En Defensa de la Fe


Benedicto XVI en Asís 2011 prepara el actual "camino sinodal" de Francisco

Entender la magnitud y las dimensiones del escándalo para la fe católica que representó el encuentro de “religiones”, promovido y presidido por Benedicto XVI en Asís 2011, permite comprender mejor la crisis actual de la Iglesia Católica y el camino hacia el Abismo que significa el Sínodo de la Sinodalidad de Francisco.



En efecto, el Sínodo de la Sinodalidad de Francisco, que se desarrolla entre 2021 y 2024, es la continuación del encuentro de falso ecumenismo llevado a cabo por  Benedicto XVI en Asís, en octubre 27 de 2011.


¿Por qué tal encuentro de “religiones” es falso ecumenismo? Porque de manera evidente quiso colocar al catolicismo al mismo nivel de las demás “religiones”. O dicho en otras palabras: ¡Nuestro Señor Jesucristo quiso ser colocado al mismo nivel de Mahoma, de Buda, de las “deidades” hindúes, de los dioses paganos de las demás culturas alrededor del mundo!


¡Y este es precisamente un objetivo, velado pero primario, del Sínodo de la Sinodalidad: destronar a Nuestro Señor como Rey del Universo! ¡Aberrante!


Analicemos la gravedad del encuentro de Asís de 2011, promovido y presidido por Benedicto XVI, a la luz del artículo escrito por el Padre Régis de Cacqueray en septiembre de 2011 (es decir en vísperas del encuentro), cuyos apartes publicamos a continuación:






El Escándalo de Asís en 1986

LA RENOVACIÓN DEL ESCÁNDALO DE ASÍS EN 2011

Errare humanum est, perseverare diabolicum

¿Qué sucederá el 27 de octubre de 2011?, ¿una llamada a la conversión a la fe católica?

No, será la renovación, por parte de Benedicto XVI, del escándalo sin precedentes perpetrado por su predecesor, Juan Pablo II, el 27 de octubre de 1986.

¿A qué dios de los representantes de las falsas religiones (que van a asistir al encuentro) rezarán?. A qué dios estarán rezando si no es a sus falsos dioses.


El Papa Benedicto XVI los ha invitado explícitamente a «vivir más profundamente su propia fe religiosa» (El fin anunciado por el Papa es el de «renovar solemnemente el compromiso de los creyentes de todas las religiones de vivir la propia fe religiosa como servicio a la causa de la paz» (Ángelus de Benedicto XVI, 1.° de enero de 2011).


¿Hacia quién se volverán los musulmanes si no es hacia el dios de Mahoma?


¿Hacia quién se dirigirán los animistas, si no es hacia sus ídolos?


Este acto del sumo pontífice constituye, por sí mismo, una blasfemia terrible hacia Dios.



Benedicto XVI rodeado de budistas, musulmanes, hindúes, sikhs, shintoistas, judíos, bahais, jainistas, zoroastrienses, religiones paganas del África y de América, ortodoxos, anglicanos, luteranos, calvinistas, metodistas, bautistas, cuáqueros, armenios, coptos, entre otrosBenedicto XVI rodeado de budistas, musulmanes, hindúes, sikhs, shintoistas, judíos, bahais, jainistas, zoroastrienses, religiones paganas del África y de América, ortodoxos, anglicanos, luteranos, calvinistas, metodistas, bautistas, cuáqueros, armenios, coptos, entre otros



UNA OFENSA EN CONTRA DEL DIOS TRINITARIO Y ENCARNADO


Este acto se opone gravemente al Primer Mandamiento: «Sólo al Señor adorarás y sólo a Él servirás» (Deut. 6, 13; Mt. 4, 10).


¿Cómo puede alguien pensar que Dios estará complacido con los judíos quienes son fieles a sus padres, los cuales crucificaron al Hijo de Dios y negaron al Dios Uno y Trino?


¿Cómo puede Dios aceptar las oraciones de todos los herejes, cismáticos y apóstatas, que han repudiado a Su Iglesia, la cual surgió del costado de Su Hijo?


¿Cómo podría ser Él, honrado por la adoración ofrecida a los ídolos de los animistas, panteístas y otros idólatras?


