Te comparto la reflexión correspondiente a la Fiesta del Bautismo de Jesus Ciclo B, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2015, corresponde al Domingo 11 de Enero.
Mirad mi siervo, a quien prefiero
Así dice el Señor: "Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas."
Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él."
Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto
En aquel tiempo, proclamaba Juan: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo." Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto."
Te comparto algunas reflexiones acerca de las lecturas anteriores:
La vida humana está habitada por un dinamismo de crecimiento, de maduración y de compromiso. Hace pocos días celebrábamos la fiesta del nacimiento de Jesús (la Natividad) y hoy la liturgia nos lo presenta adulto, saliendo de casa para ejercer la misión. Recordemos que a este Jesús, el evangelista Marcos lo presenta– desde las primeras líneas de su evangelio – como el Hijo de Dios.
Ya no se trata del niñito del pesebre, sino del ser humano maduro, que toma la decisión de ir más allá de las fronteras familiares para comprometerse con Dios, con su pueblo, con la humanidad. Es el inicio de lo que los especialistas llaman EL MINISTERIO PUBLICO DE JESUS.
El niño creció (eso es lo normal y lo que todos esperan) y se transformó en un hombre que asume una tarea en la que se integran su amor por Dios y su solidaridad con la humanidad. Presentando las cosas de esta forma, la liturgia católica nos quiere ayudar a comprender que la experiencia de fe es (debe ser) una experiencia de crecimiento, de realización y de compromiso. La auténtica fe debe contribuir a este crecimiento y debe provocarlo. De lo anterior se deduce que una supuesta experiencia de fe que no nos conduzca al estado adulto es sospechosa. Notemos que - desde esta perspectiva – el problema no es cuantitativo (número de misas celebradas, de rosarios rezados, de biblias leídas, de peregrinaciones hechas, de novenas ofrecidas, etc.), sino cualitativo (madurez, capacidad de compromiso, actitudes, capacidad de convivencia creativa y sana, acciones, etc.).
Utilizando los textos del Antiguo Testamento, la liturgia busca decirnos quién es este Jesús. De hecho, los primeros cristianos – intentando expresar lo que habían descubierto en Jesús de Nazaret – hicieron una relectura de los textos de la Antigua Alianza. Por ejemplo, valiéndose del libro del profeta Isaías (el texto de la primera lectura de hoy) nos dicen que este Jesús es el perfecto Siervo de Dios, aquel en quien reposa plenamente el Espíritu Divino, el Enviado (Mesías) para mostrar al mundo la justicia de Dios. Se trata no de cualquier persona, sino del Mensajero de la plenitud de los tiempos: un mensajero cuya metodología es la misericordia, pues no usará la fuerza, no será violento y buscará el rescate de lo que está debilitado y fragilizado.
Nos llama la atención la insistencia que el texto del profeta Isaías pone en el tema de la justicia. Mucho se habla de ella, muchos discursos tienen que ver con ella y ella hace parte de las agendas de muchas reuniones nacionales e internacionales. Quizá esta presencia reiterativa del tema (problema) de la justicia, en la MIDIA y en la POLÍTICA esté revelando que ella está ausente o, por lo menos, herida. Hay sed de justicia… Justicia humana, justicia divina ¿serán lo mismo? ¿Hay diferencias?
El evangelista Marcos nos cuenta aquello que para él y para la comunidad cristiana que él representa es importante: Este Jesús no es sólo el Hijo de Dios, sino que en Él se establece una nueva comunicación entre el cielo (Dios) y la tierra (la humanidad), por eso, en la narración, el cielo se abre y de lo alto se deja oír una voz, cuyo mensaje es contundente: Tú eres mi Hijo muy amado, en ti tengo mi complacencia. Cielo cerrado (=incomunicación), cielo abierto (=comunión, diálogo). Todo esto es asociado por Marcos – en su relato – a la acción del Espíritu Santo, que es presentado bajo la forma de una paloma. La imagen de la paloma nos traslada al relato del diluvio (que está en el libro del Génesis), cuando se nos dice que – después del diluvio – las aguas comenzaron a bajar y Noé soltó un cuervo, que se quedó dando vueltas. Luego soltó una paloma para ver si las aguas habían bajado, pero la paloma no encontrando lugar seco volvió al arca. Noé esperó un poco más y volvió a soltar la paloma, la cual, al poco tiempo, volvió con una hoja de olivo en el pico. La paloma y el olivo son el signo del comienzo de una nueva era, de una nueva etapa, de una nueva creación. Lo que el evangelista Marcos nos quiere decir con su relato del Bautismo de Jesús es que en Él y a través de Él Dios está realizando una nueva creación. En ella estamos todos. Somos llamados a ser nueva creación por la fe y el seguimiento de Cristo. Por tanto, este Jesús es la piedra fundamental de esta nueva construcción (creación) de Dios. Jesús es el amado de Dios y su testimonio y enseñanza son la gran señal que Dios da, por eso debe ser acogido, amado y escuchado.
Para ayudarnos aún más en nuestro camino, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos propone ejemplos concretos de lo que esta experiencia de acogida y escucha de Jesucristo produce y significa: el Apóstol Pedro (un simple pescador transformado por Jesucristo), llega a la casa del Centurión Cornelio para dar testimonio de lo que Dios le ha revelado. Pedro llega y Cornelio acoge; Pedro anuncia y Cornelio escucha; Pedro comprende la universalidad del amor de Dios y de la salvación y Cornelio interioriza el mensaje; Pedro se va a evangelizar otros lugares y Cornelio continua su vida de militar y jefe de Familia, pero lo hace de manera diferente, alegre, animado por un sentido nuevo, aquel que Jesús le aporta. Esto es lo que el creyente de hoy (y de siempre) puede vivir: un encuentro pleno con Jesús que da a la vida un sentido nuevo. No es necesario salirse del mundo, esconderse o huir de la cotidianidad. Lo que se nos propone es dejar que nuestro mundo sea habitado por Dios. ¿No es esto lo que nos pide nuestra propia vida bautismal?
Terminemos nuestra reflexión orando con el...
El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Hijos de Dios, aclamad al Señor, / aclamad la gloria del nombre del Señor, / postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R.
La voz del Señor sobre las aguas, / el Señor sobre las aguas torrenciales. / La voz del Señor es potente, / la voz del Señor es magnífica. R.
El Dios de la gloria ha tronado. / En su templo un grito unánime: "¡Gloria!" / El Señor se sienta por encima del aguacero, / el Señor se sienta como rey eterno. R.
Por último, te invito a que hagamos juntos la siguiente oración:
Dios Padre nuestro, que en el bautismo de Jesús lo has proclamado como tu “Hijo muy amado, el predilecto”; te suplicamos nos cobijes bajo su nombre y nos concedas conformarnos cada día más cercanamente a su imagen, haciendo nuestra su Causa y prosiguiendo su misión de ser “luz de las naciones” y de “implantar el Derecho en la tierra”. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor…
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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