Te comparto la reflexión correspondiente al 27 Domingo del Tiempo Ordinario ciclo A, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2014, corresponde al Domingo 5 de Octubre.
Voy a cantar en nombre de mi amigo el canto de mi amado a su viña. Mi amigo tenía una viña en una loma fértil. La cavó, la limpió de piedras y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre en medio de ella y también excavó un lagar. El esperaba que diera uvas, pero dio frutos agrios. Y ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, sean ustedes los jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Si esperaba que diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios? Y ahora les haré conocer lo que haré con mi viña: Quitaré su valla, y será destruida, derribaré su cerco y será pisoteada. La convertiré en una ruina, y no será podada ni escardada. Crecerán los abrojos y los cardos, y mandaré a las nubes que no derramen lluvia sobre ella. Porque la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación predilecta. Él esperó de ellos equidad, y hay efusión de sangre; esperó justicia, y hay gritos de angustia!
Hermanos: No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús. En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos. Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes.
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: 'Respetarán a mi hijo'. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia". Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?». Le respondieron: "Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo". Jesús agregó: "¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos? Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos". Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.
Te comparto algunas reflexiones acerca de las lecturas anteriores:
El mensaje de la Palabra de Dios propuesto para este domingo se podría sintetizar en las palabras CONCIENCIA y RESPONSABILIDAD. Usando el lenguaje de la época, los autores de la Biblia nos hablan del inconmensurable amor de Dios. Un amor misterioso, profundo, desbordante, generoso. A través de este lenguaje, ellos insisten en un punto fundamental: las personas no existen por acaso; ellas no son fruto de la casualidad, sino que cada una de ellas – al entrar a este mundo – es portadora de una misión propuesta y confiada por Dios. Al nacer, obvio, la persona no es consciente de esta tarea, pero con el proceso de crecimiento, de maduración (que abarca también la dimensión espiritual) y la expansión progresiva de la conciencia, la percepción de la misión (y la vivencia de la misma) va siendo más clara.
La imagen de la viña está muy presente en la Biblia. Un hombre – dice el profeta Isaías – tiene una viña y sabe que ella es de muy buena calidad: la tierra es fértil, la semilla es excelente y él mismo ha empeñado todo su esfuerzo/amor en cuidarla. Entonces, como consecuencia lógica, espera que la viña le dé excelentes frutos. Sin embargo, contrariamente a lo esperado, la viña produce uvas amargas. ¿De quién es la responsabilidad? Sin duda, no es del dueño de la viña. Algo pasó con ella. Con todo, debe quedarnos claro que se trata de una metáfora. El autor bíblico no pretende darnos una lección de agricultura ni de agroindustria, sino hacer – desde la metáfora de la viña- una reflexión teológica.
La viña es la humanidad, el pueblo de Dios, la iglesia (En efecto, la metáfora puede ser aplicada, indistintamente, a diversas realidades). El dueño es Dios, quien ha sido muy generoso y amoroso con la humanidad. Ese amor no se ha quedado en teoría ni en simples sentimientos, sino que se ha expresado en acciones (en cuidados). Dios espera de todos una respuesta acorde con este amor (los buenos frutos): conversión, justicia, gratitud, respeto, honestidad, etc. Sin embargo, no siempre es así, pues aparecen otras realidades en clara contradicción con lo esperado: injusticia, división, violencia, venganza, corrupción. Algo pasa: la humanidad se enfermó y necesita de una terapia profunda, integral, que sea capaz de levantarla de su postración, es decir, que sea capaz de re-crearla. Falta de gratitud, ausencia de responsabilidad, adormecimiento de la conciencia… esto es lo que el profeta Isaías está denunciando.
Lo cierto es que las cosas no cambiaron mucho de la época de Isaías a la época de Jesús. Pasaron varios siglos y las actitudes y comportamientos de muchos continuaron siendo los mismos. Parece que también ocurre lo mismo hoy. Si comparamos la época de Jesús con la nuestra seguramente Jesús, Isaías y otros tendrían las mismas palabras. Seguimos enfermos.