¿Cómo podría Él escuchar estas oraciones cuando Su Hijo claramente nos ha dicho lo contrario: «Ningún hombre va hacia el Padre, sino por mi»? (Jn. 14, 6). Igualmente, a través de San Juan: «Todo el que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre» (I Jn. 2, 23).


Que las almas oren de buena fe mientras están en la herejía o la incredulidad, es una cosa; Dios reconocerá a los suyos y los guiará hacia la única Iglesia; pero invitar a estos hombres a orar como representantes de las falsas religiones, según «su propia fe religiosa», seguramente indica que están siendo invitados a orar según el espíritu y las formas de las falsas religiones.

¿Cómo puede no verse esto como el supremo insulto a Dios, tres veces santo?


¿Cómo no podemos menos que indignarnos profundamente a la vista de tal escándalo?


¿Cómo podemos permanecer en silencio sino es pecando de complicidad?



Benedicto XVI saluda al profesor Wande Abimbola, fundador del Instituto Ifa Heritage, un centro de educación en Nigeria basado en falsa religión pagana africana Yoruba. A su lado se encuentran el primado de la diócesis armenia en Francia, Norvan Zakarian, el arzobispo de Canterbury, Rowan Douglas Williams y
el patriarca de Constantinopla, Bartolomeo IBenedicto XVI saluda al profesor Wande Abimbola, fundador del Instituto Ifa Heritage, un centro de educación en Nigeria basado en falsa religión pagana africana Yoruba. A su lado se encuentran el primado de la diócesis armenia en Francia, Norvan Zakarian, el arzobispo de Canterbury, Rowan Douglas Williams y el patriarca de Constantinopla, Bartolomeo I



LA PAZ DE CRISTO DESNATURALIZADA

¿Realmente hemos de creer que el rezar a los falsos dioses será meritorio para nosotros y que no nos atraerá castigos sino, por el contrario, la bendición de la paz entre los hombres?


¿Ya hemos olvidado el Gran Diluvio Universal?


¿Ya hemos olvidado la destrucción de Sodoma y Gomorra, cuyos crímenes fueron menos graves que el de la incredulidad? («Si no os reciben o no escuchan vuestras palabras, saliendo de aquella casa o de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. En verdad os digo que más tolerable suerte tendrá la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que aquella ciudad» (Mt. 10, 14-15)).


¿Han sido alterados los registros en los Evangelios y en la historia, acerca de la sangrienta destrucción de Jerusalén y la cuota de pecados de Su pueblo?


Más aún, ¿cuál es el objetivo de conseguir paz temporal mientras se pierde el alma? «No temáis a los que matan el cuerpo y después de esto nada más pueden hacer. Voy a deciros a quien debéis temer: temed a Aquel que, después de haber dado la muerte, tiene poder para arrojar al infiern (Lc. 12, 4-5).


Desde otro punto de vista, ¿cómo podemos dejar de ver en esta oración por la paz una desviación, con fines ecuménicos, de legitimar la aspiración humana de la paz civil?


No, la paz traída por Cristo no puede ser una paz mundana; esta, por el contrario, es la paz masónica sellada con la “libertad de conciencia” [o la libertad de elección, véase la raíz griega de la palabra herejía].


En realidad, la paz por la que el Papa Benedicto XVI está orando no es una paz meramente temporal, es especialmente por medio de la libertad religiosa [libertad de cultos, propiamente] y la libertad de conciencia.


Veamos: «Es la Jornada mundial de la paz, ocasión propicia para reflexionar juntos sobre los grandes desafíos que nuestra época plantea a la humanidad. Uno de ellos, dramáticamente urgente en nuestros días, es el de la libertad religiosa; por eso, este año he querido dedicar mi Mensaje a este tema: Libertad religiosa, camino para la paz. [...] En el mensaje de hoy para la Jornada de la paz, subrayé que las grandes religiones pueden constituir un importante factor de unidad y de paz para la familia humana, y recordé, al respecto, que en este año 2011 se celebrará el 25 aniversario de la Jornada mundial de oración por la paz que el venerable Juan Pablo II convocó en Asís en 1986.
Por eso, el próximo mes de octubre, iré como peregrino a la ciudad de San Francisco, invitando a unirse a este camino a los hermanos cristianos de las distintas confesiones, a los representantes de las tradiciones religiosas del mundo» (Benedicto XVI, Angelus del 1.° de enero de 2011).


