Te comparto la reflexión correspondiente al 20 Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo A), sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2014, corresponde al Domingo 17 de Agosto.
Así habla el Señor: Observen el derecho y practiquen la justicia, porque muy pronto llegará mi salvación y ya está por revelarse mi justicia. Y a los hijos de una tierra extranjera que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y para ser sus servidores, a todos los que observen el sábado sin profanarlo y se mantengan firmes en mi alianza, yo los conduciré hasta mi santa Montaña y los colmaré de alegría en mi Casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar, porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos.
Te comparto algunas reflexiones acerca de la lectura anterior:
El texto del libro del profeta Isaías llama la atención sobre la estrecha relación que existe entre el derecho y la práctica de la justicia. Dos realidades que deberían caminar juntas, pero que – en no pocas ocasiones – se encuentran divorciadas. Es importante reflexionar sobre algunos tópicos:
El profeta Isaías quiere recordarnos que la verdadera experiencia espiritual no depende de la pertenencia a un pueblo, a una raza o a una religión, sino de la actitud de la persona ante Dios: de su unión con Él, del amor sincero hacia él, de la observancia inteligente de sus mandamientos y de su permanencia en la alianza que Dios ha querido hacer con el ser humano.
A la vuelta del exilio, el pueblo retoma las enseñanzas del profeta Isaías (del siglo VII a.c.) y vislumbran la construcción del nuevo pueblo de Israel, en proceso de formación, que se abra a los valores de la universalidad y el diálogo con otros pueblos.
La apertura, antes que un compromiso asumido por decreto, es una actitud de reconocimiento, de acogida, de disposición, de deseo de justicia y equidad para todos.
Lo que se propone no es que todas las religiones de la época se asimilen al Yavismo, sino que el pueblo de Israel del post-exilio sea el que haga las veces de aglutinador y orientador de las aspiraciones más legítimas de la humanidad.
El pueblo de Israel de la época del post-exilio comprende – poco a poco - que la identidad étnica, cultural y religiosa no le da derecho de despreciar a los demás ni a dominarlos, bajo el pretexto de una falsa superioridad.
El nuevo Templo (situado en Jerusalén) aparece como símbolo de identidad cultural y religiosa, pero también como un llamado a la misión: acoger a los otros pueblos para enseñarles los caminos de Dios: un pueblo que está al servicio de la integración y no de la exclusión.
Pero este proyecto no tuvo resonancia y, poco a poco, se instalaron nuevamente los viejos esquemas de pensamiento (obtusos y discriminadores). La integración universal pasó a ser un deseo frustrado que se trasladaba para el futuro. Aún hoy no se ha logrado… La iglesia no ha sido tampoco capaz de vehicular y operar este proyecto). Está en deuda.
El Templo, antes de que apareciera Jesús, se había convertido en el fortín de los terratenientes y en el depósito de los fondos económicos de toda la nación. Era el lugar donde los explotadores ponían a salvo sus riquezas mal habidas. Jesús se dio cuenta de esta situación y la rechazó. En ese proceso de ruptura con la decadencia del Templo y con la élite que lo manipulaba se enmarca el episodio de la mujer cananea (ver el Evangelio).
Hermanos, a ustedes, que son de origen pagano, les aseguro que en mi condición de Apóstol de los paganos, hago honor a mi ministerio provocando los celos de mis hermanos de raza, con la esperanza de salvar a algunos de ellos. Porque si la exclusión de Israel trajo consigo la reconciliación del mundo, su reintegración, ¿no será un retorno a la vida? Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables. En efecto, ustedes antes desobedecieron a Dios, pero ahora, a causa de la desobediencia de ellos, han alcanzado misericordia. De la misma manera, ahora que ustedes han alcanzado misericordia, ellos se niegan a obedecer a Dios. Pero esto es para que ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos.
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos". Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel". Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!". Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros". Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!". Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en ese momento su hija quedó curada.
Te comparto algunas reflexiones acerca de la lectura anterior:
El pasaje del evangelio que la liturgia nos propone para nuestra meditación nos invita a hacer algunas experiencias vitales fundamentales:
Jesús se había retirado hacia una región extranjera, no muy lejos de Galilea. Su obra a favor de los pobres, enfermos y marginados encontraba una gran resistencia, incluso entre sus coterráneos.
El encuentro con la mujer cananea, doblemente marginada por su condición de mujer (poco valorada en la época) y de extranjera (rechazada por no ser del pueblo), transforma todos los paradigmas con los que Jesús interpretaba su propia misión. La mujer extranjera es capaz – con su actitud y persistencia – de romper el esquema de rechazo al extranjero y la lógica de dominación y desprecio contra la mujer. La auténtica fe tiene la capacidad de saber saltarse los esquemas innecesarios, para llegar a lo esencial: el encuentro con Dios y la práctica de la misericordia.
El evangelista pone en labios de Jesús una respuesta típica de un predicador judío tradicional: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel». La mujer, haciendo a un lado los prejuicios raciales provoca una situación nueva: la superación de las barreras. Hay que superar las barreras, derribar los muros y construir puentes. El resultado: Jesús abandona la cerrazón del discurso nacionalista excluyente y plantea un nuevo tipo de relación: la inclusión, la acogida, el encuentro desde el corazón y desde lo más hondo que se tiene para compartir: la condición humana y el sufrimiento.
Pablo, en la misma línea, ante la cerrazón del pueblo de Israel a la predicación que hace de Jesucristo reorienta su misión (va en busca de los otros pueblos) y acoge con sabia apertura la fe de los creyentes de otras naciones. ¿Qué podemos aprender de todo esto? ¿Cómo son nuestros esquemas mentales y religiosos? ¿Somos personas de espíritu incluyente o excluyente? ¿Es que hay sólo un Pueblo de Dios, o habrá «muchos Pueblos de Dios»?
No olvidemos que hoy no se trata de encasillar a la gente en una religión o en otra o de hacer entrar a todos en una sola de ellas, sino de reconocer como objetivo fundamental el reinado de Dios, caracterizado por el amor que se traduce en relaciones honestas, solidarias, justas y en una opción radical por la vida. De hecho, La teología actual de la «misión» acentúa que la misión no tiene como objetivo «convertir a otros a nuestra religión», sino construir el Reino de Dios.
Terminemos nuestra meditación orando con el...
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.
Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra.
Que los pueblos te den gracias, oh Dios,
que todos los pueblos te den gracias.
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.
Por último, te invito a que hagamos juntos la siguiente oración:
Oh Dios de toda la humanidad, que has escogido y llamado a todos para que cada uno se encuentre contigo por su propio camino, danos los dones del discernimiento y de la sensibilidad espiritual para saber descubrir la presencia de tu Reino. Ayúdanos a hacer nuestros los sentimientos y actitudes de Jesús. Amén.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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