qué me habla? ¿Cómo le hablo? ¿Cuál es el tipo de
relación que fundamenta este diálogo?
- Pide para ti un signo de parte del Señor: Cuántas
veces nosotros – al igual que el rey Acaz- necesitamos un signo de Dios. Lo
necesitamos porque no siempre las cosas son claras y vemos con nitidez lo que
deseamos, lo que buscamos o lo que debemos hacer. Necesitamos en nuestro
caminar personal signos. Pero hay signos que no hablan sólo a tal o cual
persona en su contexto sino que hablan a toda la humanidad. Jesucristo es – en
el contexto de las expectativas religiosas del antiguo pueblo de Israel- un
signo que brota de esta historia particular y despliega una hondura y un
significado que, trascendiendo los límites de lo particular de este pueblo,
toca las fibras de las aspiraciones y búsquedas del ser humano de toda raza,
pueblo, cultura y época. ¿Nos hemos preguntado por qué este Jesús que nació en
aquella cultura semítica particular es un “acontecimiento” transcultural?
- Dios
mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo,
y lo llamará Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros: Este anuncio del profeta Isaías se interpretará,
posteriormente, en clave mesiánica y se aplicará, a Jesús de Nazaret. La
tradición cristiana encontró en este texto el anuncio del nacimiento de Jesús,
descendiente de David y Salvador de su pueblo (pero recordemos que esta es una
relectura de tipo teológico). Los primeros cristianos identificaron en Jesús a
este niño que llevaría por nombre “Emmanuel”. Desde la perspectiva teológica
cristiana, Jesucristo es reconocido como el Mesías, como el Emmanuel, esto es,
como Aquel en quien Dios está plenamente presente y por eso está Con-Nosotros.
Carta
de San Pablo a los Romanos 1,1-7.
Carta
de Pablo, servidor de Jesucristo, llamado para ser Apóstol, y elegido para
anunciar la Buena Noticia de Dios, que él había prometido por medio de sus
Profetas en las Sagradas Escrituras, acerca de su Hijo, Jesucristo, nuestro
Señor, nacido de la estirpe de David según la carne, y constituido Hijo de Dios
con poder según el Espíritu santificador, por su resurrección de entre los
muertos. Por él hemos recibido la gracia y la misión apostólica, a fin de
conducir a la obediencia de la fe, para gloria de su Nombre, a todos los
pueblos paganos, entre los cuales se encuentran también ustedes, que han sido
llamados por Jesucristo. A todos los que están en Roma, amados de Dios,
llamados a ser santos, llegue la gracia y la paz, que proceden de Dios, nuestro
Padre y del Señor Jesucristo.
Te comparto algunas
reflexiones sobre este pasaje de la carta de San Pablo a los Romanos:
- El
texto es el saludo con que se abre la Carta de San Pablo a los Romanos. En
dicho saludo Pablo se presenta con 3 títulos: “servidor de Jesús”, “Llamado a
ser apóstol” y “elegido para anunciar la buena noticia”. Así se veía San Pablo
cuando escribió esta carta. ¿Cómo nos vemos nosotros que somos discípulos de
Jesús hoy? En sentido amplio, podríamos retomar estos tres títulos y
aplicárnoslos a nosotros mismos: si somos cristianos somos servidores de Jesús
y de su proyecto, deberíamos ser apóstoles (con las características propias de
un apostolado encarnado en las realidades actuales) y nuestra tarea (de todos
los cristianos y no sólo de unos pocos) es anunciar la Buena Noticia (el
Evangelio), es decir, Jesús, su enseñanza y su proyecto.
- Pablo
tiene claridad sobre quién lo envía: Jesucristo, el Hijo de Dios. Este dato es
fundamental, pues ser cristiano no es primeramente una filosofía o un conjunto
de doctrinas, sino una relación personal, seria y amorosa con Jesucristo.
- Este
envío de parte de Jesús no sería posible si Jesús no hubiese resucitado de
entre los muertos. Por eso escribe: Este Jesús fue “constituido Hijo de
Dios con poder según el Espíritu santificador, por su resurrección de entre los
muertos”. No debemos olvidar esto: la resurrección de Jesús es el
acontecimiento fundamental del cristianismo (leer el capítulo 15 de la 1ª Carta
a los Corintios).
- Pablo
tiene clara también su misión: llevar a todos los pueblos el mensaje y la
experiencia de Jesús (atención a esta dimensión universalista) y provocar en
sus oyentes una respuesta, que transforme la vida. La fe debe ser una
experiencia de transformación ¿Cómo es la nuestra?
-
“A
todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos, llegue la
gracia y la paz, que proceden de Dios, nuestro Padre y del Señor Jesucristo”:
Este es uno de los pasajes en los que Pablo habla de la santidad como llamada
que Dios hace a todos los cristianos. La santidad no es un artículo o un título
que se compra en ningún mercado eclesiástico; tampoco es el resultado de un
esfuerzo individual de auto-perfeccionamiento. Es una experiencia de
transformación que se opera por la comunión existencial entre Dios y el (la)
creyente. Es la obra de Dios en la persona… cuando la persona permite que Dios
habite y actúe en su vida.