Tal “libertad de conciencia” fue frecuentemente condenada por los papas («De esta fuente envenenada del indiferentismo brota aquella máxima falsa y absurda, o más bien delirio: que a todos se les debe procurar y garantizar la libertad de conciencia» (Gregorio XVI. Mirari Vos, 1832)).


Esta es la intención establecida por el Papa Benedicto XVI; esta es la paz por la que el Papa ora: la paz temporal obtenida por medio de la libertad de conciencia.


Pero, ¿es esta la paz de Cristo?, ¿la de Aquel que murió en la Cruz para afirmar Su Divinidad?


La paz de Cristo es muy diferente y lo es más en la medida en que la “caridad” haya sido separada de la “hermandad” en esta idea de paz masónica.


La paz de Cristo es paz con Dios, fruto de la redención de las almas por la Sangre de Su Hijo y por el rechazo del hombre al pecado. En cuanto a la paz civil comunicada por Cristo, no es nada más que el fruto de la Civilización cristiana, moldeada por la fe y la caridad católicas.



Representantes del budismo y del hinduismo saludan a Benedicto XVIRepresentantes del budismo y del hinduismo saludan a Benedicto XVI



UNA ODIOSA HUMILLACIÓN DE LA IGLESIA

Se hace mofa de la enseñanza de los Apóstoles, los Papas, los Padres de la Iglesia, los santos, los mártires y los príncipes y héroes católicos.


Se hace mofa de la enseñanza del Salmista, que dice: «todos los dioses de los gentiles son demonios» (Sal. 95, 5.).


Se hace mofa de la orden de San Juan de no saludar a los herejes (II Jn 10-11: «Si alguno viene a vosotros y no lleva esa doctrina, no le recibáis en casa ni le saludéis, pues el que le saluda comunica en sus malas obras»).


Se hace mofa de la enseñanza tanto de Gregorio XVI como de Pío IX (Syllabus. 1864. proposición condenada no 79, DS 2979), para quienes la libertad de conciencia es un “delirio”.


Se hace mofa de la prohibición formal de los Papas León XIII (Con ocasión del “Congreso de religiones”, celebrado en Chicago en 1893) y Pío XII para organizar o participar en congresos interreligiosos.


Se hace mofa del ejemplo de San Francisco de Sales y de sus escritos, en «Las Controversias», sobre la conversión de los herejes protestantes.


Se hace mofa de los miles de misioneros que ofrendaron hasta sus vidas por la salvación de las almas de los infieles.


Se hace mofa de la gesta heroica de Carlos Martel al detener a los musulmanes en Poitiers, o de Godofredo de Bouillon, forzando su entrada a Jerusalén con lanzas y espadas.


Se hace mofa de San Luis de Francia quien castigó la blasfemia.


¿Cómo puede un católico que suscribe el dogma, «Fuera de la Iglesia no hay salvación», imbuirse del “espíritu de Asís”?


¿Cómo puede después de hacer tal cosa, ver a la Iglesia católica como la Única Arca de Salvación?


Más aún, este escándalo proviene de la autoridad sagrada más alta sobre la tierra, del Vicario de Cristo mismo, como si la gravedad de tal reunión no fuese suficiente por sí misma.


Esto hace al Papa Benedicto XVI, quien preside esta reunión, no la cabeza de la Iglesia católica, sino la cabeza de una “iglesia” de Naciones Unidas, el primus inter pares de la religión de todas las religiones, esencialmente idéntica al culto masónico del Gran Arquitecto del Universo?


¿No es esta una perversión satánica de la misión encomendada a San Pedro?


Mientras que Cristo solemnemente mandó a Pedro a confirmar a sus hermanos en la fe y a apacentar a Sus ovejas, el sucesor de Pedro, Benedicto XVI, de hecho está confirmando a sus hermanos en el indiferentismo y el relativismo.



Un momento del encuentro de Asís 2011, presidido por Benedicto XVI: la bandera, tomada “pluralmente” por participantes, con diferentes símbolos representando la “diversidad de las religiones unidas por la paz”.Un momento del encuentro de Asís 2011, presidido por Benedicto XVI: la bandera, tomada “pluralmente” por participantes, con diferentes símbolos representando la “diversidad de las religiones unidas por la paz”.