En el evangelio de Mateo, aparece Jesús enseñando. Pero esta vez el diálogo es con un grupo específico: los dirigentes del pueblo. No son todos, sino aquellos que tienen la responsabilidad de conducir al pueblo por los mejores caminos.
Jesús vuelve a usar la metáfora de la viña, pero esta vez – notémoslo – el problema no está en la viña misma ni en sus frutos, sino en los administradores de la viña (es decir, en los responsables del pueblo, a los cuales se dirige Jesús). Aquí entran todos los dirigentes: políticos, sociales, religiosos, educativos, empresarios, etc. El mensaje es claro, aunque todos son (somos) co-responsables del mundo, a los dirigentes les cabe una responsabilidad mayor en el cuidado de la humanidad/viña, en virtud de su cargo.
En este diálogo con los dirigentes, a través de la metáfora de la viña, Jesús deja claras varias cosas:
1) La misión que está realizando no es un proyecto individual, un capricho personal, sino que es un encargo recibido de Dios (Padre). Vale la pena reflexionar sobre la necesidad de comprender la vida como la posibilidad para realizar la misión encomendada por Dios.
2) La viña – que es símbolo de la humanidad, del pueblo de Dios, de la iglesia, etc. – necesita de cuidado. Si no se la cuida se deteriora. Vale la pensar, reflexionar sobre la necesidad de pasar de la lógica del consumismo depredador a una lógica del respeto y del cuidado hacia la naturaleza.
3) Dios se ha empeñado a fondo a favor de la viña. Lo ha dado todo. Él es capaz de traducir su amor (por la viña) en cuidado. Vale la pena examinar nuestra capacidad de pasar de las ideas y de las “buenas intenciones” a los hechos concretos.
4) Algunas personas – de entre las comunidades, los pueblos, los países, etc. – han llegado a ocupar puestos de gran responsabilidad. Ejercen un liderazgo particular. Estas personas están llamadas a contribuir mucho para el bien de la viña/humanidad, según sus contextos y competencias. No deben ser indiferentes ni aprovecharse de su puesto para saquear y favorecerse egoístamente con la viña. Vale la pena reflexionar sobre la calidad de nuestra respuesta y sobre el fenómeno de la corrupción.
5) La respuesta de muchos de estos dirigentes ha sido muy pobre e incluso contraria a lo que Dios espera (y esperaba) de ellas. Han defraudado la confianza de Dios y de la gente que puso su esperanza en la gestión que debían realizar. Vale la pena reflexionar sobre una pregunta clave: ¿Somos dignos de confianza?
6) Dios no desiste de su proyecto, de su plan de lograr una viña excelente: una humanidad en la que la fraternidad reine. Dios permanece fiel en medio de la infidelidad humana. Perseverancia y fidelidad, dos realidades sobre las que también vale la pena reflexionar este domingo.
7) La viña/humanidad deberá ser “retirada” de las manos de estos dirigentes irresponsables y entregada a otros que – realmente – asuman la tarea con altura, por su falta de generosidad y de honestidad. Aquí las cosas se ponen duras. Y si aplicamos esto a los líderes religiosos, políticos y sociales de nuestro tiempo… ¿Qué pasaría?
Conciencia y Responsabilidad fueron las palabras con las que comenzamos (y terminamos) esta reflexión. Estas dos realidades deben estar presentes en todas las dimensiones de nuestra vida. Pero, hablar de conciencia y responsabilidad, ¿no es, acaso, otra forma de hablar de espiritualidad?
Terminemos nuestra reflexión orando con el...
Tú
sacaste de Egipto una vid,
expulsaste a los paganos y la plantaste;
extendió sus sarmientos hasta el mar
y sus retoños hasta el Río.
¿Por qué has derribado sus cercos
para que puedan saquearla todos los que pasan?
Los jabalíes del bosque la devastan
y se la comen los animales del campo.
Vuélvete, Señor de los ejércitos,
observa desde el cielo y mira:
ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano,
el retoño que Tú hiciste vigoroso.
Nunca nos apartaremos de ti:
devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.
¡Restáuranos, Señor de los ejércitos,
que brille tu rostro y seremos salvados!
Amén.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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