Evangelio
según San Mateo 1,18-24.
Este fue el origen de
Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no
habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su
esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió
abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le
apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a
María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del
Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús,
porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados". Todo esto sucedió
para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen
concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que
traducido significa: "Dios con nosotros". Al despertar, José hizo lo
que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.
Te comparto algunas reflexiones sobre
este pasaje del Evangelio según San Mateo:
- En el
evangelio, Mateo nos narra el
origen de Jesucristo. María estaba desposada con José, pero aún no vivían
juntos. Ello indica que estaban en un período que llamaban desposorio o
compromiso matrimonial, período que podía durar de seis meses a un año, tiempo
prudente para el esposo construir o acondicionar la casa en donde recibiría a
su esposa. En el entretiempo la novia seguía viviendo con sus padres,
dependiendo de ellos hasta que pasara formalmente a depender de su marido. La
promesa de matrimonio o desposorio implicaba completa fidelidad al novio; todo
acto de infidelidad era adulterio, y como tal podía ser castigado conforme a la
ley mosaica”.
- El
relato del evangelio que se nos propone hoy viene a continuación de la
genealogía, que nos habla de muchas generaciones que van tejiendo una historia
y en ella se va desarrollando la obra (salvadora) de Dios. La genealogía une
dos dimensiones claves: Jesucristo es profundamente humano (Hijo de David, hijo
de Abraham, hijo de María) y profundamente divino (Ese hijo de María es el
Mesías. Ver
Mt 1,16).
- Notemos
que el evangelista Mateo, al presentar a Jesús en su evangelio, se apoya en el
texto de Isaías (que tratamos en la 1ª lectura) (Ver Mt 1, 22-23). “Con base en esta profecía, se fue
fomentando la idea de que el Mesías nacería de una virgen. Toda primeriza en
Israel albergaba la esperanza de ser la mamá del Mesías; todo ello debido a la
misma terminología empleada tanto en el hebreo como en el griego y luego en
nuestra lengua. Cuando Mateo relata la concepción de Jesús, se hace eco de esta
profecía de Isaías y lo cita textualmente”. Desde esta perspectiva teológica
Mateo subraya la acción del Espíritu de Dios (El Espíritu Santo) en María y en
Jesús. ¿Has meditado en la acción del Espíritu en tu vida?
- Se
destaca la experiencia de incomprensión y temor iniciales por parte de José,
pero también su transformación interior, al punto de terminar abrazando la
tarea (misión) que Dios le confía (Ver Mt 1, 24). José hubiera podido decidir
otra cosa. El texto nos muestra que en los planes divinos también están
involucradas la libertad y la voluntad humanas. José opta, da un salto, se
arriesga. No hay decisión sin riesgo y no siempre la decisión se toma teniendo
el 100% de claridad. La mayoría de las veces nuestras decisiones se dan “entre
luces y sombras. ¿Qué hay del ejercicio de tu libertad? Dios asume el riesgo de
la libertad humana y se atiene a ella (esto explica incluso la muerte de Jesús
en la cruz). ¿La vida (y
más concretamente el camino de la fe) no está también afectada por estas
experiencias de incomprensión y temor? ¿Cuáles han sido (son) tus
incomprensiones y temores?
- Notemos,
además, que – teológicamente hablando – el centro del texto está en la
identidad y misión de ese niño: 1) Es obra del Espíritu Santo, 2) Salvará al
pueblo de los pecados, 3) Es el Emmanuel (Dios-con-nosotros). Lo que tenemos en
este texto es una síntesis de la confesión de fe cristiana del primer siglo del
cristianismo. Es esta identidad y esta misión la que justifican la fe
cristiana. Si Jesús de Nazaret no fuera esto ¿Qué sentido tendría seguirle?
Para tu reflexión, te planteo las siguientes preguntas:
1) ¿Hago
una revisión de cómo me estoy preparando para vivir la conmemoración del
nacimiento de Jesús?
2) ¿Evito caer en esa tentación de reducir la Navidad a
un tema de fiesta y consumismo?
Terminemos nuestra meditación orando con el...
Salmo
24(23)
De Dios
es la tierra y lo que contiene,
el mundo y todos sus habitantes;
pues él la edificó sobre los mares,
y la puso más arriba que las aguas.
¿Quién subirá a la montaña del Señor?
¿Quién estará de pie en su santo recinto?
El de manos limpias y de puro corazón,
el que no pone su alma en cosas vanas
ni jura con engaño.
Ese obtendrá la bendición del Señor
y la aprobación de Dios, su salvador.
Así es la raza de los que le buscan,
de los que buscan tu rostro, ¡Dios de Jacob!
Por último, te invito a que hagamos juntos la siguiente oración:
Padre bueno y misericordioso, que al contemplar
hoy a María y José obedientes a tu voluntad, sintamos también nosotros el
placer y la necesidad de adherir a Ti nuestro ser y nuestra voluntad. Te lo
pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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