UN ESCÁNDALO INMENSO

Porque, más allá de esta terrible blasfemia, esta decisión personal del Papa engendrará un inmenso escándalo en las almas, tanto de católicos como de no católicos. Ante la imagen de un Papa uniendo a los representantes de todas las falsas religiones, la reacción de la mayoría de los hombres será la de relativizar aún más la verdad y la religión.


¿Qué individuo, poco familiarizado con la religión católica, no estará tentado en dudar del destino de los no católicos cuando observa al Papa invitándolos a orar por la libertad de conciencia?


¿Qué persona, que no profese el cristianismo, podrá después de este acto sacrílego ver en la religión católica la única religión verdadera, que se destaca de las otras, cuando ha presenciado cómo el máximo jerarca de la Iglesia católica la ha colocado al nivel de las demás “religiones”?



¿Cómo podría no interpretarse en un sentido relativista la invitación del Papa Benedicto XVI a los participantes del encuentro de Asís a «practicar la propia religión, tan bien como sea posible»?:


«Iré como peregrino a la ciudad de San Francisco, invitando a mis hermanos cristianos de varias denominaciones, a los representantes de las tradiciones religiosas del mundo a unirse a esta peregrinación, e idealmente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad... para renovar solemnemente el compromiso de los creyentes de toda religión para vivir su propia fe religiosa al servicio de la causa de la paz» (Benedicto XVI. Ángelus del 1.° de enero de 2011).


En 1986 (a raíz del primer encuentro de falso ecumenismo en Asís, convocado por Juan Pablo II), un periodista publicó esta conclusión:


«El Papa está innovando y presidiendo las Naciones Unidas de las Religiones: aquellos que creen en el Eterno, aquellos que creen en miles de dioses, aquellos que no creen en un dios en particular. ¡Una sorprendente visión! Juan Pablo II admite con espectacularidad la relativización de la fe cristiana, la cual ahora solo es una entre otras» (Le Figaro Magazine, 31 de octubre 1986, p.69)


¿Cómo imaginar que este juicio no sea compartido por muchos en la víspera del 27 de octubre de 2011 (cuando se va a celebrar el encuentro de Asís presidido por Benedicto XVI)?



Esta es la razón por la que nos parece singularmente extraño excusar al Papa Benedicto XVI de tal pecado diciendo que Asís del 2011 es diferente al Asís de 1986.


Por el contrario, todo concurre para convencernos de la sorpresiva continuidad entre la reunión de Asís de 1986 y la de 2011:


La naturaleza de la reunión: una invitación a los representantes de las falsas religiones a reunirse para “reflexionar y orar por la paz”.


El motivo: la paz cívica promovida por las Naciones Unidas. En 1986 Juan Pablo II invitó a todas las religiones «en este año de 1986, designado por Naciones Unidas como el Año de la Paz, para llevar a cabo una reunión especial para rezar por la paz en la ciudad de Asís» (L’Osservatore Romano, 27-28 enero 1986).


Por otro lado, durante el mensaje por la paz del 1.° de enero de 2011, fecha en la cual Benedicto XVI anunció la reunión en Asís para el 27 de octubre de 2011, el Papa profirió esta declaración reveladora:


«Sin esta fundamental experiencia [de las “grandes religiones”] se vuelve difícil guiar a las sociedades hacia los principios de la ética universal y establecer a nivel nacional e internacional el orden legal por el cual se reconozca y respete derechos y libertades fundamentales, cuando fueron planteados como objetivos de la Declaración Universal de 1948 de los derechos Humanos (tristemente ignorados y rechazados al día de hoy)... Todo esto es necesario y coherente con el respeto por la dignidad y valoración de la persona humana consagrados por los pueblos del mundo en la Carta de Naciones Unidas de 1945...» (Mensaje de Benedicto XVI para la celebración de la Jomada mundial por la paz, 1.° enero 2011, nº 12).


Monseñor Fellay escribió a Juan Pablo II con ocasión del segundo escándalo de Asís en 1999:


«Los temas humanistas, terrenales y naturalistas abordados en estas reuniones causan el que la Iglesia sea despojada de toda su misión divina, eterna y sobrenatural y se coloque al nivel de los ideales de la Francmasonería con su “paz mundial” ajena al único Príncipe de la Paz, Nuestro Señor Jesucristo» (Carta de Monseñor Fellay a Juan Pablo II protestando solemnemente contra la renovación del escándalo de Asís en Roma el 28 de octubre de 1999).



La fecha: Benedicto XVI escogió para emprender su iniciativa una fecha que marca el 25 aniversario de la primera celebración en Asís:


«En el año 2011 se cumple el 25 aniversario del Día Mundial de Oración por la Paz convocado en Asís el año de 1986 por el Papa Juan Pablo II... El recuerdo de esta experiencia ofrece una razón de esperanza para el futuro en el cual todos los creyentes se vean a sí mismos y sean realmente agentes de la justicia y la paz» (Mensaje de Benedicto XVI para la celebración de la Jornada mundial por la paz, 1.° enero 2011, n° 7 y 11).


¿No es este un claro signo de continuidad?


¿No es esta una forma de hacernos revivir ese doloroso recuerdo de escándalos como el de un Buda colocado encima del tabernáculo, en la Iglesia de San Pedro; el de las gallinas sacrificadas a los dioses en el altar de Santa Clara; el del Vicario de Cristo flanqueado por el Dalai Lama y el Patriarca Ortodoxo controlado por la KGB?


¿Es necesario conmemorar el aniversario de un acontecimiento, cuando el objetivo debe ser distanciarse de este?


¿Por qué proclamar urbi et orbi que «el recuerdo de esta experiencia ofrece una razón de esperanza»?



Un representante de religiones orientales reza a sus "dioses". Lo observan Benedicto XVI y un representante de religiones paganas del África.Un representante de religiones orientales reza a sus "dioses". Lo observan Benedicto XVI y un representante de religiones paganas del África.



EL ENCUENTRO DE ASÍS EN 1986, EN CONTINUIDAD CON SU TERCERA EDICIÓN EN 2011

En memoria de su predecesor y para recordar a todos y cada uno su fidelidad al espíritu de la primera reunión en Asís, el Papa Benedicto XVI afirma: «Este año de 2011 se cumple el 25 aniversario del Día Mundial de Oración por la Paz, el cual fue convocado por el Beato Juan Pablo II, en Asís, el año de 1986» (Benedicto XVI, Ángelus del 1.° enero 2011).


Igualmente el Comunicado de prensa de la Santa Sede, del 2 de abril de 2011: «La imagen de la peregrinación resume el sentido del acontecimiento que se celebrará; se hará memoria de las etapas recorridas, desde el primer encuentro de Asís, al posterior de enero de 2003 y, al mismo tiempo, se mirará al futuro, con el propósito de continuar recorriendo con todos los hombres y las mujeres de buena voluntad el camino del diálogo y de la fraternidad, en el contexto de un mundo en rápida transformación».



Ya en 2007, con ocasión de las jornadas interreligiosas en Nápoles, Benedicto XVI disipaba cualquier ilusión que hiciera pensar en un arrepentimiento por la primera reunión de Asís: esta reunión «nos lleva en espíritu a 1986, cuando mi venerado predecesor Juan Pablo II invitó sobre la colina de San Francisco a los grandes representantes religiosos a rezar por la paz, subrayando en esta circunstancia el lazo intrínseco que une una auténtica actitud religiosa con una viva sensibilidad por ese bien fundamental de la humanidad [...] En el respeto de las diferencias de las distintas religiones, estamos todos llamados a trabajar por la paz» (Benedicto XVI, Discurso a los jefes religiosos participantes en el encuentro internacional por la paz, el 21 de octubre de 2007).


No solo son los leales defensores del Papa (Benedicto XVI) quienes utilizan estos mismos argumentos para intentar justificar lo injustificable.


El primer Asís fue defendido realizando una sutil distinción entre “reunirse para orar” y “orar juntos”.


¿Ahora se dirá que no habrá oración común, sino sólo un día de oración en común?


En lugar de negar la simultaneidad de las oraciones en silencio, ¿diremos que todos oran separadamente según su propia religión?


Como si estas distinciones engañosas no fuesen elaboradas según las necesidades de la causa.


Como si todas estas sutilezas fueran inmediatamente entendidas por la mayoría de los hombres, quienes solo se quedarán con una cosa: la reunión de todas las “religiones” para orar juntos a la divinidad ajena de cualquier Revelación (Nuestro Señor Jesucristo).


Finalmente y como todos los gestos del actual Papa comparados con los de sus predecesores, el escándalo de Asís del 2011 será sustancialmente el mismo, pero menos espectacular que el Asís del año 1986.


Esta es la razón por la que todos aquellos quienes nos acusan una vez más de una falta de caridad debido a la vehemencia de estas líneas, les recordamos las palabras de Cristo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas, y a tu prójimo como a ti mismo».


¿Hemos mostrado un amor ardiente a Cristo cuando fallamos en censurar la blasfemia o criticar la actitud de aquellos que son sorprendidos por esta?


¿Amamos a nuestro prójimo cuando fallamos en advertirle sobre los escándalos que se avecinan?


¿Es este el amor que Cristo quiere para nosotros?


No; como San Pío X recordó en una hora oscura:


«Ahora bien, la doctrina católica nos enseña que el primer deber de la caridad no está en la tolerancia de las opiniones erróneas, por muy sinceras que sean, ni en la indiferencia teórica o práctica ante el error o el vicio en que vemos caídos a nuestros hermanos, sino en el celo por su mejoramiento intelectual y moral no menos que en el celo por su bienestar material.


Esta misma doctrina católica nos enseña también que la fuente del amor al prójimo se halla en el amor de Dios, Padre común y fin común de toda la familia humana, y en el amor de Jesucristo. [...] No, venerables hermanos, no hay verdadera fraternidad fuera de la caridad cristiana» (San Pío X, Carta encíclica Notre Charge Apostolique, al episcopado francés, 25 de agosto 1910).


Siendo así, entonces, ¿a qué Iglesia pertenecemos?


¿A la Iglesia de San Policarpo de Esmirna, quien replicó al hereje Marción cuando le preguntó si lo reconocía?: «Sí, te reconozco como el hijo mayor del diablo».


¿Pertenecemos a la Iglesia de San Martín quien destrozó los ídolos y derribó los árboles sagrados de Francia?


¿Pertenecemos a la Iglesia de San Bernardo, quien predicó la cruzada a nuestros antepasados?


¿Pertenecemos a la Iglesia de los santos y mártires, o por el contrario a la Iglesia de Pilatos, a la de Pierre Cauchon, a la de Lamenais, a la de Teilhard de Chardin, siempre lista para adular al mundo y para entregar a Cristo y Sus discípulos a sus perseguidores?


¿Juzgaremos a Asís con los ojos de la fe, de los papas y mártires o, por el contrario, con los ojos mundanos, liberales y modernistas?


Esta es la razón por la que no podemos quedarnos callados; mientras el Papa Benedicto XVI se prepara para uno de los actos más serios de su pontificado, nosotros vigorosa y públicamente proclamamos nuestra indignación, esperando y suplicando al Cielo que esta calamidad preparada tan meticulosamente no se lleve a término.


Por último, ¿cómo podemos dejar de pensar en las palabras de Monseñor Lefebvre, recordadas por Monseñor Fellay en 1999 en su carta al Papa?


«Monseñor Lefebvre vio en este desastroso acontecimiento de Asís “uno de los signos de los tiempos” que lo llevaron a proceder con las consagraciones episcopales sin Su consentimiento…”» (Carta de Monseñor Fellay a Juan Pablo II protestando solemnemente contra la renovación del escándalo de Asís en Roma el 28 de octubre de 1999).


El tiempo ha llegado, sin embargo, para realizar la reparación por este escándalo, para realizar penitencia, mientras en nuestros corazones mantenemos la firme esperanza de que a pesar del progreso del Misterio de Iniquidad, «las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia».


Autor: Padre Régis de Cacqueray, 12 de septiembre de 2011, Festividad del Dulce Nombre de María, aniversario de la victoria de los ejércitos católicos sobre los turcos en Viena el 12 de septiembre de 1683. (este es el enlace a la fuente del artículo)



Benedicto XVI en la Basílica de Santa María de los Ángeles, rodeado de los representantes de las "religiones" (Asís 2011)Benedicto XVI en la Basílica de Santa María de los Ángeles, rodeado de los representantes de las "religiones" (Asís 2011)






EPÍLOGO

Nuestro deber de caridad cristiana es denunciar el error de fe allí donde se encuentre y ayudar a que nuestro prójimo no caiga en él.


Tal es caso del “falso ecumenismo”, favorecido por Benedicto XVI en encuentros como el de Asís 2011 y acentuado una y otra vez por Francisco, dentro de la tarea de “demolición de la Iglesia” que está perpetrando.


Además, es nuestro deber regresar al Depósito de la fe, al Magisterio Milenario de la Iglesia Católica, defendido y custodiado ardientemente por los Papas hasta antes del Concilio Vaticano II.


Y, no menos importante, debemos volver a la Santa Misa de siempre, la Tradicional, la establecida por el mismo Nuestro Señor como Sacrificio Perpetuo, Misa que quiso ser reemplazada por la misa moderna desde 1969 y que ahora Francisco, con su “caballo de Troya” llamado el Sínodo de la Sinodalidad, quiere suprimir.


¿Por qué quiere Francisco suprimir la Misa Tradicional? Porque es un estorbo para sus planes de establecer un “catolicismo ecuménico” que no es otro que un “catolicismo” vaciado de Nuestro Señor Jesucristo como Rey del Universo… Tal “catolicismo ecuménico” pretende convertirse finalmente en la religión única mundial, planeada y deseada por los masones.


¡Resistamos este plan diabólico representado en el Sínodo de la Sinodalidad! ¡Esta es la batalla decisiva!



Juan Pablo II presidiendo el primer encuentro de Asís en 1986. Se encuentra dentro de la Basílica de Santa María de los Ángeles, rodeado de los representantes de las "religiones"Juan Pablo II presidiendo el primer encuentro de Asís en 1986. Se encuentra dentro de la Basílica de Santa María de los Ángeles, rodeado de los representantes de las "religiones"



ANEXO:

BENEDICTO XVI ABOGA POR EL ESTABLECIMIENTO DE UN GOBIERNO MUNDIAL

La siguiente imagen corresponde al N.° 67 de la Encíclica "Caritas in Veritate", escrita en 2009 por Benedicto XVI, donde de manera explícita aboga por el establecimiento de un gobierno mundial.



N.° 67 de la Encíclica "Caritas in Veritate", escrita en 2009 por Benedicto XVI, donde de manera explícita aboga por el establecimiento de un gobierno mundialN.° 67 de la Encíclica "Caritas in Veritate", escrita en 2009 por Benedicto XVI, donde de manera explícita aboga por el establecimiento de un gobierno mundial



¡ASÍS: UN ACTO MASÓNICO!

“No permitáis que se diga, Hermanos míos, que la Masonería es la anti-iglesia, … fundamentalmente, la Masonería quiere ser una super iglesia, la iglesia que las reunirá a todas” ("Política y masonería”);


“Esa nueva iglesia recibirá sin embargo de Roma la consagración y la Jurisdicción Canónica” (Roca en “Glorioso Centenario");


“Sólo en una sociedad teocrática que tenga el carácter universal de la Masonería podrán reunirse un día el Islam y la Cristiandad, los judíos y los budistas, Europa y Asía, en un mismo ideal y en una misma esperanza. En una palabra, a la Masonería corresponde formar la Iglesia universal”


(Pignatel, “Batallas masónicas”).


Así explica un masón cómo debería ser la nueva religión mundial:


“Delante de una iglesia «ocupada» ampliamente por las ideas del mundo, es decir, por las ideas impuestas al mundo por la inteligencia masónica, los francmasones no van a padecer más la «aversión sistemática» porque ellos encontrarán, en el seno mismo de la Iglesia, la complicidad, la complacencia, la afinidad.


Allí le ofrecen el sillón al “Consejo de Maestros [masones]”.


Y esto va más lejos aún. Es la famosa visión del “hermano” francmasón Corneloup:

«Alrededor de un patio central, un arquitecto ha edificado el templo de todas las religiones: en el centro, sobre una amplia cúpula que se abre al cielo, un pedestal muy simple. Sobre él, un rosal en flor que se impulsa hacia el cielo.


Los hombres vienen de rezar en el templo de su elección. Después de haber rezado, ellos salen al patio y se mezclan unos con otros y también con aquellos que no han entrado en ningún templo. Y todos juntos, sin sacrificar, cualquiera que sea, ni su fe ni sus creencias particulares, comulgan en la admiración, el respeto del amor a la rosa, emblema de la vida».


(Transcripción de la página 244 del libro de Jacques Ploncard d’Assac: “Le Secret des Francs-Maçons” [el Secreto de los Francmasones], ed. de Chire, 2da. Edición, año 1983).




Juan Pablo II visita al Dalai Lama quien reza junto con monjes budistas dentro de la iglesia de San Pedro en Asís 1986Juan Pablo II visita al Dalai Lama quien reza junto con monjes budistas dentro de la iglesia de San Pedro en Asís 1986



RELATO DE UN PERIODISTA PRESENTE EN ASÍS QUE DEMUESTRA EL FIEL CUMPLIMIENTO DE LA PROFECÍA MASÓNICA:

Lunes 27 de octubre 1986, 9 horas: Juan Pablo II recibe en el atrio de la Basílica de Santa María de los Ángeles a los representantes de las “doce grandes religiones”.


¿Doce? Se ignoraba hasta hoy que los diversos cultos se ajusten a una cifra perfecta.


Es verdad que católicos, ortodoxos, anglicanos, luteranos, calvinistas, metodistas, bautistas, cuáqueros, armenios, coptos y viejos católicos de Utrecht fueron agrupados para esta ocasión como representantes de una sola religión, la "religión cristiana", e igual con las otras once: budistas, musulmanes, hindúes, sikhs, shintoistas, judíos, bahais, jainistas, zoroastrienses y, por último, religiones tradicionales del África y de los Indios de América.



En Santa María de los Ángeles, los dignatarios desfilan ante el Papa que los saluda. El cortejo es variado. Los trajes azafranes de los hindúes contrastan con los solideos esmeraldas, los chéchis, los keffiehs de los imanes musulmanes.


Los indios de América enarbolan soberbios adornos de plumas. Los brujos animistas van descalzos, cubiertos uno con una toga blanca, el otro con un paño multicolor, a la manera de piel de tigre.


Otro con el rostro marcado con pinturas de paz. Es “Tintín” en el Congo, en América y en el Tíbet en un mismo libro...


En el mismo momento, en Santa María-Mayor, los hindúes y los sikhs alternan las estrofas y los discursos.


En San Pedro son los budistas que celebran el oficio zen. El celebrante, vestido con un traje naranja y con una especie de casulla verde, la cabeza cubierta con una larga capucha, está rodeado de monjes jóvenes con los cráneos rapados (para la mayoría de los occidentales convertidos) que se inclinan hacia él, y acompañan al ritmo de un gong, la ceremonia...


A la izquierda del altar, el Dalai Lama está sentado en un canapé bajo, delante de sus monjes. Balancea la cabeza, inclina medio cuerpo, luego vuelve a enderezarse mirando a los fotógrafos que hacen su negocio y se inclina alrededor de altar, con una sonrisa de complicidad...


Los judíos no quisieron celebrar culto. Prefirieron instalarse en la calle, alrededor de una mesa, para comentar la Torah.


No lejos de allí, está prohibida la entrada al local donde se aislaron los jainistas. ¡Qué pérdida para el observador!, pues los adoradores de la aurora, tienen costumbre, dicen, de rezar postrándose ante una “cruz gamada”, símbolo del sol...


De hecho, si las delegaciones toman lugar en un mismo estrado, el Papa ocupa su asiento en el centro, en una silla que no se diferencia de los otros “guías espirituales”, entre Mons. Methodios, representante del Patriarcado de Constantinopla y el Dalai Lama; los grupos suben uno tras otro en una segunda tribuna hasta que llega el momento de tomar la palabra.


(El texto completo de este relato fue publicado en el numero 55 correspondiente a enero-febrero de 1987, de la revista "Fideliter" - R.P. 14-Annexe 1, 69110 - Ste Foylés-Lynn Francia).



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